El pasado 18 de abril fue el Tax Day, una fecha límite que la mayoría de las personas asocia al papeleo, la burocracia y otros dolores de cabeza. Es también un recordatorio de que grandes sumas dinero proveniente de ingresos que el gobierno genera a través de los impuestos van hacia instituciones cuyas actividades son contrarias a los intereses de la gran mayoría de la sociedad.
Mientras la derecha apunta a programas sociales como fuentes de “desperdicio” del presupuesto federal, la realidad es que gran parte de lo que el gobierno gasta no sirve otro propósito más que reforzar la riqueza y poder de la clase dominante. Aquí presentamos tres ejemplos del mal uso criminal de enormes sumas de dinero que podrían ser usadas para satisfacer necesidades humanas en vez de gastarlas asegurando una violencia terrible e incrementar las utilidades de las grandes corporaciones.
La máquina de guerra
Tal vez el ejemplo más evidente de este desperdicio es la máquina militar de EEUU. En sus varias formas, el gasto militar está distribuido en diferentes áreas del presupuesto federal. Si lo juntamos en una sola suma, llegaremos a un trillón de dólares al año. La idea de que este gasto es de “defensa” es irrisorio. La red global de cientos de bases militares mantenidas por el Pentágono –el que recibe más financiamiento que las 10 instituciones militares que le siguen– existe para reforzar el poder de Washington y Wall Street con una fuerza mortal.
La mayor parte del financiamiento militar va al Departamento de “Defensa” con el Pentágono recibiendo $817 billones de dólares en el presupuesto más reciente. Extrañamente, el arsenal militar de armas nucleares, el que es lo suficientemente grande como para destruir la vida de todo el planeta varias veces, está financiado por el Departamento de Energía con alrededor de $31 billones de dólares. Aquello se combina con alrededor de $10 mil millones de dólares de otros gastos relacionados con la guerra provenientes de la legislación anual llamada Ley de Autorización de Defensa Nacional.
Las guerras de Estados Unidos han causado muerte y daños a millones de personas en el mundo y la juventud de clase trabajadora enviada por los generales del Pentágono al frente de guerra también sufren daños físicos y sicológicos en grandes números. Quienes han sido utilizadas y utilizados como carne de cañón en las guerras imperialistas deben recibir atención médica integral y de alta calidad. Sin embargo, el presupuesto de $303 mil millones de dólares del Departamento de Asuntos de Veteranos no sería necesario si estas guerras no ocurrieran.
Además de los presupuestos de los Departamentos de Defensa, Energía y Asuntos de Veteranos, un monto significativo de la deuda total acumulada por el gobierno de Estados Unidos a lo largo de los años se puede atribuir al gasto militar. Cada año, la tasa de interés acrecienta aún más una deuda que debe ser pagada.
Dádivas para las corporaciones
El gobierno es fuente de cientos de billones de dólares que ingresan a las corporaciones, llenando los bolsillos de sus ejecutivos a expensas del público. En este frente, el ejemplo más iluminador es nuevamente el militar. Para los Estados Unidos, librar la guerra es una asociación pública-privada donde el Pentágono trabaja en una enorme red de corporaciones que proveen armas y todo lo que requieren las iniciativas militares imperialistas. En 2021, el gobierno pagó a contratistas $339 billones de dólares, una suma que equivale a aproximadamente el tamaño de la economía egipcia.
Las corporaciones de petróleo que destruyen el planeta también cuentan entre las mayores beneficiarias. Ellas reciben aproximadamente $20 billones de dólares al año de parte del gobierno en la forma de múltiples subsidios, 80% de los cuales van a la extracción de gas natural y de petróleo y 20% a la producción de carbón. En vez de llevar adelante las acciones necesarias para transformar la matriz energética, el gobierno de Estados Unidos preside un sistema de incentivos que está llevando al planeta a una catástrofe climática.
Además de estas dádivas que provienen del nivel federal, subsidios que alcanzan $95 billones de dólares al año son entregados por los gobiernos estatales y locales. Tomando la forma de pagos directos y créditos de impuestos, los llamados “paquetes de incentivos” son presentados como formas de atraer inversión y trabajos. Aquellos son parte de una carrera hacia el abismo para proveer a las grandes empresas de las condiciones más favorables posibles en desmedro de las y los trabajadores, el público en general y el medioambiente. Un estudio de los principales programas de desarrollo económico a nivel estatal producido por Good Jobs First descubrió que el 38% no informa públicamente el nombre de las compañías beneficiadas.
Represión estatal policial
Cientos de miles de oficiales encargados del cumplimiento de la ley sirviendo desde los departamentos locales de policía hasta las agencias nacionales altamente especializadas consumen recursos públicos a una escala enorme. Una fuerza tan temible y generosamente financiada como aquella solo se necesita en una sociedad como los Estados Unidos, donde la desigualdad extrema se enfrenta con una violencia brutal. En este contexto, la policía no se encarga de la “seguridad pública” así como tampoco el Pentágono se preocupa de la “defensa nacional”.
A nivel federal, gran parte del financiamiento del estado policial puede ser encontrado en el presupuesto del Departamento de Justicia. El FBI, DEA, ATF y alguaciles estadounidenses combinados con las oficinas de abogados a lo largo del país obtienen un total de $19,2 billones de dólares. La gran red de instalaciones mantenidas por el Buró de Prisiones del Departamento de Justicia implica un financiamiento que alcanza los $8,4 millones de dólares.
Creado en el 2002, el Departamento de la Seguridad Nacional es otro de los principales lugares de las agencias represivas. En total, la agencia de Protección de Aduanas y Fronteras (Customs and Border Protection) tiene un presupuesto total de $16,5 billones de dólares, con 7,2 billones dedicados específicamente para el control de las fronteras. A su vez, ICE recibió $8,8 billones de dólares en el presupuesto más reciente, incluyendo el financiamiento para operar los tristemente conocidos centros de detención que tienen una capacidad para 34.000 detenidos y detenidas. Ambas agencias son reconocidas por la brutalidad racista. En una sociedad con niveles tan profundos de pobreza, una infraestructura básica colapsada y servicios públicos lamentablemente inadecuados, es obsceno que el gobierno elija gastar estas enormes sumas de dinero en estas materias. Esto es simplemente reflejo de sus verdaderas prioridades: muerte, destrucción y terror en aras de ganancias cada vez mayores para las empresas estadounidenses.