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La guerra de Corea continúa con la renovación de la prohibición de viaje a Corea del Norte por Biden

Activistas marchan en Washington DC el 27 de julio, en reconocimiento del 70o aniversario del armisticio en Corea.

Foto: Mujeres cruzan a DMZ por Twitter

Este artículo fue producido por Globetrotter.

El 22 de agosto, el Departamento de Estado de EE. UU. renovó su prohibición del uso de pasaportes de EE. UU. para viajes a Corea del Norte. Esta restricción prohíbe por lo menos a 100.000 coreano americanos viviendo en los Estados Unidos de visitar a sus parientes en Corea del Norte. La prohibición fue iniciada por el gobierno de Trump en 2017, y—a pesar de las suplicaciones repetidas de los activistas coreano americanos para levantar la prohibición draconiana—se ha renovado anualmente desde entoces.

Durante su campaña presidencial en 2020, Joe Biden había prometido “reunir coreano americanos separados de sus seres amados en Corea del Norte por décadas”, pero ha extendido la prohibición cada año de su presidencia. La prohibición está actualizada hasta el 31 de agosto del 2024, cuando será levantada o extendida nuevamente.

Familias separadas por la prohibición de viaje

Kate Youngjoo Shim, una activista con la organización de mujeres para la paz  Korea Peace Now! (¡Paz para Corea Ahora!, es una de muchas/os coreana/o americanas/os afectadas/os por la prohibición. Nacida en corea, Shim se mudó a los EE. UU. a los 15 años. Los dos lados de su familia son originarios de Corea del Norte, y la prohibición ahora previene la posibilidad de visitar a sus primos y otros parientes cercanos allí.

Shim señaló la hipocresía del gobierno de EE. UU. sermoneando sobre los derechos humanos mientras mantiene tantas familias separadas. 

“La violación más grande de los derechos humanos para mí es no dejar que la gente vea a su familia”, dijo Shim. “El gobierno de los EE. UU. siempre está diciendo cosas sobre las condiciones en cuanto a los derechos humanos [en Corea del Norte], pero si no dejas que la gente se reúna con sus madres, sus hijos, sus familias inmediatas…no hay excusa.”

Las cosas no fueron siempre así. La abuela de Shim fue separada de su hijo major—el tío de Shim—durante la guerra de Corea. Después de décadas de intentar localizarlo mientras que vivía en Corea del Sur, su abuela se mudó a los EE. UU. a los 65 años durante los 1980s con la esperanza que podría mejorar su habilidad de encontrarse con él y reunirse. 

La tarea se le hizo difícil en Corea del Sur dada la situación política entre Norte y Sur en ese momento. A pesar de que pasaran décadas sin saber dónde estaba y en contra de las expectativas, la abuela de Shim mantuvo la esperanza que ella y su hijo perdido se reunieran otra vez. Después de mudarse a los EE. UU., hasta empezó a trabajar en una fábrica para poder pagar por regalos para llevarle una vez que fuera encontrado.

Eventualmente, la familia de Shim pudo encontrar a su tío perdido en Corea del Norte, y su abuela fue reunida con su hijo después de 37 años. Mientras que estuvo allí la abuela de Shim también se reunió con su hermano después de décadas de separación. Volvería a Corea del Norte otra vez para asistir a la boda de su nieto.

La abuela de Shim murió hace más de 10 años. Si viviera hoy, ya no podría visitar a su hijo ni a su otra familia por la prohibición.

La prohibición es una cruel política imperialista de EE. UU., y viendo que la generación de los sobrevivientes de la guerra de Corea ahora ya están bien en sus 80, el levantamiento de la prohibición es de más urgencia ahora que nunca.

“Mi abuela fue una de las que tuvo suerte”, dijo Shim. “Hay tantas personas desafortunadas que no pueden ni ver a sus parientes. O tal vez una madre tiene sus hijos allí. Ahora han pasado 70 años [desde que se firmó el Acuerdo de Armisticia], así que la gente se está muriendo”. 

La abuela de Shim (centro abajo con pelo canoso) con su familia en Corea del Norte.
Agradecemos uso de la foto a Kate Youngjoo Shim.
El padre de Shim (derecha) conociendo al hermano major de su madre (izquierda) en Corea del Norte.
Foto gracias a Kate Youngjoo Shim

Viajes a Corea del Norte Cambiaron Vidas

Y no es sólo coreano americanos que están prohibidos de ver a sus familiares en Corea del Norte—la prohibición prohibe cualquiera que tenga pasaporte de EE. UU. de viajar allí, efectivamente prohibiendo cualquier tipo de intercambio cultural entre ciudadanos de EE. UU. coreanos en el norte. Estos intercambios son esenciales para poder contradecir la campaña de propaganda de los EE. UU. que deshumaniza a los coreanos del norte para justificar las sanciones. 

 Gloria La Riva, una organizadora con la coalición ANSWER (Actúa ahora para parar la guerra y acabar con el racismo), declaró que sus viajes al Norte en 1989 y 2015 fueron tan impactantes que “le cambiaron la vida”.

“Vi gente y un país que es lo opuesto de las imágenes histéricas y demonizantes que vemos en el occidente” recordó La Riva. Conocí personas que eran sensibles y amables con los visitantes. Eso fue lo que más me impactó. Cuando subimos a un tren lleno, las personas inmediatamente nos ofrecieron sus asientos, sonrientes—el mejor idioma de todos ”. 

