Según un informe del Centro Nacional de Ley sobre las Personas sin Vivienda y la Pobreza, cada año en los Estados Unidos, más de 3 millones de personas atraviesan por un período de carencia de vivienda, casi la mitad de ellos son niños.
Durante el mismo período, hasta 18 millones de unidades de vivienda quedaron vacantes. Entre el 2008 al 2012, de 2 a 3 millones de personas comprando casa perdieron sus viviendas debido a las hipotecas “subprime” o por reposesión. Esta tendencia hipotecaria es probable que continúe en el 2013, de acuerdo con la Reserva Federal de Nueva York.
Las tasas de desocupación se han puesto tan mal y han arrastrando hacia abajo los valores de la propiedad; en determinadas zonas metropolitanas, los bancos han decidido demoler casas que están en perfecto estado, en lugar de tratar de revenderlas, porque no obtener una ganancia con la venta.
La situación es absurda: Casas vacías, o incluso destruidas, mientras los niños duermen en refugios o en las calles.
Esto no termina allí. La crisis inmobiliaria ha causado estragos en toda la economía en general. Cuando la burbuja inmobiliaria estalló, la especulación financiera masiva en torno a la industria fue revelada a todos. Algunos de los bancos más grandes y más poderosos esencialmente colapsaron, sólo para ser resucitado por un rescate de los contribuyentes que alcanzó miles de millones de dólares.
Ha habido decenas de miles de despidos en las industrias relacionadas con la vivienda, la construcción, las finanzas y bienes raíces. Los bancos en todo el mundo han endurecido sus flujos de crédito, especialmente a las familias de la clase trabajadora. Como los trabajadores se vieron afectados por la crisis, el gasto del consumidor se redujo y la recesión recorrió otras áreas de la economía.
Sobreproducción capitalista
¿Cómo fue que el país más rico del mundo que emplea a un ejército de economistas de los think tanks, universidades y departamentos gubernamentales, se metiere en una recesión económica ineludible que lanzó a millones de personas de sus puestos de trabajo a la calle?
El capitalismo es un sistema económico que funciona con un sólo propósito: las ganancias privadas para los individuos y las empresas. Esta lógica global determina cómo los propietarios capitalistas y sus administradores actúan y piensan.
En la búsqueda de los márgenes de ganancias cada vez mayores y en competencia entre sí para lograr una mayor cuota de mercado, los capitalistas producen mucho más productos de los que pueden vender a la misma tasa de ganancia. Las empresas empiezan a bajar los precios, con la esperanza de vender las mercancías que han producido, pero ya no hay compradores. Los inversores sacan su capital, y las empresas despiden a los trabajadores y reducen las operaciones con el fin de salvar a su tasa de ganancia.
Este fenómeno se produce un desperdicio de la sobreproducción en una escala pequeña todo el tiempo, dando lugar a despidos y cierres de fábrica. Sin embargo, periódicamente, cuando suficiente capital está comprometido en la industria en caída — esto conduce a la recesión económica generalizada o depresión. Esto se llama una crisis de sobreproducción.
Eso es lo que llevó a la crisis de la vivienda.Se trata de un fenómeno único del capitalismo. En sistemas sociales anteriores, las crisis económicas eran producidas por calamidades — inundaciones, sequías, huracanes, terremotos — que conducen a períodos prolongados de escasez de alimentos y al hambre. Bajo el capitalismo, esas crisis económicas no surgen porque la sociedad ha producido muy poco, sino porque se ha producido “demasiado”. Eso no significa demasiada producción para la satisfacción de las necesidades humanas, sino demasiada producción para ser vendida consiguiendo ganancia.
Bajo el capitalismo, a los trabajadores se les paga menos que el valor de los bienes o servicios que producen. El capitalista que emplea al trabajador toma el valor restante — lo que los economistas socialistas llaman plusvalía, como la base de su ganancia. Al mismo tiempo, los capitalistas competen entre si, con el fin de devolver la mayor tasa de ganancia. Para aumentar su tasa de ganancia, los capitalistas tratan de encontrar formas de reducir los costos de producción, gracias a los avances tecnológicos que puedan sustituir a los trabajadores, los recortes en los salarios y beneficios, y la externalizarían a las zonas con salarios más bajos o países extranjeros.
En corto plazo, esto lleva a un retorno inmenso para los capitalistas principales y para los inversionistas individuales. Pero con el tiempo la competencia capitalista—si han de sobrevivir, encuentra maneras de replicar los avances tecnológicos, y la tasa general de beneficio se estabiliza de nuevo o se hunde aún más.
