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La escuela es una lucha, la lucha es una escuela

Foto: Manifestación en el campamento de la Universidad de Columbia.

Un resumen preliminar después de más de tres semanas de campamentos en los recintos.

Los y las estudiantes de la Universidad de Columbia, el City College de Nueva York, la UCLA y tantas otras universidades han dado un hermoso ejemplo de desafío la semana pasada contra una de las movilizaciones policiales más extremas en el pasado reciente. Aunque se les expulsó de los campamentos y edificios escolares que habían estado ocupando, los y las estudiantes fueron salieron con la cabeza en alto, cantando las consignas que han resonado por todo el mundo en las últimas tres semanas: “¡Transparencia, desinversión– no pararemos, no descansaremos!” Los ataques de los medios corporativos rápidamente ocuparon sus posiciones en todas las estaciones de televisión para intentar tergiversar las escenas que se desarrollaban ante los ojos del mundo, con titulares diseñados para distraer y dividir. Pero todas sus calumnias y desinformación combinadas no servirán de nada a largo plazo. Como ocurrió con las ocupaciones estudiantiles pacifistas de la era de Vietnam, y luego con la lucha contra el apartheid en los 80, quienes dieron la orden a la policía para sacar a los y las estudiantes serán condenados por la historia. Los y las estudiantes que se negaron a dar marcha atrás ante la violencia, suspensión y posible expulsión, serán absueltos por ella.

Sin duda, las próximas semanas y meses demostrarán que, no importa cuán intensa haya sido esta represión, el movimiento juvenil seguirá expandiéndose mientras no termine el genocidio en Gaza.

Los campamentos universitarios que exigen desinversión y solidaridad con Gaza ya se han extendido por todo el país desde que se inició el campamento de Columbia hace más de tres semanas. Todas las subdivisiones del Partido por el Socialismo y la Liberación (PSL) se han movilizado para darles apoyo, y nuestro cuadro estudiantil está directamente involucrado en más de una docena de campamentos y desempeña papeles clave en varios de ellos. Un número significativo de camaradas enfrentan no sólo la detención, la suspensión y la expulsión, sino también el acoso policial selectivo, despidos y cargos penales, todo porque se han levantado para defender y ampliar los campamentos, como parte del movimiento global por Palestina. Si bien es muy temprano para sintetizar completamente la experiencia de estas últimas tres semanas, y cada día aprendemos nuevas lecciones tácticas y estratégicas, ya son evidentes varios principios y patrones claves que creemos que son importantes compartir. Como muchos campamentos universitarios ahora se enfrentan al fin del semestre, mientras enfrentan ataques policiales e intimidación administrativa, es importante que ningún activista estudiantil ceda al derrotismo o al cinismo; más bien, debemos hacer inventario de nuestras lecciones y seguir adelante. La escuela se ha convertido en una lucha y la lucha se ha convertido en nuestra escuela.

Al hablar todos los días con camaradas  luchando en decenas de campamentos estudiantiles, cada  cual con sus particularidades y sus distintos tiempos y fases, se destacan varias lecciones universales para un resumen preliminar.

1: El movimiento estudiantil es un terreno específico de lucha

Hay cualidades únicas de la realidad universitaria que a menudo conducen al rápido establecimiento de campamentos, y hay políticas universitarias únicas en torno a las cuales todos los campamentos toman forma. Esta ola de campamentos no se debe sólo a que los y las jóvenes sean, en general, más radicales que el resto de la población. Los y las estudiantes  forman densas redes sociales, viven juntos y desarrollan identidades compartidas, especialmente cuando un gran número vive en el campus o cerca de él. Es menos probable que tengan trabajos y familias propias, los y las estudiantes universitarios tienden a tener mucho más control sobre su propio tiempo. Tienen un mayor sentido de su “derecho” a hacer uso de los espacios comunes de la universidad que los rodean y un  acceso directo a los edificios del poder institucional. Estas particularidades crean importantes ventajas tácticas y psicológicas. Un acto de represión contra los y las estudiantes, especialmente si se considera injustificado, tiende a atraer a una mayor parte del alumnado. Incluso en instancias en las que el arresto es una posibilidad inmediata, los y las estudiantes a menudo viven cerca de donde estaban acampando y están en constante comunicación entre sí, lo que hace que sea bastante fácil regresar o reagruparse. Por todas estas razones, y más, la táctica del campamento se puede replicar en campus universitarios con condiciones similares en todo el país, incluso si esta experiencia no es fácilmente transferible a la clase trabajadora en su conjunto. Se puede comenzar con grupos relativamente pequeños y atraer a más estudiantes a medida que se desarrolla la lucha.

