Durante mucho tiempo, en la década de los 80, distritos escolares de todo el país utilizaron el programa “amigos de los oficiales” que llevaba policías locales a los jardines de niños y salones de primer grado. Su intención era clara: “educar” a los niños con la creencia de que la policía es una parte indispensable de la sociedad, que además de defender la ley,los protegen heroicamente.
Este concepto idealizado de la policía se tiene que repetir a los trabajadores en todos los sentidos, ya que gran parte de sus experiencias muestran la verdad, que es lo contrario: la policía funciona como un instrumento organizado de la represión estatal.
¿Qué es el estado?
Los socialistas identifican a la policía como un instrumento de represión dentro de un conjunto más amplio de instituciones que conforman lo que se llama el Estado. Las instituciones centrales que conforman el Estado son la policía, las prisiones, los tribunales y las fuerzas armadas. Estas desempeñan roles complementarios en la sociedad, pero todas representan formas de fuerza o violencia legalizada y la facultad de castigar y reprimir.
Mientras que cada clase dominante prefiere gobernar a través de la persuasión, es esta capacidad para llevar a cabo la violencia que da al Estado su máxima autoridad.
El Estado no siempre existió en la sociedad humana. Llegó a existir con la aparición de las divisiones de clase. El Estado se produjo como un instrumento para que una clase en la sociedad imponga su dominio sobre las otras clases. El Estado tiene la apariencia de neutralidad, que está “por encima de la sociedad” subordinado a las leyes en vez de a individuos o grupos, pero en realidad ha sido construido para servir a una clase.
Bajo el capitalismo, es la clase capitalista, una minoría de propietarios de empresas privadas, la que gobierna. La policía es la primera línea de defensa para ese sistema. Ellos no hacen cumplir “la ley y el orden” en general, sino las leyes y ordenes de los capitalistas, que tienen por objeto obtener el beneficio privado y garantizar la represión contra los trabajadores.
Defendiendo las ganancias directamente
La policía defiende el afán de lucro del sistema a diario. Un ejemplo de esto es el papel que la policía ha desempeñado en la crisis de la vivienda. Ejecutaron las órdenes directas de los bancos para desalojar a familias enteras con el propósito de revender las casas con fines de lucro. El número de casas vacías e invendibles supera con creces el número de personas sin hogar. Si la policía sirviera a la clase obrera, arrestaría a los banqueros y ayudaría a recuperar las casas para terminar con la indigencia. Sin embargo, estos desalojos continúan a diario, aumentando el número de propiedades que están en manos de bancos, corporaciones y terratenientes.
Históricamente, la policía siempre se ha utilizado para romper las huelgas donde los trabajadores luchan por sus derechos y mejores condiciones laborales. Los policías reprimieron a los trabajadores que lucharon por una jornada laboral de ocho horas, ya que estaba en el interés de la clase capitalista el aferrarse al mayor nivel de explotación posible.
La función política de la policía
Pero la policía no sólo ha actuado para defender las ganancias de los capitalistas, también se ha empleado en defender el sistema de ser políticamente impugnado y anulado.
A lo largo de la historia, las organizaciones revolucionarias, especialmente el Partido Comunista y el Partido de las Panteras Negras, fueron atacados por la policía a través de diversas formas de infiltración, sabotaje y asesinato. Uno de los ejemplos más destacados fue la infame operación COINTELPRO del FBI para “neutralizar” el movimiento de los años 1960 y 1970.
Un ejemplo más reciente se puede ver en las más de 7.000 personas que fueron detenidas durante el movimiento Occupy del 2011, en el transcurso de unos pocos meses. Estas detenciones, junto con un sinnúmero de incidentes de brutalidad policial, estaban destinadas a acabar con un movimiento que buscaba luchar contra la opresión de clase en nuestra sociedad.
Existe una razón por la cual no vemos a los policías irrumpiendo en el Congreso con gases lacrimógenos cuando se intenta aprobar una legislación que proporcione fondos para la guerra o para rescates bancarios — aunque dichas medidas estén contra el sentimiento popular. La represión policial es un fenómeno enteramente político.
Guiar el capitalismo a través de sus trastornos sociales
La propia naturaleza del capitalismo es la búsqueda de nuevas maneras de generar ganancias – un problema que resulta más apremiante como consecuencia de la crisis económica. En la búsqueda de nuevos beneficios, dos de las principales estrategias de los capitalistas son 1) sustituir a los trabajadores con nuevas tecnologías, y 2) destruir y reconstruir los sectores de la sociedad que no generan muchas ganancias. Esto conduce a graves problemas y enfrentamientos sociales. Los policías son llamados a manejar estos problemas.
