Más de la tercera parte de toda la población nativo-americana de los Estados Unidos vive en reservaciones indígenas.
Los niveles de ingresos en varias reservaciónes son extremadamente bajos. Cinco de los ingresos per cápita más bajos se encuentran en las reservaciones. La reservación Pine Ridge en Allen, South Dakota tiene la más baja en el país, de $1.539 dólares por año. Por lo general, el ingreso per cápita de los nativos americanos en reservaciones es la mitad del de otras personas en los EE.UU. La tasa de la pobreza extrema de una población se refiere al porcentaje de familias que ganan la mitad del nivel límite de pobreza. Para una familia de cuatro personas en el 2010, el nivel límite de pobreza fue aproximadamente $11.000 dólares, o menos de $3.000 dólares al año por persona. En promedio, la tasa de la pobreza extrema en las reservaciónes más grandes es cuatro veces mayor que el promedio nacional.
Además de los altos índices de pobreza, hay muchas otras condiciones de dificultades materiales que se encuentran en los pueblos nativos. Cerca de 10 por ciento de las familias nativas están desamparadas. En más del 14 por ciento, el número de hogares indígenas que carecen de electricidad es diez veces mayor que el promedio nacional. El 20 por ciento de los hogares nativos no tiene agua potable. La tasa de desempleo en algunas reservaciónes llega hasta un 75 por ciento, mientras que la tasa de mortalidad infantil es aproximadamente 300 por ciento superior al promedio nacional. El promedio de la expectativa de vida de los hombres nativo americanos es de 50 años de edad.
Además, existen las políticas que son explícitamente explotadoras hacia las comunidades nativo americanas. Tierras indígenas se convierten en vertederos de basura, mientras que la minería de uranio y sus residuos contaminan muchas reservas. Los residuos nucleares se almacenan en algunas reservas, y hasta el año 1991 las bombas atómicas fueron probadas en algunos sitios. Una frase de Ian Zabarte, vicepresidente del Consejo de Acción de la Comunidad Nativa dice, “Los Shoshone del Oeste son la nación más bombardeada del mundo…Los Estados Unidos ha violado la esencia de este tratado al poner a prueba sus armas nucleares en nuestras tierras y nuestra gente”. Aunque la mayoría de las tierras de las reservaciónes se consideran soberanas, esto se lleva a cabo sin ningún tipo de autorización o compensación.
Recientemente, la administración de Obama firmó la declaración de la ONU sobre los derechos de los pueblos indígenas. Esta declaración no obligatoria reconoce los derechos de unos 360 millones de personas indígenas de todo el mundo. El documento fue introducido en el 2007. En ese momento 143 países lo aprobaron, 11 se abstuvieron, y 4 – los Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda – votaron en contra. Desde entonces, tres de ellos han cambiado sus votos, dejando a los Estados Unidos como la última resistencia.
La declaración afirma, ante muchas otras cosas, que los pueblos indígenas, “en el ejercicio de sus derechos, deben estar libres de cualquier tipo de discriminación” y “que los pueblos indígenas han sufrido injusticias históricas como resultado de la colonización y enajenación de sus tierras, territorios y recursos, impidiéndoles ejercer, en particular, su derecho al desarrollo de acuerdo a sus propias necesidades e intereses; reconociendo también la necesidad urgente de respetar y promover los derechos de los pueblos indígenas afirmados en tratados, acuerdos y acuerdos constructivos con los estados; teniendo en cuenta que nada en esta declaración podrá utilizarse para negar a ningún pueblo su derecho a la autodeterminación ejercida en conformidad con la ley internacional”.
Entonces, ¿Por qué tomó tanto tiempo en firmar el documento los Estados Unidos, en realidad aguantar hasta que era el único país en el mundo entero que no reconocía las dignidades básicas de los pueblos indígenas? Tal vez tenga algo que ver con la política de genocidio que comenzó cuando los colonizadores pisaron por primera vez este país. Desde entonces, los Estados Unidos ha emprendido un esfuerzo continuo para aniquilar por completo a la población nativa y robarlos de todas sus tierras y recursos, por medio de la eliminación económica, cultural y violenta de todas las cosas nativas. Frecuentemente, esto se realiza mediante la creación de condiciones que causan grandes dificultades económicas para la comunidad nativo americana.
Todo esto indica la hipocresía flagrante de la ratificación de la declaración. Los países imperialistas como los Estados Unidos nunca respetará los derechos de los pueblos indígenas. No será hasta cuando se haya consumido toda hierba, grano de arena o gota de agua, que la sed insaciable del capitalismo podrá ser apagada.
El reconocimiento de los derechos soberanos de los pueblos indígenas debe comenzar con las compensaciones aquí y en todo el mundo. Ninguna declaración puede modificar el hecho que las raíces de este país están bañadas en la sangre de los pue-blos indígenas, y que las perpetraciones continuas contra ellos hoy en día no se pueden borrar con un pedazo de papel firmado.