2: Ningún campus es una isla y el “excepcionalismo” estudiantil es un callejón sin salida

Si bien cada universidad tiene  especificidades que quienes están fuera de ella deberían apreciar, el marcar líneas tajantes entre “los y las estudiantes” y el “apoyo externo” zanja las alianzas que son necesarias para ganar. En los momentos emocionalmente conmovedores en los que se establece un campamento, en los que se disfruta del sentimiento de desafío, libertad y autogobierno, puede parecer que los y las estudiantes tienen todo el poder y que la distribución de fuerzas en el campus está totalmente a su favor. Después de todo, la administración está integrada por unas pocas personas; los y las estudiantes son muchos más. Pero esto es una ilusión. Detrás de la administración no sólo hay un elaborado sistema de normas, leyes y derechos de propiedad; sino toda la clase dominante, los medios corporativos, la policía y, si es necesario, la Guardia Nacional. La pregunta inmediata es: ¿quién respaldará a los y las estudiantes?

Tan pronto como la administración comienza a tomar medidas contra sus estudiantes, se hace evidente la necesidad de movilizaciones externas y de una estrategia integrada dentro y fuera del campus. Esta es la razón por la que los medios de comunicación de la clase dominante se centran tanto en crear una narrativa de “agitadores externos”, para cambiar la distribución de fuerzas a su favor. Nosotros rechazamos esta narrativa. En una relación basada en la confianza y la camaradería, quienes se organizan en el campus y fuera de él funcionan como co-estrategas, en constante consulta y pensando siempre en cómo cada acción repercute en el momento político más amplio. A largo plazo, el equilibrio de fuerzas en cada universidad estará determinado no sólo por la realidad táctica de los campamentos o las ocupaciones de edificios, sino también por la política local, estatal, nacional e internacional. En última instancia, expandir el movimiento a diferentes sectores de jóvenes y trabajadores, y hacer despertar la conciencia de más y más camaradas es lo que crea el impulso para nuevos avances, al tiempo que se amplía la defensa del campamento. Véase, por ejemplo, la próxima votación de autorización de huelga de estudiantes de posgrado de la Universidad de California para protestar por el fracaso de las universidades en la protección de  sus trabajadores del abuso policial; o el sindicato de  estudiantes de posgrado de Columbia y del MIT, los cualesinvocaron el derecho a organizar piquetes laborales protegidos para ayudar a defender a los y las estudiantes. Estos casos son sólo una pequeña muestra del tremendo poder que tiene la clase trabajadora organizada para ampliar la lucha. Por otro lado, las capitulaciones, los retrocesos desorganizados y los errores políticos en las universidades también impactan negativamente la moral del movimiento en general. Estamos todos y todas en la misma lucha.

3: La desinversión será una lucha a largo plazo porque gira en torno a la política del imperialismo en las entrañas de la bestia; no se trata sólo de la tasa de rendimiento de las inversiones.

Si la desinversión fuera sólo una inversión “socialmente responsable”, eso sería una cosa; pero debido a que Israel sirve como estado valuarte para el imperialismo estadounidense, para lograr la desinversión se requiere acelerar algunas de las contradicciones más flagrantes contra la clase dominante y entre la clase dominante. Sabemos que la lucha palestina por la liberación se basará ante todo en lo que suceda en Palestina y ninguna acción del centro imperialista puede sustituir esa lucha. Nuestro papel en la metrópoli imperialista es producir una crisis política para la clase dominante tal que sirva para desincentivar  la financiación y el respaldo del régimen genocida de apartheid. La desinversión es un aspecto de esto. Mientras la clase dominante estadounidense esté en la defensiva política, el movimiento puede permanecer a la ofensiva (y viceversa).

