Walid Daqqa, el preso político palestino con mayor antiguedad y líder revolucionario, falleció el pasado 7 de abril, a la edad de 62 años, tras cumplir 38 años de condena en una prisión israelí. La muerte de Daqqa es una clara ilustración del inhumano y criminal maltrato, así como la negligencia deliberada de Israel hacia las y los palestinos, a menudo encarcelados sin las debidas garantías procesales. Activistas palestinos responsabilizan a las cárceles israelíes de matar a Daqqa, a causa de “negligencia médica premeditada”. En 2021, Daqqa fue diagnosticado con mielofibrosis, un raro caso de cáncer óseo, y además padecía una enfermedad pulmonar crónica.
Desde su encarcelamiento, Daqqa se ha convertido en un símbolo de resistencia, esperanza y espíritu inquebrantable para las y los palestinos de todo el mundo, encarnando la incapacidad de Israel para sofocar el deseo de emancipación. Las ideas de liberación de Daqqa se expresaron a través de novelas, ensayos y cartas, las que contribuyeron a la solidaridad internacional. El Sindicato Internacional de Editores de Izquierda, describió a Daqqa como “una voz del pueblo, una voz que la ocupación teme y espera silenciar”.
Daqqa, oriundo de Baqa al-Gharbiyye, una de las localidades con población mayoritariamente árabe en Israel, fue detenido en marzo de 1986, por “presuntamente participar en la resistencia armada como militante del Frente Popular para la Liberación de Palestina (PFLP, por sus siglas en inglés)”, y fue condenado a cadena perpetua. Su sentencia posteriormente se rebajó a 37 años, no obstante, Israel continuó deteniéndolo de manera ilegal hasta su muerte este año, que fue acusado por cargos falsos de contrabando de teléfonos móviles en prisión.
Grupos internacionales de derechos humanos y organizaciones palestinas de base, han denunciado en reiteradas ocasiones el maltrato israelí infligido a Daqqa, así como otros presos políticos, sosteniendo que los presos políticos palestinos son objeto de sistemáticas torturas, negligencia y confinamiento en celdas de aislamiento. En mayo del año pasado, el Consejo de Organizaciones Palestinas de Derechos Humanos, apeló urgentemente a los Procedimientos Especiales de las Naciones Unidas, exigiendo la liberación inmediata de Daqqa, debido al inminente deterioro de su salud como resultado directo de la política de negligencia médica ejercida de forma deliberada por el Servicio Penitenciario Israelí (IPS, por sus siglas en inglés).
En un informe de 2021, las Naciones Unidas reconocieron la política premeditada de Israel de retrasar deliberadamente los tratamientos de urgencia, y la condenaron como una táctica aborrecible y sistemática contra las y los palestinos con el fin de prolongar su sufrimiento. Además, el informe afirma que, “violando los derechos de los prisioneros palestinos a la salud y la dignidad, la política premeditada de negligencia médica del IPS se ha convertido en una parte integral de la opresión israelí de los presos y reclusos palestinos”.
El año pasado, la directora regional de Amnistía Internacional para Medio Oriente y el Norte de África, dijo que el caso de Daqqa demuestra la “crueldad del sistema de justicia israelí hacia los palestinos, incluidos aquellos que están gravemente enfermos o en estado terminal. Las condiciones de salud [de Daqqa], ya se han visto agravadas debido a la negligencia médica por parte del Servicio Penitenciario Israelí [que] se negó a trasladarlo a un centro hospitalario durante 11 días, un retraso que provocó complicaciones potencialmente mortales”.
A pesar de los múltiples intentos de apelación, el caso de Daqqa continuó siendo desestimado. El FPLP señaló el año pasado, “que no liberar a Daqqa equivale a una sentencia de muerte y [responsabiliza]… totalmente a la ocupación sionista…”.
Incluso en condiciones tan represivas, la voluntad de vivir y transmitir el legado de la resistencia perseveró, especialmente con el nacimiento de la hija de Daqqa, Milad, en 2020, quién fue “concebida después de que el esperma de Daqqa fuera sacado de manera clandestina de la cárcel”.
Está claro que Walid Daqqa fue asesinado debido al cruel desprecio que Israel tiene por los presos palestinos, independientemente de su edad o género. Desde el 7 de octubre, las cárceles israelíes solo han intensificado esta tortura y encarcelado a miles de personas más. Al momento de escribir este artículo, hay más de 9,000 palestinas y palestinos en cárceles israelíes, incluidos presos políticos, presos por detención administrativa, niñas, niños y mujeres, y más.
Todo esto constituye el último intento de Israel por aferrarse a su régimen de apartheid, a medida que el cambio en la conciencia de la población, y el sentir global se ha vuelto en contra de éste. La gente ve cada vez más a Israel por lo que realmente es, un régimen colonizador que priva a las y los palestinos de su dignidad, autodeterminación y el derecho a regresar a su tierra. Incluso después de la muerte de Daqqa, Israel se ha negado a entregar el cuerpo a su familia, y anunció que continuará reteniendo sus restos hasta marzo de 2025, fecha oficial del término de su sentencia de prisión.
El legado de las y los mártires palestinos, y Daqqa está impreso en la lucha, y nunca podrá silenciarse, a pesar de los intentos de Israel. Sus sacrificios continuarán encendiendo el fuego de la lucha por la liberación.
¡Exigimos la libertad de todas y todos los presos políticos palestinos! ¡Exigimos el fin de todas las prácticas ilegales y discriminatorias contra las y los palestinos encarcelados! ¡Exigimos el fin de todo financiamiento estadounidense a Israel, el fin de la ocupación y la liberación total de Palestina!