Un elemento central de la destrucción de la tierra es la producción de una enorme cantidad de desprecios. Algunos de los desperdicios, como el papel, son biodegradables si se desechan apropiadamente, pero muchos—como los plásticos—requieren métodos de desechos mas complejos para que sean ambientalmente saludables.
Sin embargo, actualmente, los materiales de desechos no sólo terminan en vertederos sino también en los océanos, hábitats de agua dulce y en nuestras comunidades. Sin ningún verdadero plan centralizado o de gran escala para tratar el creciente aumento de desperdicios, y con más y más siendo producido todo el tiempo, el problema emperece.
Deshaciéndose impropiamente de desperdicios no-degradables, por medio de fogatas masivas o echándolos hacia el mar, destruye aun más al medio ambiente. El tema de la administración de desperdicios ha recibido mucha atención en las ultimas décadas mientras que las líneas productivas globales han producido comodidades a una escala masiva y el medio ambiente ha sufrido.
Una respuesta bien conocida es la campaña de “Reducir-Reusar-Reciclar”. Su dicho es “reducir” el aumento de cosas que usas para producir menos basura, “reusar” lo que puedas para evitar tirarlo y a “reciclar” no que no reusas por medio ciertos métodos de colección.
Verdaderos ambientalistas han promo-vido esta campaña, urgiendo a la gente a ser más conscientes y a participar activamente en preservar el planeta.
Pero la campaña también ha sido promovida por fuerzas pro-corporativas. Esto incluye a “líderes ambientalistas” como Al Gore, cuya promoción de la responsabilidad personal quita la atención a la culpabilidad de los élites políticos y corporativos. Incluso los contaminadores corporativos intentan mejorar su imagen por medio de campañas públicas llamadas “Vamos al Verde” o donaciones para los grupos ambientales políticos moderados.
Claro, cualquier cosa que ayude detener la destrucción ambiental es algo bueno. Ser consciente sobre el impacto que tiene nuestras acciones individuales es parte de crear consciencia política, respeto hacia el planeta y un movimiento para un sistema económico ambientalmente sostenible.
Sin embargo, en términos de salvar al ambiente de los desechos masivos, esta campaña es como poner una curita sobre un pie mutilado.
En los Estados Unidos—sin tomar en cuenta la mayor parte del mundo en desarrollo—muchas comunidades no tienen acceso a centros de reciclaje o colección al hogar.
Aunque estas opciones fueran accesibles para todos, el reciclaje pone el carga de la responsabilidad sobre el consumidor. Al final, es el modo capitalista de producción—basado en el aumento de lucro sin cesar— que crea el problema del desecho, pero los consumidores son los que les toca recoger la basura.
Verdaderos cambios vienen cuando se controla la producción, no los hábitos del consumismo. Por ejemplo, manejando los autos “hybrid” quizás “reducirá” el uso de combustibles fósiles que emite contaminación. Peros si estos autos están muy caros para ser comprados por el público, esta tecnología avanzada es subutilizada. Por otra parte, los grandes productores de auto puede continuar inundando el mercado con vehículos que consumen gasolina, usando una tecnología barata y anticuada. Usan su enorme poder económico para interrumpir hasta las reformas más modestas.
Los sistemas masivos de transporte público, los cuales podrían reducir dramáticamente la dependencia nacional sobre los vehículos personales—sin mencionar el tráfico—se les ha dado poco fondos o no se les ha invertido porque impiden las grandes ganancias privadas.
El capitalismo crea nuevas formas completamente innecesarias de desperdicios todo el tiempo.
Tome, por ejemplo, la venta de agua en botellas de plástico, cuya venta a incrementado dramáticamente en los últimos 20 años. Toda una industria ha sido creada alrededor de un nuevo envase. Millones de gente trabajadora comenzó a comprar agua embotellada no porque necesitaba acceso a agua potable, sino porque simplemente participaron en un mercado y con la demanda creada por los capitalistas. Como resultado, el volumen de plástico dañando al ambiento explotó, y las corporaciones del embotellamiento de agua potable hicieron miles de millones.
Al contrario, un sistema más razonable daría prioridad al mejoramiento de agua limpia y potable y minimizaría la distribución de bienes en empaque de plástico.
La mayoría de los capitalistas sólo se adhieren a políticas ambientales si pueden incrementar sus ganancias, y los pocos que manejan sus negocios de manera “ambientalmente consciente” por tener una preocupación sincera sobre el planeta perderían negocios a sus competidores despiadados. Inversionistas, quienes sólo les importa el lucro, tomarían su capital y lo invertirían por otro lado.
Bajo el socialismo, un plan centralizado de producción será desarrollado para el interés del pueblo y del planeta y un sistema de “Reducir-Reusar-Reciclar” será una verdadera iniciativa masiva dirigida por los mismos trabajadores.
Si los trabajadores—la gran mayoría—controla los medios de producción, en vez de los millonarios, entonces sí pudiéramos hacer un cambio verdadero. La sociedad por fin estará en la posición para tomar decisiones sobre que productos y desperdicios saldrán de las empresas y minas, y como implementar un verdadero plan para reducir, reusar, y reciclar.
Los esfuerzos de base para limpiar las comunidades, playas y parques pueden ayudar crear organización y consciencia colectiva. Pero las grandes corporaciones continuarán sepultándonos en envases de plásticos y otros desperdicios innecesarios para limpiar. Necesitamos más que la iniciativa individual; necesitamos una lucha política colectiva.