Durante la trayectoria de la campaña, mucha gente me ha preguntado lo que yo haría si llegara a ganar la presidencia.
Obviamente aunque el Partido Socialismo y Liberación lograra llegar a la presidencia, la sociedad todavía estaría bajo el dominio del los intereses capitalistas, y por lo tanto necesitaríamos una revolución para lograr un verdadero cambio de poder. Ciertamente es verdad cuando se dice que el presidente no tiene poderes sin limites, y de que todos los problemas de la sociedad no pueden ser resueltos por la persona que habita la Casa Blanca. Pero hablaremos de eso más adelante—primero vale la pena considerar lo que el presidente podría hacer aquí y ahora.
Un comandante en jefe antiimperialista
El primer día de gobierno, comenzaríamos por declarar el final de la guerra ilegal en contra del pueblo de Afganistán como también los ataques de aviones piloteados a control remoto sobre Pakistán y otros países. Retiraríamos a todos los contratistas militares de Irak. También desmantelaríamos las sanciones económicas en contra de Siria e Irán. Eliminaríamos toda asistencia militar que en este momento se les suministra a todos los gobiernos títeres alrededor del planeta, y liminaríamos los fondos que se utilizan para generar guerras civiles. Desmantelaríamos todas las bases militares impuestas alrededor del planeta. Guantánamo sería retornada a Cuba. Retiraríamos a todas las agencias encargadas de hacer cumplir la ley de los países colonizados—Puerto Rico, Samoa, Guam, Islas Vírgenes e Islas Mariana—e declar su independencia inmediata. Cumpliríamos con todos los tratados entre el gobierno y las naciones nativo americanas, además de promover el dialogo para la restitución de sus tierras y recursos.
Le ordenaríamos a los cientos de miles de tropas estadounidenses—actualmente desplegados por todo el mundo en su papel de colonizadores—que regresaran a sus hogares junto a sus familias y les suministraríamos empleos para que se incorporen a la vida civil.
Haríamos un llamado para que todas las corporaciones estadounidenses que explotan las riquezas de otras naciones sean expropiadas, y de que las riquezas robadas sean retornadas a sus representantes democráticamente elegidos en todos los países que sufren opresión. Se calcularía los daños y perjuicios a pagarles a todos los países que han sido saqueados por siglos de colonialismo y neo-colonialismo. Esto establecería las bases para que los pueblos del mundo vivan en principios de igualdad y para cerrar las brechas existentes en las condiciones de vida, oportunidades y salarios.
La declaración de estado de emergencia nacional
Declararíamos un estado de emergencia nacional con muchos temas urgentes como: vivienda, pobreza, desempleo, el medio ambiente, la brutalidad policiaca y el encarcelamiento masivo.
Los miles de millones de dólares que se gastan para sostener al ejército imperial serían reinvertidos en un programa masivo de empleos. Decenas de millones de americanos que están desempleados y subempleados volverían a tener empleo.
Haríamos un llamado a formar asambleas populares para tratar la necesidad de llevar a cabo enmiendas constitucionales, para garantizar constitucionalmente el derecho al empleo, vivienda y salud.
Con la misma velocidad en que miles de millones de dólares fueron entregados a Wall Street durante el rescate económico financiero de 2008, nosotros haríamos lo opuesto: ¡Confiscaríamos los bancos! Esto podríamos defenderlo legalmente con el argumento de que todos lo bienes que poseen han sido robados, no obtenidos honradamente. Argumentaríamos que ellos han cometido los delitos más graves en contra del pueblo, y que por lo tanto, le conviene al pueblo que sean convertidos en un segmento del sector de servicios públicos.
Nosotros podríamos dar inicio al proceso de reorganizar la economía para satisfacer las necesidades humanas de la siguiente manera: Crearíamos el Banco Popular, la contaduría y la administración estarían bajo el control democrático del 99 por ciento—esto incluiría a los representantes locales de las comunidades y la las organizaciones vecinales; las familias trabajadoras, los estudiantes y la juventud; funcionarios electos, sindicatos, pequeños empresarios, organizaciones medio-ambientalistas populares y otras. Al expropiar a la diminuta clase de multimillonarios que tiene dominio absoluto de la economía, no hay nada que no podamos lograr.
