Brian Becker es el Director Nacional de la Coalición ANSWER (Actúa Ahora para Acabar con la Guerra y Terminar con el Racismo)
Cinco años antes de que Robert Mueller fuera nombrado fiscal especial para investigar la acusación de que Rusia había interferido en las elecciones de 2016 y conspirado con la campaña de Trump, el Pentágono había estado realizando ataques cibernéticos secretos contra la red eléctrica de Rusia. La guerra cibernética contra Rusia comenzó en 2012. El cronometraje de la guerra cibernética contra Rusia es significativo. No pudo haber sido desencadenado tras la intervención de Rusia en Siria (2015) o el referéndum de Crimea en junio de 2014 que causó que Crimea abandonara Ucrania y se uniera a Rusia.
El año pasado, los ataques se aceleraron “con la colocación de malware potencialmente paralizante dentro del sistema ruso en una profundidad y con una agresividad que nunca antes se había probado,” según un nuevo informe publicado por el New York Times basado en tres meses de entrevistas privadas con funcionarios del Pentágono.
Los funcionarios del Pentágono decidieron ocultarle los detalles de la operación a Donald Trump por temor a que no permitiera que se produjeran los ataques ofensivos más avanzados. Barack Obama, según el informe, en un principio no había autorizado una guerra cibernética ofensiva. Obama autorizó tácticas de guerra cibernética menos agresivas contra Rusia, pero temía que una escalada pondría a la infraestructura de los Estados Unidos en riesgo de un contraataque.
¿Estaba al tanto Bolton de esta operación del Pentágono?
A Trump no lo mantuvieron al tanto, pero es razonable llegar a la conclusión de que el lunático de guerra Bolton y Mike Pompeo, el fanático religioso que ocupa el puesto de diplomático destacado, se mantienen plenamente informados por la camarilla militar que ahora funciona como el verdadero poder en Washington.
“El Sr. Trump no recibió información detallada sobre los pasos para colocar “implantes”—código de software que se puede usar para vigilancia o ataque—dentro de la red rusa,“ dijeron dos funcionarios anónimos de Trump al NY Times [porque]”podría haberlo revocado …” ¿Quiénes son esos dos funcionarios?
Un telón de fondo importante para esta revelación alarmante es la nueva doctrina / estrategia militar del Pentágono anunciada en diciembre de 2017, que reorienta profundamente la política exterior y militar de los Estados Unidos para preparar al país para el conflicto de “poderes mayores” con Rusia y China en los próximos años.
Esta es una guerra ofensiva, no defensiva
El artículo del New York Times hace referencia explícita al hecho de que los ataques cibernéticos contra Rusia son operaciones ofensivas, no defensivas. Son actos de guerra. Usando el lenguaje orwelliano, el comandante del comando cibernético de los Estados Unidos, general Paul M. Nakasone, caracterizó la operación como una medida de “defensa hacia adelante” contra Rusia que penetraba “en las profundidades de las redes de un adversario,” según el periódico.
Durante la crisis de los misiles cubanos de 1962, el presidente Kennedy apenas logró contener a los miembros del Pentágono quienes querían iniciar una guerra nuclear con la Unión Soviética. El mundo estuvo al borde de dicha guerra. Esos eventos deben ser estudiados. Kennedy le dijo a sus asesores más cercanos después de los desgarradores debates dentro del gobierno sobre cómo lidiar con la crisis, que el liderazgo militar “estaba loco.”
¿Se le puede llamar democracia cuando los militares dan las ordenes?
La decisión de no decirle a Trump que el Pentágono está emprendiendo operaciones militares ofensivas contra la infraestructura de Rusia es una clara señal, entre muchas otros, de que las riendas del poder en materia de guerra y paz no siempre están en manos del gobierno civil. El presidente es el comandante en jefe. Esta es la piedra angular del gobierno civil que demarca el gobierno democrático de un régimen militar. El engreimiento y la arrogancia de la decisión del bronce uniformado de emprender operaciones ofensivas contra la infraestructura de una potencia termonuclear rival, sin informar al comandante en jefe civil, indica que ya no temen la rendición de cuentas, y mucho menos retribución, por su toma de poderes que la Constitución insiste deben pertenecer a los representantes electos del pueblo y no a matones militares no electos.
