Anaheim se rebela y todo el mundo quiere saber por qué. Para entender lo que pasó en Anaheim y las continuas oleadas de protesta desde entonces, hay que entender la situación de la violencia brutal y racista por parte de la policía contra las vidas de los jóvenes de color y la juventud de la clase obrera.
El 21 de julio, la policía disparó y mató a Manuel Díaz, un joven de 24 años de edad, en pleno día, en su propio vecindario. La policía, y los medios de comunicación actuando como su portavoz, inmediatamente empezaron a justificar sus acciones, utilizando un lenguaje codificado de manera muy racista. Dijeron que Manuel Díaz era un “sospechoso”, pero nunca se dijo de qué se le sospechaba. Cualquiera persona que haya sido detenida y registrada, cualquiera que haya sido detenida por “conducir siendo negro” sabe lo que se necesita para convertirse en un “sospechoso” en este país — es el haber nacido persona de color.
Dijeron que Díaz era un “pandillero”, un término que se utiliza para deshumanizar y criminalizar a los jóvenes negros y latinos. ¿Se recuerda cuando trataron de afirmar que Trayvon Martin estaba en una pandilla? En el sur de California, decir “miembro de la pandilla” se utiliza como un insulto racial. Lo escucho todos los días de los racistas que creen que “los pandilleros” no merecen tener derechos. Se utiliza con frecuencia en los medios de comunicación y en los tribunales como una manera fácil de hacer que el público se ponga del lado de la policía. Si Díaz hubiese sido miembro de una pandilla, y eso es un gran talvez, porque no tengo ninguna razón para creer que él estaba afiliado a una pandilla (y no han habido pruebas de esto presentado por el policía que le disparó) si hubiese sido miembro de una pandilla ¿significa eso que la policía puede ejecutarlo a plena luz del día?
La policía de Anaheim echó un vistazo a Manuel Díaz, e se hizo juez, jurado y verdugo. La comunidad quiere que los policías que mataron a Manuel sean detenidos, quieren un juicio para los policías, que es más de lo que la policía dio a Díaz o a Joel Acevedo, quien fue asesinado por la policía de Anaheim menos de 24 horas después.
La policía cometió el error de subestimar a la comunidad que fue testigo de su violencia, una comunidad que se preocupa por Manuel Díaz y Joel Acevedo y por todos los jóvenes como ellos. Inmediatamente después de que Díaz fue asesinado, cerca de 100 personas salieron a protestar. Hay video de lo que sucedió a continuación, que muestra a una multitud en su mayoría mujeres y niños en lo que parece ser su propio patio delantero, siendo brutalmente atacados por la policía de una manera que es muy familiar.
La policía disparó balas de goma y bolsas dañinas, llamadas proyectiles “no letales” que han sido utilizados para mutilar y matar, contra una multitud compuesta en su mayoría de mujeres y niños. Un oficial soltó un perro, que se dirigió directamente hacia una mujer que tenía un bebé. El perro mutiló un niño de 12 años.
Video demuestra un ataque brutal de la policía
El video del asalto policial parece similar al incidente cuando Bull Connor atacó a los manifestantes por los derechos civiles en Alabama, o en Sudáfrica bajo el apartheid. Funcionarios del gobierno estadounidense hacen muchas declaraciones contra los países que ellos acusan de reprimir violentamente a los manifestantes pacíficos. Este video muestra la hipocresía de esa retórica.
Fui a Anaheim el martes por la noche para unirme con la gente que quería participar en la reunión del consejo municipal para exigir que sus voces sean escuchadas. Esta fue una reunión de sus representantes electos en un edificio pagado por sus dólares de impuestos, pero cuando llegamos nos encontramos con una fila de policías antimotines que prohibieron la entrada al Ayuntamiento. Nadie nos dice por qué no podemos ser admitidos. La única cosa que la policía nos dijo fue “¡Para atrás!” bateando sus bastones. ¿Y nos dicen que esto es una democracia?
Una vez más, me acordé de la Sudáfrica bajo el apartheid, pero esta vez debido a la respuesta de los jóvenes que estaban allí y tomaron el liderazgo de las protestas en las calles. Estos estudiantes — de secundaria — han crecido en Anaheim. Algunos conocían a Díaz y a Acevedo, pero todos han conocido la opresión a manos de la policía. Y todos ellos ya están hartos de eso.
Esa noche no tenían miedo. No estaban solos y no aceptaban ser víctimas. Contaron con el apoyo ofrecido por personas que habían viajado desde todo el sur de California para estar con ellos en contra de la brutalidad policial. Un hombre muy joven de pie junto a mí, me imagino que él tenía unos 14 años, caminó hasta la línea de la policía y dijo: “¿Qué vas a hacer? ¿Dispararme? ¿Igual como mataste a mi amigo?”
Los jóvenes de Anaheim están luchando contra la injusticia sistémica, el tipo de brutalidad que es fácil de entender por aquellos de nosotros que hemos crecido en los barrios pobres, crecido con piel morena, sabiendo que si los policías vienen a nuestros barrios no es para protegernos. Todo lo contrario: la policía existe para proteger a los que tienen de los que no tienen.
La violencia policial racista ha existido siempre en los Estados Unidos. Es una característica fundamental de la policía y de lo que hacen. Mis padres crecieron en la mira de la policía por ser negros y sus padres antes que ellos.
Epidemia racista de violencia policial
La brutalidad policial racista no comenzó con este incidente en Anaheim. Ocho personas ya habían sido asesinadas por la policía de Anaheim en el 2012 hasta la fecha. Un estudio que se acaba de publicar muestra que en todo los Estados Unidos, por promedio, una persona negra ha sido asesinada por la policía o personas de seguridad cada 36 horas en 2012. Y solo estamos a la mitad del año.
Al igual que otras crisis, como el desempleo récord y el calentamiento global, la epidemia de la violencia racista policial es una catástrofe que nuestra generación ha heredado.
Hemos heredado estas crisis y depende de nosotros para arreglarlas. Nuestras vidas como jóvenes y nuestro futuro en este planeta dependen de nuestra capacidad para enfrentar sin miedo y, finalmente, reemplazar el sistema desastroso que de otra manera enterrará a todos. Debemos organizarnos y luchar, para que no haya un Manuel Díaz más, o un Joel Acevedo más, ni un asesinato racista policíal, ni policía racista en la tierra.