Traducido por Katie B.
Andrés Manuel López Obrador, mejor conocido como AMLO por sus iniciales, ganó las elecciones en México con una victoria aplastante. Recibió 53 por ciento del voto en lo que algunos llaman la elección mas importante en la historia del país. Su victoria marca un cambio significativo para México, y despierta esperanzas de que su gobierno romperá con las políticas capitalistas neoliberales que han causado tanta devastación y sufrimiento durante las últimas décadas.
AMLO cuenta con el apoyo de la coalición Juntos Haremos Historia, la cual incluye su Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), el Partido del Trabajo y el Partido Encuentro Social. Esta alianza también ganó la mayoría de los escaños en la legislatura. La elección fue una derrota demoledora para el Partido Revolucionario Institucional (PRI) de carácter neoliberal, que ha gobernado a México por más de 71 años y con el tiempo se ha convertido en una partido de derecha, y también para el Partido de Acción Nacional (PAN) de carácter conservador. El candidato del PAN Ricardo Anaya quedó en segundo lugar, con solo 22 por ciento del voto.
Tanto la clase capitalista mexicana como la estadounidense han estado fuertemente en contra de la campaña de López Obrador, temiendo que su victoria pondría en marcha una serie de políticas progresistas y antiimperialistas. Los liberales desinformados e hipócritas en los medios corporativos estadounidenses se han atrevido a caracterizar a López Obrador como el “Donald Trump mexicano” basado en su “populismo.” Pero al pueblo mexicano le queda claro que los dos contrincantes de AMLO en las elecciones eran fieles seguidores de la elite política violenta y corrupta que—junto al imperialismo estadounidense—ha tenido la culpa de sumergir a México en la crisis social y política en donde se encuentra actualmente.
López Obrador no es para nada como Trump. Ha sido un político durante la mayor parte de su vida y ha jugado un papel importante en alejar al país del gobernado unipartidista. Como alcalde de la Ciudad de México, la metrópolis más grande del mundo, su administración logró mejorar la eficacia del gobierno local, mejorar la seguridad y estabilizar la deuda municipal. Dejó su cargo con un índice de aprobación de 84 por ciento.
Por poco gana las dos de sus campañas presidenciales anteriores en 2006 y 2012 sobre una plataforma progresista de denunciar el abuso y la corrupción gubernamental y de priorizar las necesidades de los pobres por encima de las de los ricos. Muchos creen que en estas dos elecciones hubo fraude electoral, especialmente en la del 2006.
Una campaña progresista
Su plataforma de 2018 era la misma. Entre las promesas de López Obrador al pueblo mexicano se encuentran el darle un fin a la privatización del sector energético, aumentar el salario mínimo a un nivel que garantice el acceso a una canasta básica de mercancías, generar más empleo e implementar un sistema público universal de atención sanitaria y educación. También juró respetar los Acuerdos de San Andrés firmados por el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional y el gobierno mexicano en 1996, el cual le garantiza a los pueblos indígenas su derecho de controlar y manejar sus territorios y recursos, incluyendo el derecho ser consultados sobre grandes proyectos de infraestructura que les puedan afectar. En su discurso triunfal, López Obrador identificó a la corrupción como la causa principal de la desigualdad y violencia que han plagado a México durante años, y dijo que no perdonará a nadie en su compromiso de erradicarla.
Desde hace varias décadas, México ha sido gobernado por centristas y derechistas neoliberales, los cuales han sido socios fiables para el “libre” comercio y la supuesta guerra contra las drogas que ha dado lugar a una violencia y represión estatal masivas. Durante la ultima década, las condiciones en México han seguido empeorado. En el 2017 hubieron 25.000 asesinatos en el país. Casi la mitad de la población vive en la pobreza, mientras que el 10 por ciento más rico del país posee más de 40 por ciento del total de los ingresos. La guerra fuertemente militarizada contra las drogas no ha logrado evitar más de 200.000 asesinatos desde 2006 y ha representado un gasto de $54 mil millones de dólares en seguridad desde 2007.
El plan de López Obrador para combatir la guerra contra las drogas es el de cambiar las reglas y proponer una paz negociada y amnistía para aquellos en México que no han tenido otra opción más que el crimen organizado como resultado de la desigualdad impactante. El plan incluye clemencia para aquellos que admitan culpabilidad, comisiones de la verdad para investigar crímenes y reparaciones para algunas de las víctimas.
Tensiones con el imperialismo estadounidense
A pesar de que Trump felicitó a López Obrador a través de Twitter la noche del domingo, ha utilizado una retórica abiertamente antagónica contra México sobre el comercio y la migración desde el inicio de su campaña presidencial en el 2016. Las conversaciones actuales entre los partidos sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) son el resultado directo de la demanda de Trump de volver a negociarlo para mejorar los términos para los Estados Unidos. Además Trump sigue repitiendo una de sus promesas electorales más controvertidas: la de construir un “muro” fronterizo y obligar a México pagar por él.
Distintos políticos mexicanos han dicho desde hace mucho tiempo que México no pagará el muro de Trump a lo largo de la frontera. Poco después de la inauguración de Trump, López Obrador denunció el muro fronterizo. En su libro de 2017 titulado “Oye, Trump,” declaró, “Trump y sus consejeros hablan de los mexicanos de la misma manera en que Hitler y los Nazis se referían a los judíos, justo antes de ejecutar la infame persecución y la exterminación abominable.”
A pesar de que siguió adelante con su campaña, Obrador hizo un llamado para el respeto mutuo con Trump. Después de una llamada telefónica entre los dos mandatarios el día después de las elecciones, López Obrador se dirigió a Twitter para decir que le había propuesto un acuerdo integral a Trump. López Obrador dijo que espera que el acuerdo genere empleos, reduzca la migración y mejore la seguridad como alternativa al muro fronterizo de Trump.
Muchos esperan que López Obrador dirija la reorientación de la política económica y exterior mexicana en un camino nacionalista. Esto no es lo mismo que una reorganización socialista de la sociedad, la cual pondría a la clase obrera y a los campesinos de México en control de la economía y del gobierno. Sin embargo, en la medida en la que López Obrador sea capaz de liberar a México del marco de la política doméstica anti-obrera y la sumisión a las corporaciones estadounidenses, se puede considerar su elección como un gran paso hacia adelante para las masas oprimidas del país.
La victoria de López Obrador es un desarrollo importante para los progresistas en México y en todo el mundo. Especialmente en América Latina, la victoria de AMLO ofrece una inyección de energía muy necesaria para la izquierda política del continente, especialmente tras el impulso exitoso por las elites locales y el gobierno estadounidense por establecer gobiernos de derecha en muchos países en los últimos años. Con un gobierno nuevo que ha sido elegido sobre la base de promesas electorales progresistas, los movimientos masivos de los pobres y los oprimidos de México tienen una gran oportunidad de avanzar su lucha por la justicia.