La desinversión puede alcanzarse en el corto plazo en ciertas escuelas e instituciones que son menos esenciales para la relación entre Estados Unidos e Israel. Esto crea un importante impulso y precedentes. Otras universidades, que son órganos centrales de la clase dominante y la administración imperialista de Estados Unidos, representarán un desafío más grande. Que Harvard desinvirtiera en Israel, por ejemplo, equivaldría a una ruptura total entre el fundación de la política exterior estadounidense e Israel y, por tanto, prepararía el terreno para el desmantelamiento del proyecto sionista en su conjunto. Su presidente fue obligado a dimitir por la presión de la clase dominante por no reprimir lo suficiente a sus estudiantes; imagínese la reacción violenta de su clase por desinvertir en Israel y aceptar las demandas del estudiantado. Si estas escuelas de élite no desinvierten inmediatamente estarán violando los deseos de su cuerpo estudiantil y de la comunidad circundante, lo cual expone el vacío de su liderazgo, disminuye su influencia ideológica y pone a estas instituciones a la defensiva. A diferencia del caso de la apartheid de Sudáfrica, que en la década de 1980 ya confrontaba a una clase dominante estadounidense dividida, en la actualidad la clase dominante estadounidense sigue muy unida detrás del proyecto sionista. Hay pequeñas grietas en esta unidad, pero la relación entre Estados Unidos e Israel está tan integrada en las cumbres más altas que la clase dominante estadounidense sólo arrojaría a Israel por la borda como parte de un cambio en la relación de fuerzas que sacudiría al mundo. Los y las estudiantes están empezando a desempeñar su papel de sacudir al Imperio desde dentro: un gran paso adelante.

4: El principal poder de los campamentos estudiantiles es que han producido una crisis política para la clase dominante

Los campamentos están causando disrupciones en las escuelas de educación superior, pero en general no detienen por completo la escolarización (lo cual es más desafiante en una era de clases y exámenes remotos). La desinversión aún no ha tenido un éxito masivo, pero eso podría ocurrir pronto. Sin embargo, los campamentos dominan los titulares y ahora se enfrentan a una fuerza policial masiva. ¿Por qué? ¿Qué hace que unas cuantas tiendas de campaña sean tan peligrosas? Su poder es que simbolizan y representan cómo la clase dominante estadounidense y el sionismo han perdido las simpatías de toda una generación, incluso en las escuelas más elitistas que sirven para reproducir cuadros para la burguesía. Los campamentos sirven así como prueba visual de la posición de la juventud, acusando a la clase dominante y causando vergüenza al Partido Demócrata en particular. En lugar de ser una corriente subyacente de frustración, esta realidad ahora es visible y audible.

Los campamentos son tema de  conversación en todo el país e indican que la desinversión del proyecto de apartheid se convertirá en una causa importante en los años venideros. Se logre o no la desinversión en el corto plazo, la juventud ha declarado con firmeza de qué lado de la historia están. Teniendo esto en cuenta, hemos priorizado mantener y defender los campamentos donde esto ayude a conservar el carácter de masas del movimiento estudiantil, donde cree una base a la que regresar y extienda la crisis política de la clase dominante. A veces un campamento no puede preservarse por una variedad de factores, y en estos casos buscamos otras tácticas que son igualmente imposibles de ignorar y que conservan la dinámica de la participación masiva en la lucha.

5: Cada campamento necesita una estrategia política y práctica para defenderse y seguir adelante, y esto significa luchar contra el Estado.

De hecho, podría haber sido más inteligente que las administraciones universitarias dejaran en paz los campamentos y esperaran a que perdieran fuerza, pero con pocas excepciones ese no ha sido el caso. Toda lucha bajo el capitalismo entra inevitablemente en conflicto con la ley capitalista y, por tanto, con las fuerzas del Estado para las cuales la policía es sólo el soldado de primera línea, así como con la extrema derecha. Cualquier ilusión sobre el papel de la policía o del Partido Demócrata será erradicada  definitivamente por la experiencia de la represión policial. Es a través de la experiencia de estos conflictos que la gente desarrolla rápidamente una genuina conciencia de clase y ve la necesidad de un sistema completamente nuevo.

La seguridad es, en última instancia, una cuestión política y colectiva, no individual. Tácticas individuales como cubrirse la cara o utilizar seudónimos para evitar el doxxing, etc., pueden tener valor operativo en ciertas circunstancias, pero centrarse excesivamente en estas medidas puede crear una concepción unilateral de la seguridad que genera una excesiva precaución o miedo, por un lado, mientras que proporciona una falsa sensación de seguridad por el otro. Sí, la lucha producirá consecuencias negativas para algunos individuos, pero la única seguridad real que tenemos contra ello es construir un movimiento lo suficientemente poderoso que pueda hacer retroceder a la clase dominante, y una red lo suficientemente fuerte que pueda sostener a los individuos cuando la represión y las represalias inevitablemente lleguen. Algunos momentos exigen avances y otros exigen retrocesos temporales; eso es parte de la lucha. Pero para salvaguardar la moral, nos esforzamos para que cada avance tenga un plan para ocupar un nuevo territorio y cada retroceso pueda conducir a un reagrupamiento organizado en lugar de una dispersión total.

