Foto: miembros de Pivot to Peace y ANSWER Coalition el 27 de febrero. Foto de liberación
Para oponerse a las recientes medidas hostiles tomadas por el gobierno estadounidense que podrían conducir a un conflicto devastador entre EE. UU. y China, los organizadores de Pivot to Peace y la Coalición ANSWER (Act Now to Stop War and End Racism) se reunieron frente a la Casa Blanca el 27 de febrero para conmemorar el 50 aniversario de la firma del Comunicado de Shanghái. Algunos de los carteles que decían “¡No a la guerra fría con China!” y “Estados Unidos fuera de Taiwán” enviaron un mensaje claro: el gobierno estadounidense debe respetar el Comunicado de Shanghái.
El 27 de febrero de 1972, durante la última noche de la visita del presidente estadounidense Richard Nixon a China, se emitió un documento diplomático conocido como el Comunicado de Shanghái. El documento, negociado por el consejero de Seguridad Nacional de EE. UU., Henry Kissinger, y el primer ministro chino, Zhou Enlai, fue la base para la normalización de las relaciones entre los dos países.
En un discurso pronunciado en la manifestación, el organizador de Pivot to Peace, Ken Hammond, señaló que en noviembre del 2020, el presidente Biden le dijo al presidente chino, Xi Jinping, que Estados Unidos continuaría adhiriéndose al Comunicado. Sin embargo, como señaló Hammond, “Las acciones del gobierno estadounidense se han movido exactamente en la dirección opuesta”. Hammond hizo un llamado al gobierno de Estados Unidos para renovar su compromiso con las políticas de beneficio y respeto mutuos.
El Comunicado constituyó el primer acuerdo diplomático firmado por la República Popular China y los EE. UU. Su mensaje central promovía el beneficio mutuo y la paz, afirmando que “las dos partes acordaron que los países, independientemente de sus sistemas sociales, deben conducir sus relaciones con base en los principios de respeto por la soberanía y la integridad territorial de todos los estados, en la no agresión contra otros estados y la no interferencia en los asuntos internos de otros estados, en la igualdad y el beneficio mutuos, y en la convivencia pacífica”.
El documento también describe cómo EE. UU. se dirigiría a Taiwán, con EE. UU. reconociendo “que todos los chinos a ambos lados del Estrecho de Taiwán sostienen que solo hay una China y que Taiwán es parte de China. El gobierno de EE. UU. no cuestiona esa posición; reafirma su interés en que sean los propios ciudadanos chinos quienes solucionen de manera pacífica la cuestión de Taiwán”. EE. UU. también acordó retirar paulatinamente todas las fuerzas militares de Taiwán.
Estas mejores relaciones entre China y EE. UU. se desarrollaron durante un período en el que EE. UU. creía que podía dominar la economía china. En las décadas que siguieron al Comunicado de Shanghái, las corporaciones estadounidenses aprovecharon las reformas de mercado de China que abrieron el país a la economía capitalista global. El acceso a costos de producción más bajos y a mano de obra china más barata fueron oportunidades para que los capitalistas estadounidenses aumentaran sus ganancias.
En los últimos años, la economía china se ha acercado al tamaño de la economía estadounidense. El liderazgo del Partido Comunista de China ha logrado sacar a 800 millones de personas de la pobreza extrema. Como respuesta a la creciente fuerza económica de China, el gobierno estadounidense ha cambiado drásticamente su postura hacia el país, comenzando con el “Giro Hacia Asia” del presidente Obama. Iniciado en el 2012, EE. UU. cambió su estrategia militar y económica para combatir la creciente presencia de China en el escenario mundial. Cuarenta años después de la firma del Comunicado, el gobierno de EE. UU. ha abandonado por completo sus compromisos anteriores, posicionando el 60% de sus fuerzas navales en el Pacífico como una clara señal de agresión.
En el 2021, se reveló que EE. UU. mantiene una presencia de tropas en Taiwán, algo que fue condenado por el gobierno chino como un gesto hostil. La venta de sistemas de misiles, tecnología militar y otras armas a Taiwán también continúa aumentando.
El director nacional de la Coalición ANSWER, Brian Becker, denunció estas políticas militaristas, afirmando que “la toma de decisiones imprudentes puede provocar una confrontación que no solo sería entre dos países, sino que podría volverse regional, incluso global”. Señaló que “las acciones imprudentes en el Mar de la China Meridional diseñadas para contener a China” conducirían naturalmente a que “China tome medidas defensivas”. Esto debería preocupar al público estadounidense, dado que “cuando ambos lados comienzan a escalar agresiones, es muy difícil detenerlo”. Afirmó que la cooperación, no las relaciones antagónicas, beneficiaría tanto a las personas de EE. UU. como a las personas de China.
La acumulación militar estadounidense no ha sido el único punto de creciente hostilidad. El gobierno de EE. UU. y sus leales servidores en los medios corporativos han estado librando una intensa campaña de demonización para propagandizar al público de EE. UU. para que le teman a China. Tan solo este año, el Congreso propuso asignar $500 millones para producir cobertura noticiosa negativa sobre China. Durante el evento, Sean Blackmon, uno de los organizadores de ANSWER, señaló que estas representaciones, a menudo racistas y sensacionalistas del gobierno y la sociedad chinos en las noticias corporativas, han contribuido a un aumento dramático de los crímenes de odio contra los asiáticos.
Un estudio reciente del Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo encontró que los delitos de odio contra los asiáticos aumentaron un 339% entre el 2020 y el 2021. Los estudiantes y profesores chinos también han sido blanco de ataques por parte de universidades y el gobierno de EE. UU. En el 2021, el FBI admitió haber acusado falsamente a un profesor de la Universidad de Tennessee de ser un espía chino. El FBI no ha sufrido repercusiones.
Blackmon señaló que el creciente sentimiento antiasiático en EE. UU. “es un resultado directo de la política de EE. UU. hacia China, la cual es solo una continuación de las históricas políticas racistas antichinas y antiasiáticas de EE. UU. […] que tratan a China como si fuera una horda invasora”.
La organizadora de ANSWER, Emi Lockwood, cerró el evento afirmando claramente que el gobierno de EE. UU. ha infringido no solo la soberanía de China, sino también la de varios estados del mundo. Haciendo eco de las denuncias de los manifestantes contra la maquinaria militar global estadounidense, Lockwood preguntó: “¿Qué significa la paz para un país que tiene 800 bases militares en todo el mundo?”