Desde su
creación, la sociedad capitalista estadounidense ha sido marcada por el racismo
extremo. El “capital inicial” que permitió que el país se volviera un poder
mundial vino de los africanos esclavizados y del robo de tierras Indígenas.
Desde entonces, mientras que explotan obreros sin importar su color, la clase
capitalista reserva formas de opresión, violencia y discriminación para
comunidades negras, latinas, árabes e indígenas.
Pero el problema no terminó ahí. El racismo ha servido como la herramienta clave
usada por el uno por ciento para mantener al 99% dividido. Convencieron a
sectores de trabajadores blancos de que tenían más en común con blancos ricos
que con los obreros pobres y de color.
Esta realidad no es nada nuevo. Lo que es nuevo es el movimiento de Ocupación que
está recorriendo el país. Este movimiento ha capturado la imaginación de
millones de personas con su llamado a la unidad entre el 99% contra el uno por
ciento, y tiene la capacidad de golpear en el corazón del sistema capitalista
que solo existe para mantenernos divididos.
¿Cómo podemos
crear la unidad entre el 99%? Requiere construir confianza entre las
comunidades a las que por mucho tiempo se les ha dicho no tienen nada en común.
Se requiere tomar una postura firme contra la brutalidad policial, sentimientos
anti-inmigrantes, y todas la instituciones que se crean para mantener a las
comunidades negras y latinas en el fondo de la escalera económica. En el
proceso, este movimiento se puede expandir para traer a los líderes y
combatientes más decididos de estas comunidades que tienen mucho que ganar
cuando la dictadura de Wall Street llegue a su fin.
Crisis
económica revela un sistema racista
Durante una
recesión económica, el racismo inherente en el sistema se vuelve aun más
pronunciado. Mientras que los últimos años han sido muy difíciles para la
mayoría de las personas en los Estados Unidos, las comunidades negras y latinas
siguen por detrás en el acceso a empleos bien pagados, ingresos, vivienda y
otros beneficios sociales.
A partir de
septiembre del 2011, la tasa de desempleo de afroamericanos alcanzó el 50 por
ciento en algunos lugares. Datos del Censo muestra una diferencia entre los
ingresos del hogar de familias blancas y las de color, eso se trata de 20-1
para afroamericanos y 18-1 para latinos—un incremento en la desigualdad en los
últimos 10 años.
Usar a los
trabajadores indocumentados como víctimas propiciatorias ha incrementado,
culpando a los segmentos más pobres de la sociedad en lugar de los
multimillonarios que crearon la crisis. Hay más de 11 millones de
indocumentados que contribuyen a la vasta riqueza de este país y son negados de
derechos y servicios básicos. Se ven forzados a vivir en las sombras y son
objetos de acoso policial, redadas y separación de sus familias.
Necesitamos un
movimiento que diga: todos los trabajadores merecen dignidad, un salario justo
y derechos iguales, independientemente de su estatus de ciudadanía. Los
trabajadores indocumentados merecen amnistía.
Mientras luchamos
contra Wall Street, tenemos la oportunidad de crear un movimiento que se
enfrenta al racismo y crea unidad duradera entre las diversas comunidades que
constituyen el 99 por ciento. Tenemos mucho trabajo por delante, pero
podemos ganar.