Foto: Las Fuerzas Armadas Iraquíes y las Fuerzas de Movilización Popular de Irak celebran la victoria contra el EIIS en la Gobernación de Saladino. Crédito: Wikimedia Commons.
Desde el comienzo del genocidio de Israel en Gaza, las fuerzas estadounidenses han llevado a cabo múltiples ataques en Bagdad y el oeste de Irak, incluso matando a los principales comandantes militares de las Fuerzas de Movilización Popular del país. Las Hashd al-Shaabi de Irak, o “Fuerzas de Movilización Popular” (FMP), en español, han sido noticia en todo el mundo en los últimos meses, especialmente a medida que las fuerzas estadounidenses en la región han intensificado continuamente los ataques contra blancos asociados con las FMP. Los medios occidentales quisieran que los lectores creyeran acríticamente las afirmaciones de que las FMP son un “proxy iraní” (terceros asociados a Irán), muy parecido a la caracterización de Hizbulá del Líbano o Ansar Alá de Yemen (también conocidos como los “hutíes”) —¿pero quiénes son realmente las FMP?
Un movimiento orgánico de resistencia iraquí
Las FMP tienen su origen en la resistencia a la ocupación estadounidense tras la invasión de Irak en el 2003, la cual derrocó al gobierno central y derrotó al ejército iraquí. Fue este movimiento el que pudo asestar golpes severos a las fuerzas de ocupación y fueron decisivos en la eventual reducción de la presencia estadounidense en Irak. Las fuerzas que se convertirían en las FMP aprendieron muchas lecciones en la lucha contra la ocupación estadounidense —lo más importante, cómo combatir eficazmente a un enemigo equipado con tecnología militar superior—.
La opresión y la ocupación siempre inspiran resistencia. Durante la guerra de Irak, los medios occidentales y los portavoces militares estadounidenses atacaron a las fuerzas de la resistencia diciendo que estaban inspirados por “al Qaeda, lealtad a Sadam Huseín o el ‘islam radical’, por nombrar solo algunos”. Sin embargo, la realidad muestra que la resistencia del pueblo iraquí contra el imperialismo se desarrolló durante tres décadas de guerra, sanciones y ocupación a manos de Estados Unidos y las fuerzas de la coalición.
Durante los últimos 15 años, las FMP se han convertido en un término general para cualquiera de los grupos armados que se formaron para luchar contra el llamado Estado Islámico en Irak y Siria (EIIS, alternativamente conocido como “Daesh” en árabe o ISIS en inglés). Docenas de facciones y decenas de divisiones, brigadas y otras formaciones que representan la naturaleza amplia, multiétnica y multiconfesional de Irak, conforman las FMP.
Las Fuerzas Armadas iraquíes no estaban equipadas para defender el país contra EIIS, y para el 2014 el grupo había capturado enormes franjas del norte de Irak, incluida la principal ciudad norteña de Mosul. Durante este período, los combatientes de EIIS atacaron a las minorías étnicas y religiosas —en particular al pueblo yazidí— de las formas más brutales, incluso mediante asesinatos en masa, esclavitud sexual y otros actos que constituyen genocidio.
En el 2017, la periodista independiente Rania Khalek se unió a unidades yazidíes de las FMP en la provincia de Sinjar, en el norte de Irak. Khalek describió cómo las fuerzas iraquíes y kurdas respaldadas por Estados Unidos esencialmente se retiraron de muchas de estas áreas a medida que avanzaba EIIS., llevándose sus armas con ellos y dejando a innumerables civiles para enfrentarse solos a los combatientes de EIIS. Esta traición inspiró a cientos de combatientes yazidíes a recurrir a las FMP para defender sus tierras y seres queridos. La historia de los yazidíes es una de las cientos de historias que definen la historia de las FMP durante los últimos 20 años de ocupación y resistencia.
Sectarismo: la estrategia imperialista de divide y vencerás
Caracterizar a las FMP como un “proxy iraní” ignora y niega la profunda y orgánica historia de resistencia por parte del pueblo iraquí. Caracterizar a las FMP como una organización exclusivamente chiita es objetivamente falso. Por un lado, Irak es de mayoría chiita y hay múltiples tendencias ideológicas y formaciones políticas diferentes entre los chiitas iraquíes. Además, los sunitas, los cristianos, así como las minorías étnicas como los yazidíes, chabaquíes, turcomanos y otros, también están representados en las unidades de las FMP. Lo que une a estas fuerzas dispares es un compromiso con la resistencia contra el imperialismo y el sectarismo.
