A partir de 1994, Sudáfrica ha sido gobernado por el Congreso Nacional Africano —el ANC por sus siglas en inglés), que ha mantenido la “Alianza Tri-partido” con el Partido Comunista Sudafricano (el SACP), y el Congreso de Sindicatos Sudafricanos, o COSATU.
En los fines de diciembre 2013, un poco después del fallecimiento de Nelson Mandela, esta alianza experimentó su separación más importante en 20 años. El Sindicato de Trabajadores Metalúrgicos de Sudáfrica aprobó unánimamente una resolución en un Congreso Especial declarando que ha dejado de apoyar el ANC gobernante para los próximos comicios. En cambio, el sindicato estudiará la posibilidad de un nuevo partido socialista revolucionario de trabajadores, y ha llamado a que la inmensa y poderosa federación laboral, COSATU, haga lo mismo y declare su independencia del gobernante ANC.
El sindicato metalúrgico, NUMSA por sus siglas en inglés, no es el primer grupo que ha roto su alianza con el ANC en nombre de avanzar los intereses de la clase trabajadora. El Frente de Izquierda Democrática, con orientación de movimiento social, fue formado en 2011. El Partido Trabajador y Socialista, que creció después del masacre policial de los mineros huelguistas en Marikana, se formó en 2012. El grupo populista, los Luchadores de Liberación Económica, dirigido por el antiguo líder juvenil del ANC Julius Malema, se formó en 2013. Hay otras uniones y organizaciones del movimiento social que han salido de la Alianza del ANC en años recientes.
Pero el significado de la separación del NUMSA es que es el sindicato más grande en el país — representando a 338.000 trabajadores — con una larga y militante historia en Sudáfrica y dirigido por comunistas.
El Partido Comunista Sudafricano
El Partido Comunista Sudafricano tiene una larga y poderosa historia de lucha en el país. Se convirtió en partido de masa en la batalla contra el apartheid, ganando posiciones de liderazgo en la lucha libertadora y en los sindicatos por su claridad política, su internacionalismo y el tremendo sacrificio de sus militantes. A partir de la derrota del apartheid, el SACP ha continuado en la Alianza con el ANC y los sindicatos laborales, manteniendo posiciones de influencia en el estado capitalista.
Aunque comunistas generalmente no aceptan posiciones ejecutivos en el estado de un país capitalista, para luchar por la independencia política de la clase trabajadora, el SACP mantiene que las tareas del país requieren una estrategia diferente.
El SACP, junto con la alianza, define la etapa actual como una de Revolución Democrática Nacional, y esta revolución como “la liberación nacional del pueblo africano en particular y el pueblo negro en general, por la destrucción del poder político y económico de la clase dominante racista, y por el establecimiento de un estado unido del poder popular en donde la clase trabajadora será la fuerza dominante y que avanzará sin pausa hacia la emancipación social y la abolición total de la explotación del hombre por hombre”.
La alianza del SACP con el ANC, que mantiene su frente unido contra el apartheid, es una alianza de las dos fuerzas, capitalista y trabajadora. El SACP dice que la Alianza es la sede de lucha para revolucionarios, donde la clase trabajadora debe luchar por el liderazgo para asegurar que la Revolución Democrática Nacional siga en un rumbo socialista.
Pero para que la clase trabajadora pueda ser la fuerza dominante en la sociedad, hay que derrotar el dominio de la clase capitalista y del imperialismo. La idea que el socialismo puede ser introducido “sin pausa” por medio de las reformas y negociaciones es una ilusión.
Después de 20 años, hay una frustración creciente dentro de la clase trabajadora, de que el país no ha avanzado hacia la emancipación social, y al contrario, ha visto la consolidación de un nuevo sistema capitalista. El sindicato metalúrgico plantea que la estrategia de la Alianza ha amarrado las manos de la clase trabajadora, y que el SACP — a pesar de su retórica — se ha metido tan profundamente en el estado que no puede funcionar como centro de iniciativas revolucionarias.
