Por años, Sudáfrica ha sido representado como un caso único del colonialismo y opresión racial porque fue gobernado por décadas por reglas formales del “Apartheid”. Pero para revolucionarios en Sudáfrica y por todo el continente, la lucha, a pesar de las características únicas, fue un componente critico de la mas amplia ola de liberación africana.
Enemigos comunes, soluciones comunes
El comercio transatlántico de esclavos, el dominio colonial posterior por los poderes europeos occidentales y la división formalizada del continente en la Conferencia de Berlín de 1885 afectó a toda África.
Los enemigos y problemas comunes enfrentando a las naciones de África se convirtieron en luchas y movimientos comunes que por lo general abarcaron el socialismo y pan-africanismo como guías políticas.
Comenzando en la década de 1920, partidos comunistas y socialistas fueron formados en todas las regiones de África sahariana y sub-sahariana. En los años de 1940, los movimientos de liberación nacional se expandieron contra los antiguos poderes coloniales europeos, y los socialistas africanos organizaron los sectores principales de los pueblos para tomar acción: los trabajadores industriales y domésticos, los desempleados, estudiantes, campesinos y gente sin tierra.
La Organización de Unidad Africana fue fundada en Addis Ababa, Etiopia el 25 de mayo, 1963, uniendo las fuerzas por todo el continente. Un elemento crítico de esta primera junta fue el establecimiento del Comité de Liberación cuyo objetivo era otorgar asistencia en todos los niveles a aquellos quienes seguían luchando contra el dominio colonial. Sudáfrica fue un enfoque mayor. Aunque Sudáfrica no estaba “colonizado” formalmente por un poder extranjero, el gobierno del Apartheid dominado por una población blanca colono mantenía a su población africana en un estado colonial de facto.
Sudáfrica la punta de la lanza
Debido a su estatus como el país mas desarrollado industrialmente en África, Sudáfrica era central para la dominación imperialista y también un eslabón clave en la cadena de la revolución continental.
El gobierno colono de Sudáfrica utilizó su poder económico y militar para desestabilizar los intentos para una amplia unidad africana.
Esto ocurrió en dos maneras principales. Primero, el gobierno de Sudáfrica era capaz de debilitar a los estados progresistas y socialistas en el sur de África por medio de la guerra. Ayudó al régimen racista de Rhodesia (ahora Zimbabwe), patrocinó fuerzas reaccionarias en la región y empleó una agresión militar extensa en Angola, Mozambique y Namibia, que era una colonia de Sudáfrica. Segundo, su poder económico permitió a líderes africanos reaccionarios como el presidente de la Costa de Marfil en ese tiempo, Felix Houphoet-Boigny, postularse como “negociadores” para una resolución “pacifica” en la lucha contra el Apartheid.
Sudáfrica justificó esta desestabilización política y militar basándose en el “anti-comunismo” porque la mayoría de las fuerzas de liberación sudafricanas tenían una orientación socialista. Esto también causaba gran miedo a los imperialistas. Ellos anticipaban que el triunfo contra el Apartheid en Sudáfrica abriera la puerta al socialismo en el centro político y industrial del continente.
Unidad necesaria para la victoria
Los movimientos de la liberación nacional en el sur de África recibieron apoyo fuerte por parte de los estados africanos socialistas y pro-socialistas como Ghana, Tanzania, Guinea, Zambia y la República Popular de Benín y la República Popular de Congo-Brazzaville, también de países como Libia y Nigeria.
Tanzania patrocinó a los campos de entrenamiento del ANC tan pronto como 1962 y en 1978 asignó espacios para facilidades de educación para los jóvenes que huyeron del país durante el levantamiento de Soweto. Zambia sirvió como el cuartel general para cada de estas luchas de liberación, proporcionando un refugio seguro para los exilios y campos de entrenamiento y preparación fuera de las líneas de fuego para los operaciones contra el enemigo colonial.
China, la Unión Soviética, la República Popular Democrática de Corea, la Republica Socialista de Vietnam y otras naciones en el campo socialista también otorgaron apoyo a las luchas de liberación sudafricanas.
La coordinación internacional entre las fuerzas africanas y el campo socialista dio fruto en los días de protestas masivas, movilizaciones masivas de desobediencia civil en los pueblos de Sudáfrica en los años 1980 y la contribución decisiva de Cuba por anos, incluso en la batalla de Cuito Cuanavale, Angola. Esta batalla salvaguardó la soberanía de Angola y aceleró la independencia de Namibia, como también la liberación de Nelson Mandela y otros dirigentes principales del Movimiento de Liberación Nacional.
El abandono de una política extranjera revolucionaria y internacionalista por parte de China y luego la derrota de la Unión Soviética fueron enormes golpes para aquellos luchando para liberarse de la dominación capitalista e imperialista en el continente africano. Esta nueva situación global dio marcha atrás a la ola de revolución y dañó la tendencia hacia la unidad pan-africana.
Hoy más que nunca, los actuales ejemplos en el sur de África, desde la lucha de clases organizada de Sudáfrica hasta la reforma agraria de Zimbabwe tienen la posibilidad de moldar las luchas contra el neo-colonialismo por toda África. Con los temas comunes del uso de las tierras, los conflictos étnicos, el nivel de vida y la soberanía nacional , la interconexión del continente obligará una lucha hacia la unidad africana y la transcendía del neo-colonialismo hasta la liberación verdadera: socialismo.