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La política del ‘mal menor’ desmoraliza y desmoviliza a los progresistas

En cada ciclo electoral, algunos progresistas, izquierdistas e incluso aquellos que se autodenominan socialistas apoyan al candidato del Partido Demócrata. Esta política, que se ha estado repitiendo en las últimas décadas, ha tenido un impacto devastador en el desarrollo de un polo izquierdista de la clase obrera en la política estadounidense. Pero sin embargo sigue siendo una posición dominante entre los individuos, las organizaciones no lucrativas, los sindicatos y otras organizaciones que de otra manera se definen como “izquierdistas”.

Por ejemplo, Bill Fletcher y Davidson Carl escribieron un artículo de este año: “Las elecciones de 2012 tienen poco que ver con el historial de Obama … Es por eso que vamos a votar por él.” En 2008, crearon “Progresistas por Obama” haciendo una declaración militante para “aislar y derrotar a” esos izquierdistas que no pudieron subirse a ese tren. Después de cuatro años de la administración demócrata, se ha ampliado las medidas de austeridad, se ha asaltado las libertades civiles, se ha lanzado ataques con aviones no tripulados y se ha extendido la guerra, ahora ellos son más reservados con su lenguaje. Sin embargo, su estrategia no ha cambiado. De hecho, desde hace décadas, han estado insistiendo con la misma política, con explicaciones ligeramente diferentes.

El argumento es conocido y va algo así: “Los demócratas son el mal menor. Sí, ellos son terribles en algunos temas, como las guerras sin fin y el asalto a las libertades civiles. Pero los republicanos no son mejores en estos temas, y peor aún cuando se trata de los sindicatos, los derechos de la mujer, los programas sociales y los derechos civiles. Los republicanos usan el racismo flagrante para movilizar sus bases para privar a los votantes de sus derechos. Así que, aunque no nos guste nuestras opciones, tenemos que jugar la mano que nos han dado y estos partidos son los dos únicos que tienen la oportunidad de ganar”.

Mientras que los defensores de esta teoría pragmatista ven su apoyo al Partido Demócrata como una posición defensiva, manteniendo la línea en contra de la usurpación aún más derechista, en realidad ellos la fomentan. Mientras que los términos de la política se desplazan hacia la derecha, las expectativas de los progresistas también lo hacen. Al aceptar, de antemano, que los demócratas son una opción superior, la barra se baja en cada ciclo electoral.

Para utilizar el ejemplo de los trabajadores organizados, hace cuatro años donaron cientos de millones de dólares con la esperanza de que la Ley de Libre Elección del Empleado (Employee Free Choice Act) fuera pasada. Una vez que los demócratas lo abandonaron, los sindicatos lo dejaron ir. Ahora justifican sus contribuciones basadas en la esperanza de tener un personal nombrado en la Junta Nacional de Relaciones Laborales (NLRB por siglas en inglés) que sea más “amistoso con los trabajadores”. Los recursos laborales, que deberían ser utilizados en campañas de organización y fondos de huelga son arrojados por el inodoro.

En realidad, la política de Fletcher-Davidson lleva a la desmovilización entre los progresistas, ya que los recursos, el tiempo y la energía se desvían repetidamente. También alienta la desmoralización, ya que la gente pobre y trabajadora ve que todos estos esfuerzos no logran nada sustantivo.

Yendo en la misma dirección

Mientras que el Partido Demócrata empaqueta sus políticas de manera diferente para diferentes audiencias, sus diferencias con los republicanos son principalmente tácticas, no estratégicas.

Tomemos el tema del desmantelamiento (o “reforma”) de Medicare y el Seguro Social. Hubo una avalancha de comentarios insípidos sobre cómo Obama “no era lo suficientemente agresivo” en estas cuestiones durante el debate. Pero el problema del debate no era uno de estilo, sino de sustancia. Hay una razón por la cual Obama fue “tibio” en su respuesta a Romney, como él mismo admitió, “Sospecho que en la cuestión del Seguro Social, tenemos una posición algo similar”. Algunos partidarios demócratas están molestos porque Obama no posó demagógicamente como el defensor de la red de seguridad social, pero en realidad, él apaciguó la verdad acerca de sus políticas.

