En medio de la pandemia mundial de COVID-19, cuando los hospitales deberían estar aumentando los salarios de los trabajadores de salud y contratando a más médicos, enfermeras y personal de apoyo, los médicos, enfermeras y otros están recibiendo recortes de pago y siendo suspendidos o incluso despedidos. ¿Por qué está pasando esto ahora?
Muchos hospitales y proveedores de atención médica en los Estados Unidos están actualmente en números rojos, proyectando déficits presupuestarios sin precedente. Las reducciones en las cirugías electivas y otras citas de rutina se mencionan como una gran razón para las dificultades financieras, ya que las personas están haciendo caso a la llamada para permanecer fuera de la sala de emergencias si no están realmente enfermas, y posponer la atención de rutina y electiva. Esto ha secado una fuente de ingresos crucial.
La lista de hospitales que están dando de baja a trabajadores crece cada día. En muchos hospitales y clínicas se están instituyendo recortes de pago y reducciones de horas para compensar la pérdida de ingresos. Según la Oficina de Estadísticas Laborales, en marzo se perdieron más de 43 mil empleos de salud en los Estados Unidos. Como resultado, los trabajadores del sector de salud se enfrentan a una precariedad económica cada vez mayor, con amenazas inminentes de reducciones salariales, suspensiones y despidos.
Jane*, una trabajadora de salud en Minnesota, le dijo a Liberation News que, aunque su trabajo y su salario se han mantenido intactos hasta ahora, las noticias de despidos en el sector de salud y recortes salariales alrededor del estado están contribuyendo a una sensación de “inquietud en el lugar de trabajo.” Esta ansiedad empeora un ambiente de trabajo ya de alto estrés durante la pandemia.
Apoyar a los trabajadores del sector de salud, tanto médicos como no médicos, debe ser sentido común, especialmente durante una pandemia mundial. Cada trabajador de hospital— desde un médico de primera línea tratando a pacientes de COVID-19 hasta un conserje que desinfecta y limpia instalaciones— merece seguridad económica a medida que fortalecen el sistema de salud del país contra el virus.
Cuando los trabajadores sufren, los pacientes sufren también. Suspensiones reducen directamente la capacidad de respuesta del sistema de salud al virus. Según Jane, a medida que los proveedores de medio nivel, como asistentes médicos, enfermeros y personal de apoyo están suspendidos, “los doctores se encontrarán con una mayor carga de trabajo y los pacientes verán tiempos de espera más largos.” Mientras tanto, las instalaciones médicas en algunas áreas metropolitanas se acercan rápidamente a su capacidad. Muchos hospitales aún enfrentan escasez de equipo de protección personal y máscaras. Todo esto reduce la capacidad del sistema de salud para responder a COVID-19. Pacientes con el virus y pacientes con otras enfermedades tendrán menos probabilidad de recibir tratamiento a tiempo y efectivo.
Estas reducciones en la eficacia del sistema no se sentirán igualmente en todo el país. Los hospitales en áreas urbanas de bajos ingresos y áreas rurales ya tenían poco dinero antes del brote de COVID-19. La actual crisis financiera médica exacerbará aún más las disparidades de clase en la infraestructura de salud, en cuanto los hospitales en áreas pobres recortan más que aquellos en áreas ricas.
Esta tormenta perfecta subraya la incapacidad del capitalismo estadounidense para proveer un sistema de salud robusto. Mientras que los trabajadores de primera línea pierden, los ejecutivos del hospital mantienen sus lujosos salarios y bonos. Tome por ejemplo la mundialmente famosa Clínica Mayo en Rochester, Minnesota. La Clínica Mayo fue uno de los primeros proveedores en Minnesota en cancelar todas las cirugías electivas a raíz de la pandemia mundial. Aunque Mayo aún no ha despedido a ningún enfermero o médico, la falta de ingresos de cirugías electivas causó a los ejecutivos de Mayo instituir un congelamiento de contratación y suspender a muchos trabajadores no médicos. Además, los ejecutivos de Mayo están tomando un recorte salarial del 20 por ciento y obligando recortes salariales del 10 por ciento para los doctores y 7 por ciento para otros empleados que permanecen en la nómina de la empresa.
El aparente carácter progresista de estos recortes salariales esconde la desigualdad masiva dentro de la Clínica Mayo. En 2018, varios ejecutivos de Mayo ganaron salarios de siete cifras. El actual CEO Gianrico Farugia y el ex-CEO John Noseworthy ganaron 1,91 millones de dólares y 3,45 millones de dólares, respectivamente. Su pago probablemente ha aumentado desde entonces. Bajo el capitalismo, los ejecutivos de los hospitales pretenden contribuir a la responsabilidad fiscal al tomar recortes salariales, pero como muestra el ejemplo de Mayo, un recorte salarial para un CEO multimillonario no es lo mismo que un recorte salarial para una enfermera, secretaria o médico. De hecho, en todo el país, la remuneración de los ejecutivos en el sector hospitalario ha crecido más rápido que la remuneración de los trabajadores de primera línea, lo que contribuye a una brecha ya exorbitante.
Irónicamente, Mayo está registrada como un centro médico sin fines de lucro. Esto apunta a un problema más profundo: bajo el capitalismo, la distinción entre con fines de lucro y sin fines de lucro a menudo se confunde hasta el punto de no tener sentido. El sector hospitalario de EE.UU. personifica esta contradicción. En pocas palabras, los ejecutivos de hospitales son capitalistas que presentan sus recortes salariales como actos nobles de altruismo a pesar de ganar millones más que sus empleados de primera línea.
Los medios corporativos atribuyen el dilema financiero actual del sector hospitalario de EE.UU. a las reducciones en los procedimientos de rutina. Pero en realidad, esta crisis es un producto directo de la avaricia de ejecutivos como Farugia y Noseworthy. Los ejecutivos del hospital podrían optar por gastar sus enormes salarios y bonos en una respuesta aumentada a COVID-19. Podrían aumentar el salario de los trabajadores de primera línea tratando a los pacientes enfermos o manteniendo las instalaciones en operación. Podrían garantizar fácilmente la seguridad laboral de cada empleado de salud. En cambio, eligen alinear sus propios bolsillos al sacrificio de los trabajadores, pacientes y la salud pública. Tal es la naturaleza del sector de salud capitalista.
A medida que Medicare Para Todos continúa creciendo en popularidad en todo el país, debemos recordar que la clase trabajadora merece más que Medicare Para Todos. Como demuestra este presente momento, la putrefacción capitalista en el sistema de salud de EE.UU. se extiende más allá del sector de seguros. Un sistema médico verdaderamente socialista requiere la eliminación completa del motivo de lucro. Esto sólo puede ocurrir con la eliminación de hospitales con fines de lucro. Los trabajadores que siempre han mantenido a los hospitales en funcionamiento harían un mejor trabajo dirigiendo el sistema de salud de los EE.UU. sin capitalistas como Farugia y Noseworthy quedándose con los recursos.
La pandemia de COVID-19 muestra que ahora más que nunca, necesitamos un sistema universal de salud administrado por los propios trabajadores. El Programa del Pueblo para Combatir el Virus y el Programa del Partido para el Socialismo y la Liberación exigen la socialización del sector de salud pública para garantizar que apoye a la clase trabajadora. No más especulaciones con el derecho humano al cuidado de salud.
*El nombre de la trabajadora ha sido cambiada para proteger su identidad.