Tina Landis es autora del libro Climate Solutions Beyond Capitalism (Soluciones para la Crisis Climática más allá del Capitalismo)
El último Informe Climático de la ONU sobre impactos, adaptación y vulnerabilidad publicado el 28 de febrero insta una vez más a la acción inmediata y describe los efectos catastróficos que enfrenta la humanidad con la continua falta de acción significativa. Compilado por 270 investigadores de 67 países, describe los impactos que ya se están desarrollando y cómo estos desastres aumentarán incluso si el calentamiento se limita al umbral de temperatura de 1.5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales.
Actualmente, el mundo tiene un calentamiento de alrededor de 1.1 °C y ya estamos experimentando olas de calor, sequías, incendios forestales, inundaciones y fenómenos meteorológicos extremos sin precedentes que han provocado 84 millones de refugiados climáticos y una mayor inseguridad alimentaria y de agua. Estos problemas solo se multiplicarán a medida que el mundo se caliente. Los compromisos no vinculantes que surgieron de la reciente Cumbre Climática COP26 nos tienen encaminados hacia un calentamiento de alrededor de 2.4 °C, lo que resultaría en una devastación masiva y el desplazamiento de grandes porciones de la población mundial.
El informe de la ONU critica los cambios graduales que se están implementando actualmente por no estar a la altura de los cambios transformadores que se necesitan. El informe continúa exponiendo los impactos catastróficos del calentamiento de 2 °C y 3 °C y pide una acción integral inmediata de los gobiernos globales para reducir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero, junto con el apoyo financiero de los países ricos para los más vulnerables.
La situación es más urgente de lo que indica el informe de la ONU
Debido a una infraestructura inadecuada, redes de seguridad social débiles y una mayor dependencia del mundo natural, los impactos climáticos que ya sienten los países del Sur Global tienen efectos mucho más devastadores que los impactos climáticos que ocurren en el Norte Global. Esto se debe al legado del colonialismo y el neocolonialismo que ha creado una brecha de desarrollo que deben abordar los principales responsables del problema, principalmente Estados Unidos y la Unión Europea.
Si bien estos informes del IPCC de la ONU son útiles para los activistas climáticos y los formuladores de políticas, debemos tener en cuenta que adoptan un enfoque más conservador que los informes científicos independientes. Dado que se basan en el consenso de cientos de colaboradores y tienen un retraso de varios años entre la recopilación de datos y la publicación debido al largo proceso de revisión por pares, en realidad, la situación es aún más urgente de lo que describe el informe como resultado de las condiciones que cambian rápidamente.
Se espera que la Corte Suprema socave a la Agencia de Protección Ambiental (EPA por sus siglas en inglés)
Mientras tanto, en los Estados Unidos, incluso los escasos esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que solo se encuentran en la fase de planificación están siendo rechazados por las fuerzas de derecha. El 28 de febrero, la Corte Suprema escuchó los argumentos orales en el caso de Virginia Occidental contra la Agencia de Protección Ambiental que tiene como objetivo socavar la capacidad de la EPA para restringir las emisiones de gases de efecto invernadero de las centrales eléctricas, que son la segunda fuente más grande de emisiones que calientan el planeta en el Estados Unidos.
Este caso es un ataque preventivo de la industria de carbón y sus patrocinadores contra una regulación incipiente que será propuesta por la EPA más adelante este año y que se espera se base en el fallido Plan de Energía Limpia de la era de Obama. Quienes se oponen a la próxima regulación argumentan que la EPA no debería tener poderes para establecer regulaciones para toda la industria sobre plantas de energía, sino sólo para establecer regulaciones sobre plantas de energía individuales, socavando la ya débil autoridad federal para implementar reducciones significativas de emisiones.
Alcanzar los objetivos de la administración Biden de reducir las emisiones en un 50% por debajo de los niveles de 2005 para 2030, lo cual, según los científicos, es necesario para mantener el calentamiento por debajo de 1.5 °C, requerirá esfuerzos hercúleos. La propuesta de Biden de escasas acciones climáticas que se estancó en el Congreso el año pasado carecía de un camino claro para lograr este nivel de reducciones, y se vería aún más socavada si gana el caso de Virginia Occidental. En general, este caso de la Corte Suprema tendría implicaciones de gran alcance hacia una futura disminución de los poderes ya insuficientes de la EPA y otros organismos reguladores.
La pregunta más amplia es, ¿cómo puede Estados Unidos, que es responsable de la mayor parte de las emisiones a nivel mundial según las contribuciones históricas y per cápita, lograr las reducciones necesarias para detener la catástrofe climática cuando las corporaciones y sus patrocinadores gubernamentales tienen el poder de socavar la autoridad y legislación regulatoria? Una y otra vez vemos a las corporaciones de combustibles fósiles usar sus arcas sin fondo para intimidar y sobornar a legisladores y reguladores a través de demandas, cabildeo y contribuciones de campaña. Y al mismo tiempo, estas corporaciones han gastado miles de millones de dólares en campañas de relaciones públicas para difundir desinformación sobre el cambio climático y su papel en la creación de esta crisis.
El capitalismo no es capaz de resolver la crisis
Los débiles mecanismos regulatorios bajo el capitalismo y la falta de autoridad del IPCC de la ONU para responsabilizar a los países por sus compromisos están muy lejos de enfrentar el desafío que enfrenta la humanidad. Necesitamos una economía planificada socialista que pueda implementar un plan a largo plazo para realizar las transformaciones necesarias para nuestra propia supervivencia: una transición rápida y justa de los combustibles fósiles a la energía renovable, y la restauración de los ecosistemas para extraer carbono de la atmósfera, restaurar el ciclo del agua y refrescar el clima.
Podemos ver destellos de lo que es posible en el plan de adaptación al cambio climático de 100 años de Cuba y las rápidas reducciones de China en la contaminación por partículas y las inversiones masivas en energía renovable que superan con creces a cualquier otro país. Solo a través de una economía planificada socialista pueden ocurrir cambios tan completos en el rápido marco de tiempo que es crucial.
Bajo el capitalismo de libre mercado, el gobierno solo puede dar incentivos para que las corporaciones implementen tecnologías que ayuden a reducir las emisiones a través de sanciones o subsidios, con la esperanza de que suficientes corporaciones “hagan lo correcto”. Este enfoque desordenado y fragmentario de la reducción de emisiones, que se puede deshacer con una nueva administración, una elección intermedia o un fallo de la Corte Suprema, está muy lejos de la acción urgente que se necesita y de lo que la humanidad puede lograr.
Por eso es crucial que sigamos construyendo un movimiento popular amplio, un movimiento de la clase trabajadora, para forzar concesiones desde arriba y, al final, derrocar el sistema corrupto e irracional del capitalismo y construir una sociedad que sea en función de las necesidades de las personas y del planeta.
El cambio climático no es una crisis que ocurrirá en un futuro lejano. Está sucediendo ahora. Colectivamente tenemos las herramientas y el conocimiento necesarios para transformar la sociedad de una que se basa en una relación degenerativa con el planeta a una que es regenerativa y en beneficio de toda la vida. Esto es lo que se necesita para la supervivencia de la humanidad. Y el momento de actuar es ahora.