Por ejemplo, la revolución de la alta tecnología ha eliminado y externalizado millones de trabajos industriales que previamente eran estables. Incluso ha cambiado la naturaleza de la fuerza de trabajo. El desempleo crónico ha aumentado y se han reducido los salarios de millones de empleados del sector de servicio. Ciudades enteras han sido devastadas. Comunidades oprimidas como la negra, siempre las últimas en ser contratadas y las primeras en ser despedidas, ocupan los peldaños más bajos de la escalera económica y han sido las más afectadas.
La estigmatización y la criminalización de estas comunidades ha sido la respuesta de la clase dominante de los EE.UU. Leyes de cero tolerancia, mandatos judiciales, detenciones y registros indiscriminados, sentencias mínimas automáticas y retenes entre otras cosas, han sido creados para controlar las comunidades más propensas a levantarse y rebelarse en medio de esta gran trasformación social.
La policía hace el trabajo de campo, deteniendo a los jóvenes e insertándolos en “el sistema”. Hay más de 2,5 millones de personas encarceladas y más de 8 millones en libertad condicional, siempre sujetas al estado, de acuerdo con sus propios registros.
Otro ejemplo es la gentrificación, un proceso con fines de lucro presentado como “renovación urbana”. En las ciudades de todo el país, los propietarios están subiendo las rentas y sacando a los obreros de comunidades históricas en favor de atraer a otros sectores de la sociedad más prósperos. Este proceso se ve facilitado por la ocupación policial de las comunidades de clase obrera, especialmente las comunidades negras y latinas, donde se hace patente, mediante el acoso y la intimidación, de que estos sectores son “indeseables”.
Sin potencial revolucionario
Todo esto evidencia los errores de los liberales que defienden la idea que la policía puede, con unas cuantas reformas, de alguna manera dejar de ser una fuerza represiva contra las personas pobres y de clase trabajadora.
Otros activistas, en particular en las primeras semanas del movimiento Occupy, sugirieron que la policía pudiera cambiar de bando y convertirse en una fuerza positiva para el cambio social. Ambos promueven la misma opinión que la policía la componen trabajadores “igual que tú y yo” y que sólo están “haciendo su trabajo”. Pero su empleo es precisamente el motivo. Mientras que los policías trabajan por un sueldo, al igual que los demás trabajadores, su trabajo consiste en estar al frente de la represión de clase.
Ellos están insertados en esa profesión que moldea su conciencia y su lealtad política.
Aunque en raros momentos algunos oficiales han proporcionado información secretamente a los movimientos sociales, en general, en cuanto un oficial se niegue a llevar a cabo la represión se quedará sin empleo y dejará de ser policía.
A diferencia de los policías, los militares han cambiado sus lealtades en varias ocasiones en tiempos de crisis revolucionarias, como en el caso de la revolución rusa y más recientemente en Venezuela.
Los soldados son uniformados como agentes del Estado de manera temporal. Esto es especialmente cierto para los que están en las reservas militares. A diferencia de los policías, que están condicionados para reprimir a “su propio pueblo”, los soldados son desarraigados de la sociedad y no se entregan directamente a la dominación de clase. Una vez expuestos a los horrores de la guerra imperialista, matando y muriendo por el beneficio de los contratistas militares y los bancos, se crea es una base para una rápida desilusión, organización política y divisiones dentro del propio ejército.
Hacia un nuevo poder estatal
Los socialistas quieren una transición pacífica para destronar a la clase capitalistay crear un sistema socialista basado en el poder de la gente pobre y de clase trabajadora. Pero la historia no ofrece ejemplos en los cuales una clase social renuncie a su poder, aunque sea impopular, sin recurrir a la violencia estatal.
Los que quieren poner fin a la brutalidad policial, o hacer una revolución, deben de pensar seriamente sobre la naturaleza del Estado. Si la policía es la protectora del sistema vigente, ¿cómo construimos las organizaciones e instituciones para proteger decididamente el nuestro?
Aumentar esta orientación ideológica dentro del movimiento contra la brutalidad policial y la opresión nacional apunta hacia la necesidad de una nueva sociedad y un poder estatal, con base en los intereses colectivos de la clase obrera.
Esto significa desprenderse del argumento de “unas pocas manzanas podridas” y discutir cómo arrancar el árbol desde sus raíces para que podamos plantar uno nuevo.