Trump es un “líder” tan vanaglorioso, inseguro y ridículo que prácticamente invitó a este golpe secreto contra su propia autoridad. Se rodeó de los generales del Pentágono en el Gabinete y dio luz verde a la “independencia” de los comandantes de campo y sus jefes en la toma de decisiones sobre los temas de importancia existencial. “El Sr. Trump emitió nuevas autoridades al comando cibernético el verano pasado, en un documento aún clasificado conocido como el Memorando 13 de la Presidencia de la Seguridad Nacional ,” según el New York Times. Quizás este político bufón que ocupa la posición de comandante en jefe no esperaba ni le importaba que los comandantes del Pentágono tomaran decisiones importantes, como lanzar una guerra cibernética ofensiva contra Rusia, sin avisarle.
El Pentágono y Trump no son los únicos problemas. Los líderes del Partido Democrático también han contribuido a la inminente debacle al pasarse los últimos tres años provocando el odio y el vilipendio de Rusia—incluso mientras el Pentágono atacaba la infraestructura de Rusia—como una explicación diversa de por qué un sinvergüenza como Trump logró ganar el colegio electoral. Mientras tanto, los políticos de ambos partidos permiten el saqueo de la tesorería nacional para dar lugar al enriquecimiento y la ampliación del poder de la máquina de guerra de los Estados Unidos.
Antes de la Guerra Fría, hubieron verdaderas guerras mundiales
No hace falta una bola de cristal para darse cuenta de que, a menos que la campaña de guerra del Pentágono sea detenida o limitada, el futuro del siglo XXI en mucho se parecerá a la primera mitad del siglo XX.
Venezuela está siendo atacada. Su red eléctrica se vino abajo en repetidas ocasiones y acusaron a los Estados Unidos de sabotear el sistema utilizando sus capacidades de guerra cibernética. Cuba y Nicaragua están siendo atacados. Irán se atuvo a un acuerdo nuclear internacional solo para ver a Trump destruir el acuerdo e iniciar una guerra económica contra los iraníes. El peligro de otro conflicto militar en el Medio Oriente se utiliza como amenaza. Y el Pentágono y todos sus comités de expertos derivados de DC están preparando al país para un gran conflicto de poder, y ya ha comenzado. Ni el Congreso ni el supuesto comandante en jefe tienen el control.
El “conflicto de poderes mayores” es uno de los eufemismos sorprendentes que utiliza el Pentágono para referirse a un conflicto mundial. Esta amenaza es real ahora y ha sucedido antes. Los poderes capitalistas se prepararon para tal conflicto y lo iniciaron de 1914-1918 y una vez más entre 1937-1945. El azote de un tercer “gran conflicto de poderes” se ha evitado desde 1945 en gran parte porque la Unión Soviética desarrolló un estilo de igualdad militar nuclear que a mediados de la década de 1950 le puso un alto a los planes hiper-agresivos del Pentágono para la dominación unilateral.
Sin embargo, cuando la Unión Soviética colapsó repentinamente en 1991, el imperialismo de los Estados Unidos esperaba que el objetivo del dominio mundial no impugnada pudiera lograrse sin participar en operaciones terrestres extensas y ocupaciones prolongadas. A medida que Rusia se puso de pie en la última década y cuando China emergió como una potencia global, el Pentágono regresó a una estrategia basada en derrotar a Rusia y China a través de la intensificación de las manifestaciones de amenazas militares hacia estos países y sus alrededores y una campaña de debilitamiento sistemático de ambos países en todos los frentes, tanto a nivel militar como a través de un régimen de sanciones y guerra económica. Es mucho lo que está en riesgo.
El militarismo y el capitalismo estadounidense son lo mismo. El peligro de una guerra catastrófica no proviene de una u otra figura político, sino que está más bien enraizado en las estructuras fundacionales del capitalismo en etapa tardía.