Durante el ciclo electoral actual, el perenne candidato
republicano, Ron Paul ha ganado mucha atención y se presenta como una
alternativa a la clase política. Dependiendo de su nivel de locura, los
acérrimos partidarios de Paul le dirán que él se opone al nuevo orden mundial,
del estado-ismo o del corporativismo. Sin embargo, una frase, en particular,
relacionada con su ideología libertaria retrograda ha ganado tracción: el
capitalismo de compinches.
La implicación de este término es que el capitalismo en su
estado “natural” es la solución a los problemas de la sociedad, pero
este ha sido corrompido por individuos codiciosos que se han desviado de los
ideales del mercado libre. En lugar de luchar por un nuevo sistema, los
libertarios sostienen, que debemos eliminar todas las dádivas del gobierno y
las entidades monopólicas que atentan contra la pureza de la competencia
económica. Esta línea de razonamiento pasa por alto las tendencias fundamentales
del capitalismo, así como la naturaleza del Estado, y sólo sirve para desviar
el creciente movimiento popular contra el 1 por ciento y su sistema de
explotación y opresión.
La tendencia a formar monopolios
Una de las leyes básicas del sistema capitalista es la
tendencia a formar monopolios, un proceso llamado por los marxistas
consolidación de capital. Los costos asociados con un mercado competitivo, como
la publicidad, la falta de acceso a economías de escala y menos influencia
sobre los trabajadores, son un lastre para las ganancias. Por lo tanto, tan
pronto como un capitalista obtiene una ventaja,
compra a las empresas rivales a fin de minimizar y eventualmente
eliminar la ineficiencia asociada con la competencia.
Con el fin de preservar la estabilidad del sistema
capitalista, el estado capitalista, en ocasiones ha intervenido para limitar
este proceso. Sin embargo, la consolidación de capital nunca puede ser
totalmente suprimida y, en general se acelera durante los períodos de crisis
económica. Por ejemplo, en medio del colapso financiero de 2008, el Banco de
América adquirió Countrywide Financial y Merrill Lynch, que de otro modo
habrían ido a la quiebra, por $ 2,5 mil millones y US $ 50 millones,
respectivamente. Si de alguna manera, volviéramos a la era de la competencia a
pequeña escala, como la defiende Ron
Paul, el proceso de consolidación de capital simplemente reiniciaría y nos
llevaría de nuevo a la misma situación.
Los libertarios se asombran de que los banqueros ricos y los
directores generales constantemente ejerzan influencia e intercambien favores los funcionarios
electos. Esta práctica, según ellos, debería ser ilegal para acabar con el
“compinche” del capitalismo de amígueles. El supuesto subyacente es
que el Estado es una entidad independiente, por encima de las contradicciones
de la sociedad que gobierna. De hecho, el Estado es una herramienta para la
dominación de una clase sobre otra.
Siempre que la riqueza social se concentra en las manos de
un pequeño grupo, una característica inherente de la sociedad capitalista, es
natural que se use la riqueza para dirigir el proceso político. Para la clase
capitalista, los costos asociados con el mantenimiento del estado – incluyendo
el cabildeo y las contribuciones de campaña – son inversiones que valen la pena
para la estabilidad de su sistema.
Adoptar una perspective de futuro
Ron Paul y otros libertarios sobreviven con la nostalgia de
una edad de oro del capitalismo que insisten en algún momento existió en el
pasado. En lugar de tratar de volver atrás las ruedas del tiempo, es necesario
adoptar una perspectiva de futuro y luchar por una sociedad basada en el poder
de los trabajadores y la abolición de toda forma de explotación.