Ambas partes propagan la falsa noción de que para salvar la salud y los programas de jubilación para los estadounidenses mayores, en última instancia, estos deberían ser reducidos. Los republicanos quieren convertir esos programas en sistemas de valores donde a los ancianos se les da una cantidad fija de dinero y que se atengan a los caprichos del mercado.

Los líderes del Partido Demócrata, probablemente intenten cambiar el Seguro Social mediante el aumento tanto de la edad de jubilación y los impuestos, como recortando los beneficios mediante el ajuste de la forma en que mide la inflación. Los demócratas quieren recortar el Medicare bajo el pretexto de “contener” los costos. Cualquiera que sea la escala de tiempo o las particularidades, el resultado final será este: con excepción de los ricos, la mayoría de la gente verá una peor calidad de vida en sus últimos años. Todo esto se hace en nombre de la “responsabilidad fiscal”.

‘¿Elecciones históricas?’ Ya lo hemos escuchado todo

Un elemento clave del argumento pragmático es reclamar el carácter “histórico” de la elección actual. Incluso si nos oponemos a los demócratas en un buen número de cuestiones, este año los republicanos están tan mal y las consecuencias son tan graves que hay que “tácticamente” y “temporalmente” unirse con el Partido Demócrata. Pero la noción de apoyo “temporal” es refutada por el hecho de que estos “izquierdistas” han estado diciendo lo mismo cada cuatro años durante décadas.

¿Qué ha entregado esta estrategia?, la misma en cada elección. Aun cuando los demócratas han tenido el control completo del gobierno, la dirección, año tras año en la política de EE.UU. ha sido hacia la derecha, los ataques al trabajo, la austeridad severa, un sistema de justicia penal racista y draconiana, y los ataques renovados contra los derechos de las mujeres. Este ha sido el caso con Obama también.

Mientras que algunos abrigan la esperanza de “empujar a Obama a la izquierda”, la élite de los demócratas y los altos funcionarios de la Casa Blanca resuman desprecio absoluto por los progresistas que se atreven a desafiar a la administración. Por no estar de porristas de la marcha derechista de la política, se los presenta como idealistas sin esperanza y salvajemente fuera de contacto.

En realidad, al igual que el equipo de Obama bajó la retórica izquierdista y giró bruscamente a la derecha tan pronto como asumió el poder en 2008, si gana otra vez, asumirá una posición similar. La charla de una “gran oferta”, una agenda bipartidista para reestructurar drásticamente el Seguro Social y Medicare no está inactiva. Es una señal de un mayor impulso a la austeridad en los próximos cuatro años que los demócratas pretenden liderar. En momentos en que los progresistas, los pobres y los trabajadores deberían estar preparándose para una batalla importante, los “pragmáticos” izquierdistas están alentando votos para el puesto de CEO del gobierno. ¿Qué van a decir en el año 2016?

Qué se necesita

Hay que destacar dos puntos: 1) cambiar el clima político en favor de la gente pobre y trabajadora requiere un movimiento de masas que contenga sus demandas. 2) El Partido Demócrata nunca representará a ese movimiento, y sólo tratan de tergiversarlo para sus propios fines.

Las elecciones deberían ser utilizadas como un lugar para hablar directamente estos asuntos, aclarar la naturaleza del capitalismo y exponer a los dirigentes políticos del país.

El Partido Socialismo y Liberación tiene candidatos presidenciales propios, y estará en la boleta electoral en 13 estados. No tenemos ninguna posibilidad de ganar. Pero tenemos la oportunidad de presentar una perspectiva a los intereses de las comunidades oprimidas, y el pueblo pobre y trabajador. Ofrecemos una oportunidad para que los izquierdistas digan la verdad a sus compañeros de trabajo, compañeros de clase y vecinos. Ofrecemos una oportunidad para que los que están frustrados con razón y se han radicalizado recientemente, entren en las filas de la oposición. Más importante aún, presentamos el mensaje de que la gente pobre y trabajadora debe seguir construyendo los vehículos de organización necesarias para desafiar el poder capitalista.

Mientras que los republicanos y los demócratas libran su concurso de personalidad, nuestro objetivo es cristalizar una idea que está muy extendida pero aún latente: no sólo necesitamos nuevos políticos, necesitamos un nuevo sistema.

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