Originalmente publicada en Liberación Periodico, agosto 2015
Una ola de violencia en contra de haitianos se ha desatado a través de la República Dominicana en los últimos meses, alentado por la aplicación de una resolución anti-inmigrante racista que podría dar lugar a la expulsión de hasta 300.000 personas.
En junio, se venció el plazo para que los dominicanos de ascendencia haitiana pudieran solicitar permisos de residencia o documentos de naturalización. Este proceso es requerido por una reciente ley que despoja la ciudadanía de cualquier persona nacida después de 1929 que no tiene oficialmente un padre de nacionalidad dominicana.
Gran parte de la población de los descendientes haitiano llegó a la República Dominicana como mano de obra, a menudo siendo tan oprimidos que sus hijos a lo largo de las décadas, nunca recibieron certificados de nacimiento del país en que nacieron y se criaron. Esta población habla español y no criollo haitiano. Sus familias han vivido en la República Dominicana durante generaciones. Muchas de las personas que puedan ser deportados a Haití nunca han estado allí.
La mayoría de la población de herencia haitiana son sobrevivientes del terremoto de 2010 que mató a aproximadamente un cuarto de millón de personas en Haití.
Mientras agita el gobierno dominicano el racismo anti-inmigrante, ha hecho sólo un mínimo esfuerzo para informar a la comunidad afectada del cambio de su “estatus legal” ni ha procesado sus documentos de ciudadanía. Sin la documentación oficial, el inmigrante haitiano y los descendientes haitianos están impedidos ir a escuela, tener acceso a la atención médica, y conseguir un empleo legal.
Imperialismo y racismo impulsan la campaña anti-haitiana
Haití es el país más pobre en el Hemisferio Occidental. Fue saqueado por los colonizadores franceses y después, por el imperialismo de EE.UU. Hace exactamente 100 años los Estados Unidos invadió, robando de los haitianos grandes expansiones de tierra, para regalarlas a las compañías de EEUU. Antes de que salieran las tropas en 1934, 30.000 personas fueron masacrados. Desde 1957 al 1986, cada lucha del pueblo haitiano para mejorar sus condiciones fue aplastado por los títeres Duvalier. La presidencia de Jean Bertrand Aristide, hecho posible por el movimiento popular Lavalás, fue derrotado por un golpe respaldado por los EE.UU.
Después de la devastadora cifra de 2010, los buitres de las organizaciones no-gubernamentales y corporaciones vinieron y bloquearon ayuda real a Haití mientras acumulaban tremendas ganancias tras la miseria.
Decenas de miles de haitianos fueron forzados a emigrar para sobrevivir. Es verdad que la República Dominicana está experimentando una crisis económica
y desempleo alto. Pero ambos países comparten una isla, y el ingreso promedio dominicano es casi $10.000 — por supuesto todavía es pobreza — mientras que en Haití es un miserable $1.300 por año.
También al fondo de la hostilidad de la clase dominante dominicano es la ideología del “blanqueamiento”, la idea de que se debe “blanquear” la población, un sentimiento inculcado por los élites en la República Dominicana y en muchos países de América Latina. La clase dominante dominicana utilizó “anti haitianismo” para mantener su dominio.
Los EE.UU. intervino en la República Dominicana en 1904 y EE.UU. ocupó la República Dominicana nuevamente de 1916 a 1924. Rafael Trujillo, el dictador apoyado por EE.UU. desde 1930 hasta 1961, promovió el sentimiento anti-haitiano vicioso durante todo su mandato. Cuando Juan Bosch del Partido Revolucionario Dominicano fue elegido presidente en 1962 con una plataforma de izquierda, el ejército estadounidense invadió de nuevo. Hoy en día, el gobierno dominicano se encuentra todavía en la órbita de Estados Unidos.
Es un mito, sin embargo, que hay odio eterno entre dominicanos y haitianos — como es representado en los medios de comunicación. De hecho, en la época colonial, hubo muchos ejemplos de solidaridad dominicano-haitiana en contra del imperialismo y las fuerzas radicales en ambos países todavía están tratando de construir la solidaridad hoy.
Las masivas deportaciones racistas han tenido respuesta. En las ciudades y pueblos de toda la República Dominicana, Haití y los Estados Unidos, las personas están denunciando esta política de usar a los haitianos como chivo expiatorio, a través de manifestaciones y la educación de masas. Este es un momento crucial para que el movimiento en contra del racismo y la brutalidad policial en los Estados Unidos muestre la solidaridad internacional en el espíritu de la heroica revolución haitiana.