Foto: Miembros del TSE reunidos con funcionarios de la embajada estadounidense en Guatemala.
La población en Guatemala está indignada tras la decisión del Tribunal Supremo Electoral (TSE) del país de prohibir que Thelma Cabrera y Jordán Rodas se registren en las elecciones presidenciales de este año. Cabrera y Rojas representan al Movimiento para la Liberación de los Pueblos y al Comité de Desarrollo Campesino: MLP-CODECA.
En respuesta a lo que podría describirse como un golpe electoral, el pueblo guatemalteco ha emprendido una lucha sostenida. El 30 de enero, las Autoridades Ancestrales Indígenas celebraron su asamblea nacional donde exigieron que el TSE acepte el registro de Cabrera y Rodas en un plazo de 15 días o la gente saldrá a las calles.
En una entrevista con Liberation News, Carlos Barrientos, líder de la organización social guatemalteca Comité de Unidad Campesina, expresó que la desigualdad en la estructura de la sociedad guatemalteca se refleja en el propio proceso de registro electoral. Explicó: “Mientras el TSE bloquea la inscripción del MLP por razones administrativas, permiten que Suri Ríos —hija del exdictador Ríos Montt, responsable de masacres y crímenes contra la humanidad— se registre a pesar de que, según la Constitución, no debería poder postularse para la presidencia si ha participado en golpes de Estado, rebeliones, etc. o si sus padres han participado en tales eventos… Hay una clara desigualdad en cómo el TSE está manejando esto”.
Guatemala no es ajena a los golpes de Estado silenciosos ni a la violencia y represión que los rodean. Hablando sobre el derrocamiento liderado por los EE. UU. de la presidencia de Jacobo Árbenz que condujo a una de las dictaduras más sangrientas de América Latina, el historiador Vijay Prashad una vez lo expresó claramente: “El golpe de Estado en Guatemala de 1954, [fueron] 11 días que no sacudieron al mundo tanto como debieron haberlo hecho”. El gobierno de Guatemala fue derrocado por una operación de la CIA para proteger las ganancias de la United Fruit Company, ahora Chiquita, y la hegemonía estadounidense en el continente.
Para entender el golpe electoral actual es necesario entender lo que la clase dominante de Guatemala teme: el plurinacionalismo. Mario López, organizador guatemalteco de la diáspora en EE. UU., le explicó a Liberation News, “El plurinacionalismo se refiere a los movimientos sociopolíticos compuestos principalmente por el campesinado de las naciones indígenas de América Latina. En el caso de Guatemala, el movimiento plurinacional busca ganar poder político a través de su propio instrumento político, y crear un estado plurinacional que reconozca y le brinde autonomía política, administrativa, legislativa, judicial, cultural y espiritual a las tres naciones indígenas (los pueblos maya, xinka y garífuna) y a la nación mestiza”.
Prohibirle a Cabrera y Rodas que participen en las elecciones es un ataque antidemocrático, antipobre y antiindígena al restringir el derecho de las personas a votar por quien quieran elegir como presidente. La oligarquía de la clase dominante en Guatemala, alineada con el imperialismo estadounidense y en deuda con sus dictámenes, le teme fundamentalmente a una sociedad democrática dirigida por campesinos y trabajadores indígenas. Guatemala tiene una población que es 60% indígena, quizás el porcentaje más alto de toda América Latina. Este es el sector de la sociedad que ha estado liderando la carga contra la represión del golpe electoral. Son los que más tienen que ganar y los que más pérdidas han sufrido.
El 2 de febrero en respuesta al llamado de las Autoridades Ancestrales Indígenas, se realizó una manifestación frente al TSE. Un participante describió la fuerza de resistencia del pueblo en una entrevista al medio Plaza Pública, “Si no [revierten la decisión] vamos a tomar el aeropuerto internacional, los 3 puertos del país, el Tribunal Supremo Electoral y todas las instituciones del Estado. ¡Somos indígenas, somos mayas, y podemos estar aquí por un mes!”
El 4 de febrero, el Consejo del Pueblo Maya emitió una declaración titulada “El miedo al proyecto político liberador”, que dice: “Hacemos un llamado a todos los pueblos a levantar la cabeza y denunciar con firmeza esta injusticia, porque solo la fuerza popular movilizada derrocará a este régimen criminal”.
El 16 de febrero, los pueblos trabajadores de Guatemala y los líderes indígenas cumplieron su palabra. El paro popular se apoderó, como mínimo, de ocho puntos importantes del sistema nacional de autopistas, y el gobierno los ha reprendido por “una huelga ilegal que va en contra de los derechos del pueblo”.
Pero el movimiento popular no se ha desacelerado, y a partir del 21 de febrero, el número de rutas cerradas por los manifestantes ha aumentado a 19. La clase dominante en Guatemala está sacrificando una economía que ya sufre para proteger su supremacía política, pero el pueblo se niega a aceptarlo.