“Esa es la razón verdadera que el gobierno del EE. UU. ha prohibido sus ciudadanos de visitar a Corea del Norte”, continuó. “Es la misma razón que la prohibición de viajar a Cuba ha existido por más de 60 años. Los EE. UU. teme que vamos a ver al pueblo coreano como nuestros amigos, no enemigos. La prohibición nos niega el derecho de ver a Corea del Norte por nosotros mismos”.

Niños de Corea del Norte bailando en el Palacio de los Niños, Pyongyang. Foto cortesía de Gloria La Riva.
Niños de Corea del Norte en el parque juvenil de Kaeson, Pyongyang. Foto gracias a Gloria la Riva. 

Terminar la guerra coreana

Los crimenes que Washington ha cometido sobre corea no pueden ser exagerados. Fue los EE. UU. que dividieron Corea sobre el paralelo 38º en 1945 así separando millones de familias, ocuparon el sur, y detonaron más de 600.000 toneladas de bombas sobre la península durante la guerra coreana. Tan extensiva fue la campaña de bombardeo que a los pilotos EE. UU. hasta se les acabaron los objetivos y entonces detonaban las bombas al mar para poder aterrizar con seguridad. A lo largo de la guerra, el ejército estadounidense acabaron con “casi el 90% de las ciudades y aldeas principales de Corea del Norte”, matando a un asombroso 20% de su población.

Encima de la campaña asesina de bombardeos masivos, la guerra entera coreana fue marcada por atrocidades instigadaspor los EE. UU.: el asesinato de más de 100.000 personas durante la masacre de la Legua Bodo en 1950, que fue cometido por las fuerzas gubernamentales del presidente de Corea del Sur instalado por los EE. UU. Syngman Rhee; la masacre de Sinchon en el cual los militares de EE. UU. y fuerzas anti-comunistas de Corea del Sur mataron a más de 30.000 civiles; la masacre de No Gun Ri donde las fuerzas armadas de EE. UU. abrieron fuego en contra de refugiados civiles, matando cerca de 300 personas. En su totalidad, la involucración de los EE. UU. en la guerra coreana fue nada menos que genocida. 

Mientras que la firma del Acuerdo de Armisticio del 1953 trajo el fin de la lucha armada, no cerró el conflicto.Los EE. UU. se niega a firmar un trato de paz, y, con Corea del Sur, se mantiene en un estado oficial de guerra suspendida con el Norte. Y hasta después que se firmó el armisticio, el gobierno de EE. UU. mantiene una presencia grande militar en Corea y continúa exacerbando las tensiones entre el Norte y el Sur. Corea del Sur se mantiene bajo ocupación: es el sitio de la base militar internacional más grande de los EE. UU., y 28,500 militares estadounidenses tienen sede en el país. Corea del Sur también es anfitrión de los ejercicios conjuntos anuales de Ulchi Escudo de Libertad con los EE. UU. Estos ejercicios anuales simulan la invasión de Corea del Norte e incluyen ejercicios de fuego en vivo desde aire, tierra, mar, y el espacio. Los juegos de guerra representan un ensayo general de cambio de régimen en Corea del Norte. Y especialmente desde 2006, el gobierno de EE. UU., con el Consejo de Seguridad de la ONU, se han basado en un régimen brutal de sanciones para castigar a Corea del Norte por resistir al imperialismo estadounidense. Estas sanciones han sido causa de inseguridad alimentaria, desnutrición, y escasez de suministros médicos en el país, causando un sufrimiento enorme y miles de muertes prevenibles.

La prohibición del EE. UU., es, entonces, otra arma de guerra, formando parte de su estrategia para aislar más a Corea del Norte e inflamar tensiones entre las dos mitades de la península. Y con Washington formando mejores relaciones militares con Australia, las Filipinas, y otros países en el “Indo-Pacífico”, mientras que aumenta la militarización del Mar del Sur de China, el objetivo principal del Pentágono es asegurar que Corea del Sur sea un aliado en su empuje hacia conflicto de potencias mundiales en Asia.   

“Estamos en un período de tensión extrema en Corea”, explicó Ju-Hyun Park, un organizador con la organización sin fines de lucro el Notudol para el desarrollo de la comunidad coreana, que aboga por la reunificación del país. “Los EE. UU. no quiere hacer nada para desescalar esa tensión porque la situación actual beneficia los intereses de los EE. UU. Con más conflicto en Corea, se hace más fácil acorralar a Corea del Sur y Japón en una alianza en contra no sólo de Corea del Norte sino finalmente contra China y Rusia también”.

Este camino que Washington está creando para llevarlos a Corea del Norte y del Sur sólo nos llevará hacia más guerra y destrucción para el pueblo coreano. El gobierno de EE. UU. jamás ha tenido interés en la paz para la península coreana. Por más de 70 años, ha hecho todo en su poder para dividir al Norte y al Sur, obstruir cualquier paso hacía paz duradera, más intentos de hacerse odiar los unos a los otros. Lo que el gobierno de los Estados Unidos les debe al pueblo de Corea jamás podrá pagarse. Pero el camino hacia la justicia empieza con cancelar la prohibición de viaje a Corea del Norte—tanto como firmar un acuerdo para la paz para oficialmente dar fin a la Guerra de Corea. 

Amanda Yee es una escritora y organizadora basada en Brooklyn. Es una editora de Liberation News, y sus reportajes han aparecido en Monthly Review Online, the Real News Network, y Peoples Dispatch. Se le puede seguir en Twitter @catcontentonly

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