Las sanciones económicas son un intento premeditado para asfixiar al pueblo iraní

La última ronda de sanciones económicas por parte de los Estados Unidos y la Unión Europea en contra de Irán han ocasionado un impacto devastador a su economía. Este último año, el Rial, la moneda iraní, ha perdido dos tercios de su valor. Esto ha ocasionado una pérdida del control en la inflación y ha desestabilizado la economía.

Como se esperaba, la clase obrera y los pobres han sufrido la peor parte de esta crisis económica, luchando para poder sobrevivir cuando los precios de las necesidades básicas se han incrementado de forma astronómica.

A parte de la inflación, las sanciones económicas han causado graves trastornos en diferentes sectores de la economía. Al gobierno iraní, que ha sido prácticamente expulsado del sistema de comercio mundial, se le hace casi imposible obtener materia prima, repuestos para la maquinaria y otros suministros que promueven el progreso del país.

Las sanciones también han afectado a las personas que necesitan cuidado médico. El 4 de septiembre de 2012, un artículo en el periódico Washington Post informó que la escasés de medicamentos ocasionada por las sanciones estaba afectando específicamente a la población que “sufre de cáncer y a los que están bajo tratamiento por enfermedades complejas como la hemofilia, la esclerosis múltiple y la anemia talasemia, además de los pacientes que necesitan diálisis en los riñones.” Este es el verdadero impacto mortífero de las sanciones que ambos, el presidente Obama y Mitt Romney denominaron como “satisfactorias” durante los debates presidenciales.

La preferencia de las sanciones en lugar de la opción militar para causar el cambio de gobierno

Durante la última década Irán ha existido bajo la constante amenaza de un ataque militar por parte de los Estados Unidos. “Todas las opciones se mantienen sobre la mesa” ha sido la frase favorita de los gobiernos de Bush y Obama. La clara disposición de la Casa Blanca para utilizar fuerza mortífera por todo el planeta y para generar guerras sin ninguna declaración, significa que nadie puede ignorar estas amenazas.

Existen varios rumores de que Israel está dispuesto a bombardear a Irán, pero que los Estados Unidos supuestamente lo está evitando. Pero si hacemos a un lado todas las dificultades prácticas que involucran una agresión militar a esa escala, esos intentos de derrocar al gobierno iraní, podrían resultar en un tiro por la culata.

A pesar de su táctica de amenazas de guerra indirectas, los Estados Unidos, sus socios menores e Israel claramente esperan que las devastadoras y mortíferas sanciones económicas posibiliten más efectivamente la caída del gobierno iraní. Los estrategas de la política exterior estadounidense tienen la esperanza de que las elecciones presidenciales en junio de 2013 en Irán, las cuales tomarán lugar en una atmósfera de crisis económica, ofrecerán una oportunidad para respaldar a la oposición “democrática”.

La tormenta política en los centros de poder iraníes

Desde hace menos de dos años, después de la reelección de Ahmadinejad en 2009, las distintas corrientes en el poder en la República Islámica han ejercido un aislamiento político en contra de él. El presidente Ahmadinejad ya no reúne los requisitos para ser reelegido y la corriente que él representa también carece de un prominente sucesor.

Los estrategas estadounidenses tienen la esperanza de que las dificultades económicas fortalezcan a las corrientes políticas que favorecen un acomodamiento con los Estados Unidos. Si esas corrientes florecen, existe una posibilidad de que las bases del partido derechista del Movimiento Verde, que surgió después de las elecciones de 2009, saldrán al apoyo de dicho partido. Esto pudiera facilitar una oportunidad para los imperialistas de apoyar, fomentar o inclusive de financiar la campaña electoral de esas corrientes, contribuyendo a la desestabilización del país.

Lo anterior no está garantizado. Existen dos factores que dificultan el surgimiento de la corriente que busca acomodarse con los Estados Unidos. Primero, después de los eventos posteriores a las elecciones de 2009, gran parte del liderato se muestra cauteloso ante la posibilidad del surgimiento de un movimiento que simpatice con Occidente, lo cual amenazaría la sobrevivencia, no solamente de una corriente en particular, sino de todo el estado.

Otro factor es que los poderes Occidentales han puesto de manifiesto en cada ronda de “negociaciones” que lo único que aceptarán será la rendición total del programa atómico iraní. De allí que las corrientes moderadas dentro del poder político iraní – la cuales preferirían alinearse con el Occidente – no puedan ofrecer mucha ventajas haciéndole concesiones al Occidente.