Nacionalmente declararíamos una moratoria de los embargos hipotecarios y los desalojos. A las familias desamparadas se les autorizaría a que encuentren hogar dentro de las más de 17.5 millones de casas inhabitadas que existen através de todo el país.
El mandato presidencial de Obama relacionado con los préstamos estudiantiles expedido o apoyado por el gobierno, solamente reduce los pagos y obliga a los estudiantes a que esperen 20 años para que posiblemente se cancele la deuda. Nosotros promulgaríamos un mandato para cancelar todas estas deudas inmediatamente como parte de un esfuerzo más amplio para garantizar el acceso a la educación para todos.
Nosotros nombraríamos dirigentes obreros en la Junta Nacional de Relaciones Laborales, impulsaríamos una campaña sindical y un salario mínimo de $15-20 por hora. Las empresas que son conocidas por quebrantar los derechos de los trabajadores serian procesada, confiscadas y traspasadas al control obrero. Toda fábrica que haya sido cerrada sería reactivada y traspasada al control obrero y de las organizaciones comunitarias.
La lucha por la verdadera igualdad
Nosotros promulgaríamos mandatos que acaben con las deportaciones, diseñaríamos leyes que otorguen estatus legal y equitativo a todos los inmigrantes.
Nosotros iríamos más allá de la Ley de Igualdad de Salarios, Lilly Ledbetter Act, la cual solamente concede un prorroga del tiempo que una mujer tiene para demandar al patrón por discriminación de genero. Lucharíamos por una verdadera ley de equidad de salarios que obligaría a las empresas a revelar públicamente la contaduría.
Lucharíamos para que Roe v. Wade (ley que protege los derechos reproductivos de la mujer) se consagrada como una ley federal, garantizando el acceso inmediato al aborto según la necesidad.
Confrontar la represión del estado
Declararíamos el fin de la “guerra contra las drogas” y ordenaríamos la puesta en libertad de las prisiones federales a los delincuentes que no sean violentos, y que hayan sido imputados por delitos relacionados con las drogas. A estos se les proporcionaría rehabilitación para drogadictos y empleos con salarios dignos. Los exreclusos que sean culpables de este tipo de delitos podrían borrar sus antecedentes penales. Los prisioneros políticos por participar en el movimiento de Liberación Negra, la Independencia de Puerto Rico y otros movimientos populares serian liberados, como también los Cinco Cubanos.
Declarar íamos el fin inmediato de la pena de muerte.
Despediríamos al alto mando de la policía y del ejército. Haríamos un llamado a formar asambleas comunitarias por todo el país para identificar los comisionados policiales y a los agentes que son racistas y abusivos para que sean procesados a nivel federal. A los soldados rasos, con derecho a organizarse, también se les instaría ha denunciar a los oficiales que hayan cometido abusos.
Se le ordenaría al nuevo Fiscal Federal que inicie investigaciones de todos los bancos importantes y las corporaciones de Wall Street. En poco tiempo, los banqueros de Wall Street, los ejecutivos de las corporaciones y de las compañías de seguros—todos aquellos responsables de la crisis económica y quienes se han enriquecido ilícitamente a costa de la miseria de otros—quedaran tras las rejas junto a los altos mandos la policía y el ejército.
Detendríamos inmediatamente la guerra en contra de las garantías constitucionales que se lleva a cabo en nombre de la “guerra contra el terrorismo”. Exigiríamos la derogación de la Ley Patriota y la Ley que autoriza la detención indefinitiva de sospechosos por terrorismo.
Lo que no podríamos hacer como presidente/por que es necesario una revolución
Todo lo antedicho demuestra lo que un presidente podría hacer a favor de los pobres y los trabajadores en Estados Unidos y del mundo. Por supuesto que existirían enormes obstáculos por parte de la clase dominante para impedir estas reformas.