A medida que el capitalista acumula ganancias, comienza inmediatamente a buscar nuevas inversiones que pueden devolverle la misma tasa de ganancia alta que antes disfrutaba. A finales de 1990, cuando la crisis económica se extendió por toda Asia y América del sur más tarde, los inversores en todo el mundo comenzaron a invertir fuertemente en las empresas y bancos estadounidenses, que parecían más estables. Los bancos y las corporaciones no podían dejar este dinero sin uso.
La crisis ‘subprime’
¿Cómo pudieron los bancos agarrar todo ese capital recién adquirido y convertirlo en mayores ganancias? Comenzaron a reducir tasas de interés de las hipotecas, permitiendo que más familias de clase trabajadora pudieran comprar casas nuevas a crédito.
Inmediatamente, la industria de la construcción comenzó a producir nuevas viviendas y condominios. Las familias de la clase trabajadora fueron engañadas en la compra de viviendas a precios más allá de lo que podían esperar para pagar con sus salarios constantes o con sus salarios en caída. Al mismo tiempo, los capitalistas comenzaron a comprar casas y luego inmediatamente a revenderlas, en inglés, se conoce como “flipping” — revenderlas a un precio más alto. Dado que los bancos aparecieron como una fuente constante de crédito barato, las nuevas casas se tornaron más lujosas y más caras.
Pero los especuladores inmobiliarios construyeron y compraron casas nuevas sin preocuparse de las necesidades reales y de los medios de los compradores. A mediados de 2006, los precios de las viviendas comenzaron a caer. Una epidemia se extendió en las ejecuciones hipotecarias, ya que las familias dejaron de pagar sus préstamos. Muchos habían sido engañadas para que acepten hipotecas con “enganches” tentadores que después esas tasas alzaron sus intereses haciéndolos completamente inaccesibles.
En el verano de 2007, se hizo evidente que prácticamente todo el sistema bancario había invertido masivamente en el boom inmobiliario. Temerosos de que no podrían recuperar el dinero que habían prestado, los bancos reforzaron su crédito y toda la economía se tambaleó al borde del desastre.
Ahora, millones de casas se encuentran vacantes en los Estados Unidos — el registro más alto. Letreros de “Se Vende” aparecen por todas partes. Los estratos superiores de la sociedad, la clase dominante, es numéricamente muy pequeña para comprar y usar todos los condominios y casas de vacaciones que se construyeron.
La construcción residencial se ha paralizado y las industrias relacionadas con materiales de construcción se encuentran en grave peligro. Muchas compañías de bienes raíces se han declarado en bancarrota y miles de trabajadores han sido despedidos de sus puestos de trabajo.
A pesar de lo absurdo de la situación, es difícil imaginar un resultado diferente. La alta tasa de ganancia la resultó de ser así. Si una de las compañías de bienes raíces hubiese invertido en la vivienda asequible, la vivienda de interés social, habría perdido todos sus inversores a los competidores que prometen altas tasas de ganancia. Si uno de los bancos hubiese trasladado su dinero fuera del mercado de la vivienda por completo, otro banco hubiera tomado su lugar.
Tampoco los capitalistas coordinaron entre sí para evitar la sobreproducción de vivienda. Para coordinar de manera destr.uiría la ventaja competitiva del capitalista individual. Esto va en contra de los instintos especulativas de un sistema basado en la competencia. La crisis económica no fue causada por la mala toma de decisiones de las familias. Tampoco es simplemente el producto de los prestamistas abusivos. Ambas explicaciones sitúa la responsabilidad en individuos que hacen el mal. La magnitud del fenómeno de ejecución hipotecaria muestra que se no trata de ignorancia ni de malicia, sino de la estructura misma de la economía.
Las crisis de sobreproducción generalizada se han producido aproximadamente cada diez años en los Estados Unidos durante los últimos 150 años. La actual crisis económica, producto de la sobreproducción y la sobreacumulación de capital, es un resultado inevitable de la lógica del sistema económico.
Aunque la producción y reproducción de la economía se basa en millones de trabajadores que trabajan juntos, los frutos de la economía son propiedad de una pequeña minoría que compite entre sí. Enormes avances tecnológicos se desperdician debido a que la economía en su conjunto no es planeada, es anárquica y por lo tanto propensa a los desastres.