Dinero y petróleo – en grandes cantidades

Después de la Segunda Guerra Mundial, con el arribo de Estados Unidos a la cima de la jerarquía imperialista, el control del Medio Oriente se convirtió en un componente clave de la política exterior estadounidense.

Un vistazo al mapa del Medio Oriente muestra por qué los estrategas de la política exterior estadounidense ven la subyugación de Irán como un objetivo clave. Irán es el 18vo país más grande en el mundo, respecto a territorio. Cubre 1.6 millones de kilómetros cuadrados hasta el norte del golfo pérsico/árabe. Controla el crucial estrecho de Ormuz, por el cual circula más de un tercio del transporte petrolero mundial.

Posee una de las reservas mundiales más grandes de hidrocarburos, se ha comprobado que son 150 mil millones de barriles de petróleo y 33 billones de metros cúbicos en gas natural.

Irán no solamente es una posible fuente de materia prima para que las gigantescas compañías lo exploten. El mercado iraní representa una posible oportunidad lucrativa para las corporaciones multinacionales, si tomamos en cuenta su formidable infraestructura de comunicaciones, transporte, industrias básicas y una mano de obra altamente educada. Con casi 80 millones de habitantes es más grande que Francia, Turquía e Italia.

No hace mucho tiempo que los Estados Unidos gobernó a Irán durante la época del Sha. La dictadura del Sha fue impuesta en 1953 por medio de un golpe que derrocó al presidente que había sido elegido democráticamente. Esto dio paso a 25 años de recompensas económicas para Estados Unidos y otros gigantes petroleros a costa del petróleo iraní. Hablando políticamente, Irán cumplió con el mandato estadounidense en la región. Su ejército, armado hasta los dientes exclusivamente por Estados Unidos, se ganó el apodo de “el Gendarme del golfo pérsico”. En los años 70s, el Sha colaboró con el reaccionario sultanato de Omán para derrotar al movimiento de liberación Dhofar, el cual era dirigido por el izquierdista Frente Popular para la Liberación de Omán.

La revolución y los esfuerzos para cambiar de gobierno

Pero las relaciones cambiaron contundentemente con la revolución de 1979 que derrocó al Sha. Irán dejo de ser un estado sirviente. La República Islámica reflejaba los intereses de la burguesía nacional, terratenientes y líderes religiosos – no los de la clase trabajadora iraní – pero rompió con la dominación estadounidense y trazó un sendero independiente para su desarrollo. El petróleo fue nacionalizado y las industrias internas administradas por el estado recibieron prioridad. Más a menudo y de manera intencional, Irán adoptó posturas anti-imperialistas, suministrando asistencia al movimiento palestino y muchos otros.

Desde la revolución, la estrategia estadounidense hacia Irán ha sido el remplazo eficaz de su gobierno. Washington instó a Irak a invadir a Irán y le proporcionó armas y apoyo a Irak durante la guerra de 1980 a 1988. El objetivo estadounidense era debilitar a los dos estados independientes, como se comprobó durante los asuntos Irán-Contra, en los cuales Estados Unidos también le suministró armamento a Irán.

Durante la última década, el desarrollo de la energía atómica iraní ha sido el enfoque de la intensa propaganda estadounidense en contra de dicho país. Pero esto es solamente una treta de relaciones públicas, una justificación diseñada para ocultar los constantes objetivos de cambio de gobierno. Como parte de su agenda en función de los bancos y las gigantescas corporaciones, el gobierno estadounidense desea derrocar a la república islámica y reemplazarla con un gobierno servidor – retornar a los días del Sha.

Cualquier tipo de intervención que los Estados Unidos emplee en contra de Irán, se encontrará con la resistencia de un pueblo orgulloso de su independencia. Si los Estados Unidos eventualmente llegara a derrocar a la República Islámica de Irán, poseería casi un dominio total de todo el Medio Oriente. Esto no solamente sería un retroceso para los pueblos de la región, sino también para todos los pueblos del mundo que intentan marchar por un camino independiente en la búsqueda de su desarrollo. El único favorecido sería la clase capitalista estadounidense, la cual saquea a los países del mundo, mientras que genera explotación sin fin y opresión para los pobres y el pueblo obrero dentro de sus propias fronteras.

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