El sectarismo ha sido utilizado durante mucho tiempo por los imperialistas para dividir y conquistar el Medio Oriente. Desde los imperialistas británicos y franceses, que trazaron las fronteras del Medio Oriente moderno como parte del acuerdo Sykes-Picot, hasta el sistema parlamentario confesional impuesto por el Líbano y los planes de la era Bush para dividir Irak en tres países en la línea de las regiones sunitas, chiitas y kurdas, las luchas internas étnicas y religiosas siempre han sido una herramienta clave de la dominación imperialista. Y a pesar de su apoyo a Sadam Huseín en la década de 1980, en el período previo inmediato a la invasión de Irak en el 2003, el gobierno estadounidense invocó cínicamente el lenguaje de los derechos humanos para retratar a su gobierno como uno de una minoría árabe sunita que “silenciaba” y “reprimía” a otros grupos religiosos y étnicos, todo como pretexto para conseguir apoyo para la guerra. Luego, después de derrocar al gobierno baazista de Sadam, la narrativa eventualmente cambió a una de “milicias respaldadas por Irán” o incluso fuerzas “proxy” que estaban “capturando” Irak. Está claro que al gobierno estadounidense nunca le han importado las minorías religiosas o étnicas en la región, sino que solo las usa como peones en su tablero de ajedrez imperialista.
Y aunque la implicación aquí es que Irán está controlando las fuerzas chiitas en toda la región, y que esto es una amenaza existencial para los sunitas y otras sectas en la región, las acciones pasadas de Irán en este sentido no podrían ser más opuestas.
El papel real de Irán
El 2 de enero de 2020, el ejército estadounidense asesinó con un ataque aéreo en Bagdad. Soleimani al general iraní Qasem Soleimani y Abu Mahdi al-Muhandis, líder de uno de los grupos afiliados a las más importantes FMP, Kataeb Hezbolá, general de la Fuerza Quds, unidad élite del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní, pasó las últimas dos décadas organizando lo que ahora se conoce como el “Eje de resistencia”, una red de actores militares autónomos organizados localmente, unidos en torno a la resistencia al imperialismo estadounidense y al sionismo en la región.
Irán brinda diversos niveles de apoyo a los grupos dentro del Eje de resistencia (asesores y entrenadores, armas y municiones, entre otro apoyo similar), pero no mantiene ningún mando operativo de estas fuerzas. Desde la Resistencia Palestina y Hezbolá, hasta Ansar Alá y las FMP, Irán ha respaldado constantemente la creación de capacidad de resistencia indígena y la coordinación en toda la región.
Esto se demuestra más claramente en el ingenio de las fuerzas de resistencia palestinas que han desarrollado la capacidad de producir sus propios misiles y armas bajo las más estrictas condiciones de asedio en Gaza. Irán no busca crear dependientes, pero entiende que sus intereses están alineados con los intereses de los movimientos orgánicos antiimperialistas y antisionistas en toda la región. Para los imperialistas estadounidenses, para quienes todo es una transacción, es casi imposible imaginar que las fuerzas de resistencia en el Líbano, Yemen e Irak se arriesguen a defender al pueblo palestino sin recibir órdenes y fondos de Teherán.
El imperio estadounidense es el verdadero terrorista
Lejos de que estas fuerzas representen una red de “organizaciones terroristas”, es el imperio estadounidense el verdadero estado terrorista en la región. Entre financiar y facilitar el colonialismo de colonos israelíes y el genocidio en Palestina, el brutal régimen de sanciones impuesto a innumerables países, la financiación encubierta de elementos extremadamente reaccionarios desde los muyahidines afganos hasta los libaneses fascistas cristianos y las campañas de asesinatos en masa contra el pueblo de Afganistán, Irak, Yemen y Libia, el gobierno estadounidense ha alentado el sectarismo, ha impuesto el subdesarrollo neocolonial y se ha asegurado de difamar y atacar cualquier resistencia a estos ataques imperialistas como “terroristas”.