“Cuando
cualquier Forma de Gobierno se vuelva destructora de estos fines, el Pueblo
tiene el Derecho de alterar o abolirlo e instituir un Nuevo
Gobierno”.
–Declaración de Independencia de los Estados Unidos
Los salarios y
prestaciones en las 25 empresas bancarias y bursátiles en Wall Street
alcanzaron $135,5 mil millones el año pasado, la mayor parte de eso en forma de
bonificaciones para los ejecutivos. Esto sólo fue posible gracias a los masivos
rescates que el gobierno estadounidense dio a los bancos hace pocos años.
La naturaleza
criminal del capitalismo está clara. Mientras se sacaba a familias de sus
hogares, y se cerraban para siempre fábricas y tiendas —consignando a millones
de personas más al desempleo y a la pobreza— los cerdos de Wall Street se
dirigían hacia el comedero patrocinado por el gobierno.
El crimen es buen
negocio para los banqueros capitalistas
Durante el
gobierno de Bush y continuando bajo el gobierno de Obama, el gobierno
estadounidense rescató a los más grandes bancos con $11 billones entre
subsidios directos y préstamos garantizados.
Mientras el
gobierno se apresuró a ayudar a los banqueros más ricos, no ha hecho casi nada
para los 10 millones de familias que se encuentran en desahucio o morosos en
sus pagos hipotecarios y por lo tanto en riesgo de perder sus hogares.
Esto es un saqueo
a gran escala. Los políticos, con muy pocas excepciones, llevan el saco de
dinero robado para estos delincuentes de Wall Street. El capitalismo es un
sistema en bancarrota, una forma santificada de corrupción organizada.
Una lección
valiosa de la vida real
Por años, se ha
dicho que el problema con el gobierno estadounidense era que los Republicanos
estaban en el poder. Pero hace cerca de tres años que Bush se fue. Los
Demócratas tienen la Casa Blanca y por dos años controlaron al Congreso por un
amplio margen. Por lo tanto, los Demócratas podían haber aprobado cualquier ley
que quisieran, aunque todos los Republicano votaran en contra.
No se podría
imaginar una mayoría más favorable para el partido Demócrata en el gobierno,
pero los Demócratas no hicieron nada para reportar el poder y el domino sobre
la sociedad de los grandes banqueros capitalistas. Al contrario, siguió echando
billones de dólares directamente a los bolsillos de los capitalistas. Es por
esto que millones de personas votaron en contra de los Demócratas en las
elecciones legislativas del 2010.
Ahora, con la
Casa Blanca y el Senado todavía en sus manos, no han hecho más que halagar a
los súper ricos.
La única
conclusión que se puede sacar es que el partido Demócrata no es ni capaz ni
dispuesto a defender los intereses de los obreros contra los banqueros y los
criminales patronales que han hundido a la economía.
El único remedio
que tenemos los trabajadores es romper el apretón que la moribunda clase
capitalista tiene sobre la sociedad y el sistema político, y especialmente
sobre las instituciones económicas.
A cada trabajador
en este país se le enseñó que el gobierno nació de una revolución. Dicen que
las revoluciones son justificadas –¡siempre y cuando hayan sucedido hace 200
años! Se nos enseñó que cuando se identificó al poder gobernante como opresivo,
el pueblo de este país se levantó y emprendió la acción revolucionaria.
Revolución es
nuestro derecho
La Declaración de
Independencia, que ha sido enseñada a cada niño en este país, sirvió tanto como
una proclamación de intensión como una justificación histórica para la
revolución. La Declaración tenía características progresistas y reaccionarias.
Pero el punto es señalar su justificación histórica para la revolución: “Cuando
cualquier Forma de Gobierno se vuelva destructora de estos fines, el Pueblo
tiene el Derecho de alterar o abolirlo e instituir un Nuevo Gobierno, … cuando
una larga serie de abusos y usurpaciones, buscando siempre el mismo Objetivo,
demuestre el designio de someterlos a un absoluto Despotismo, es su derecho, es
su deber, librarse de ese Gobierno”.
Estamos
construyendo un nuevo movimiento para una nueva revolución. Esta lucha sin duda
producirá una “Declaración” que hablará de las necesidades y posibilidades de
hoy. Proclamará que la próxima revolución tiene la intención de liberar a la
sociedad, sus fábricas, sus oficinas, sus tierras, el transporte y todos sus
recursos naturales del dominio opresivo de los más grandes banqueros e
industrialistas capitalistas. Entonces, y sólo entonces, podremos crear un
gobierno que sea verdaderamente de, por, y para los más de 150 millones de
trabajadores y sus familias que constituyen la gran mayoría de la sociedad.
El trabajo crea
la riqueza de la sociedad. Llegó la hora de que el pueblo trabajador tome el
control.