Capitalismo atrincherado
Al fondo de los debates en Sudáfrica es la tremenda presión de la perspectiva económica neo-liberal aceptado por el ANC en el período pos-1994. La crisis de la pobreza, el desempleo, la corrupción, el SIDA/VIH, y los enlaces estrechos entre el ANC y el capital han creado duda que la Alianza sigue siendo un vehículo para el proceso revolucionario.
Sólo decir que la situación hoy en día es “peor” que durante el brutal sistema del apartheid, como algunos dicen, es erróneo e ingenuo.
Sin embargo, Sudáfrica tiene una altísima tasa de desempleo de 25 por ciento, y para las personas menos de 35 años, ¡el índice llega a 70 por ciento! Junto con la desigualdad en la educación y la salud, la falta de reforma agraria, servicios sociales muy malas, la continua penuria y segregación de los pueblos negros, y la situación sí es muy mal para el pueblo trabajador.
En 2007 y 2009, las conferencias del ANC admitieron — si tan solo en la retórica — que la actual realidad económica no corresponde a la visión declarada del ANC, y que se necesita una nueva fase para animar el desarrollo y combatir la desigualdad. Pero la retórica no fue seguido con un programa coherente y consecuente de lucha contra la desigualdad capitalista.
La masacre en 2012 de los mineros en Marikana por la policia resultó ser un evento despertador en la política trabajadora de Sudáfrica. El masacre fue eco de la represión anti-obrero en la era de apartheid, mostró el continuo dominio de las corporaciones y expuso los fallos del liderazgo del ANC, del SACP y del COSATU. Todos ellos perdieron credibilidad por la falta de condenar y procesar a la policía y a los oficiales gubernamentales responsables de la masacre.
Porque la división
Esta situación, tan alejada de la visión de la Revolución Democrática Nacional, ha agitado aun más a la clase trabajadora sudafricana, y está reflejada dentro de las estructuras de la Alianza también.
La presentación reciente del “Plan de Desarrollo Nacional” del ANC intensificó la crisis dentro de la Alianza. Para el sindicato metalúrgico, el Plan significa que el ANC mantendrá el rumbo neo-liberal, no obstante el uso de cierta retórica de izquierda. El SACP y otras fuerzas de izquierda admiten que el documento tiene sus fallos, pero dicen que contiene beneficios importantes para la clase trabajadora y que establece la base para una perspectiva coherente y radical.
Desde entonces, la batalla política entre el sindicato metalúrgico y el SACP ha intensificado. El NUMSA mantiene que el SACP ha traicionado los intereses de la clase trabajadora.
Los comunistas luchan por el mayor nivel de unidad organizativa contra la clase dominante. Las divisiones innecesarias no se pueden celebrar. Pero en este caso, la crítica del NUMSA al SACP parece ser razonable.
La visión estratégica del NUMSA muestra bastante promesa. El NUMSA ha lanzado una estrategia para crear un frente unido para unir las luchas de los trabajadores — no importa cómo votan — en el trabajo y en los pueblos segregados (townships), con el propósito explícito de luchar por el socialismo. Sudáfrica tiene muchos revolucionarios pero no tiene un centro revolucionario. El modelo del NUMSA es crear un centro donde la unidad más amplia entre los revolucionarios puede formarse.
Es una exageración cuando uno dice que el SACP y el ANC han sido completamente capturados por los intereses del capitalismo neo-liberal. Hay muchos militantes y revolucionarios en ambas organizaciones y el PSL espera que la escalada de la lucha de clases en Sudáfrica creará la oportunidad para que resurjan las mejores tradiciones dentro del SACP.
Saludamos la nueva iniciativa de NUMSA como una histórica y muy necesaria avance para la clase trabajadora sudafricana, que tiene el potencial de dramáticamente profundizar la lucha por el socialismo y de fortalecer las fuerzas revolucionarias en Sudáfrica.