El actual sistema constitucional no fue diseñado para “proteger la libertad”, si no que para proteger a los ricos y poderosos (incluyendo a los dueños de esclavos) de reformas significativas que beneficien al pueblo. Desde la “separaciones de poder”, a las considerables disposiciones de los “derechos estatales” y al arreglo electoral de que el que obtenga la mayoría es el ganador, este sistema está diseñado precisamente para obstaculizar el tipo de programa radical que nosotros promovemos.
Todavía existirían los mismos jueces y muchas de las mismas leyes que han sido diseñadas en contra de los pobres, los trabajadores y las nacionalidades oprimidas, todavía existirían en los libros.
En el ámbito económico, todavía existiría una larga brecha entre pobre y rico, inclusive después de que una persona socialista fuera electa como presidente. Podemos pronosticar que los bancos harían todo lo posible en su poder para prevenir que confisquemos las riquezas almacenadas en sus bóvedas. Las corporaciones lucharían a muerte para defender su “derecho a la propiedad” que utilizan para hacer las decisiones económicas basadas en sus intereses.
Los generales del Pentágono, los directores de las prisiones y los comisionados de la policía utilizarían sus redes y conexiones para resistir que sean acusados por sus delitos.
Los medios de comunicación privados harían todo en su poder para calumniarnos y confundir al pueblo, a la misma vez que continuarían promoviendo su típica intolerancia.
Por lo tanto ¿Cómo podríamos lograr un verdadero sistema nuevo, con un nuevo poder, respaldado por una nueva constitución? ¿Cómo podríamos ejecutar estos cambios radicales ante la resistencia del poder existente? Por eso es que necesitamos una revolución.
Las revoluciones son poco comunes, pero ocurren. Cinco años antes de que ocurriera, nadie pronosticó la revolución Estadounidense del siglo 18.
Lo mismo sucedió con la Guerra Civil, una revolución que abolió la esclavitud. También el movimiento de los Derechos Civiles, en el cual los excluidos de la sociedad—el pueblo afro americano, empleados domésticos, empleados agrícolas y estudiantes—revolucionaron el Sur del país y la política nacional. Como se solía decir durante la lucha en contra del apartheid en Sudáfrica, “Todas las revoluciones son imposibles hasta que ocurren; entonces se tornan inevitables”.
Por primera vez, una revolución transformaría a las masas de pobres y trabajadores en la clase dominante de la sociedad, desplazando totalmente del poder al .01%. La revolución tonvertiría a la propiedad pública los medios de producción (propiedad común). Esto generaría una economía planificada que verdaderamente podría encaminarse hacia la satisfacción de las necesidades humanas y garantizar un desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente.
Nosotros aprovecharíamos la inmensidad de este país y trabajaríamos con las familias y las comunidades para que también aprovechen el vasto terreno, la naturaleza y los recursos que existen. De esa manera, ningún niño tendría que crecer sin aire puro ni un patio donde recrease. De esta manera, un país como el que conocemos, dividido entre suburbios y barrios marginales, dejaría de existir.
La revolución transformaría los medios de comunicación y la enseñanza escolar, lo cual en su momento, transformaría la manera en que a nuestros hijos se les educa acerca de si mismo y la sociedad. Los síntomas que identifican a nuestra sociedad como la baja autoestima, el acoso en la escuela por estudiantes abusivos, las pandillas y la depresión, serían eliminados con alternativas económicas ey la educación. El racismo, el sexismo y la intolerancia contra las comunidades LGBT, serían combatidas a través de todas las instituciones de la sociedad y se convertirían en ideologías del pasado.
No solamente puedes soñar con nosotros—lucha junto a nosotros. Como dijo el Che Guevara, “Seamos realistas y hagamos lo imposible”. Solamente un movimiento consolidado de trabajadores, soldados, estudiantes, inmigrantes, mujeres y las comunidades LGBT pueden lograr que este tipo de sociedad se convierta en realidad. Pero solamente organizando el derrocamiento de la actual estructura de poder es como podremos comenzar a construir este camino. Únete a nosotros para lograr esta visión del socialismo.