6: Mantener la unidad de un campamento es una tarea importante que no se puede dar por sentado

Un campamento estudiantil no garantiza que todos sus participantes sean ideológicamente homogéneos; inevitablemente reflejan todas las contradicciones del punto de partida de los y las estudiantes. Pero la conciencia y las líneas políticas de demarcación pueden cambiar rápidamente a través del proceso de lucha. Hemos visto crecer rápidamente los niveles de conciencia en las últimas tres semanas. Tenemos sentimientos de sectarismo y desconfianza que se desvanecen debido a la proximidad en una lucha compartida, y a medida que los participantes desarrollan un vocabulario común para luchar contra los problemas que luego experimentan juntos. Al mismo tiempo, todas las contradicciones de la izquierda persisten y todas las contradicciones de la sociedad todavía encuentran su camino en los campamentos, ya que están hechos de humanos reales, no de superhéroes. En lugar de dividirnos en bandos y liderazgos rivales, generalmente es mejor mantener un bando unido que pueda enfrentar al Estado y a la administración. No necesitamos una unidad ideológica completa para tener unidad táctica. Navegar por todo esto requiere canalizar todas las cualidades de un revolucionario: un alto nivel de claridad y organización política; consistencia; paciencia y sensibilidad mutua; audacia y creatividad táctica, y mucho más. Requiere que los y las camaradas se consulten constantemente entre sí para comparar notas y compartir información. El vaivén de un movimiento de masas lo hace más difícil, pero también lo hace aún más necesario. Requiere exponer los propios puntos de vista con honestidad, pero también aceptar el sentimiento del grupo. Los campamentos se han mantenido más unidos cuando desarrollan estructuras de toma de decisiones que involucran a todos y todas las participantes. La idea de que la falta de estructura y que “cada uno haga lo suyo” producirá más unidad interna o evitará la cooptación ha sido refutada en varios recintos. No tener estructuras de liderazgo ni toma de decisiones colectivas crea el espacio para que los y las líderes autoproclamados se impongan al resto.

7: Cuidado con las tácticas burocratizadoras de las administración: promesas infundadas, negociaciones secretas, estancamientos y selección deliberada de ciertos líderes estudiantiles

Negociar con el enemigo es una parte necesaria de todas las luchas: en guerras, luchas laborales o campamentos estudiantiles. En principio, no hay nada malo en ello y todas las negociaciones reflejan el cambiante equilibrio de fuerzas. Pero esta mesa de negociación con el estudiantado es en gran medida el terreno de la clase dominante y lo que quieren es minar la energía y el dinamismo del estudiantado con procesos burocráticos bizantinos, o al dividirlos con medidas reformistas que presentan como “concesiones”. Pero no es oro todo lo que reluce. Con todo su dinero, pueden fácilmente destinar tal o cual beca para estudiantes en Gaza o un nuevo “espacio seguro” para estudiantes musulmanes. Todo esto es una miseria en comparación con los miles de millones que están lucrándose gracias al apartheid y al no desinvertir; es una miseria en comparación con los dolores de cabeza que causan los campamentos.

Cualquier cosa que estanque la lucha es un revés en un momento en que los campamentos estudiantiles tienen un enorme poder moral e influencia política. La cuestión de cuál es la mejor manera de impulsar un movimiento radical de masas contra la guerra no es idéntica a la cuestión de cómo impulsar una lucha laboral convencional; la principal ventaja que tienen los y las estudiantes es mantener el campamento en sí como un espacio de movimiento de masas fuera del control político de la administración que tiene, un espacio que tiene la capacidad de crecer y tomar nuevas medidas. La continua radicalización de los y las jóvenes es en sí misma una forma de influencia. Hacer que el campamento sea más “manejable”, exclusivo para la participación del estudiantado, etc., sólo socava esta influencia. Y una vez que el campamento desaparece, casi toda la influencia de los y las estudiantes también desaparece. Recomendamos que todas las negociaciones se abran como una forma de exposición masiva de la administración, de lo contrario, crean un poder desmesurado para un grupo pequeño de negociadores, que generalmente no rinde cuentas.

En situaciones en las que los campamentos simplemente no pueden continuar y es probable que se deshagan o se repriman por completo, es comprensible que algunos sientan la presión de aceptar un final negociado. Pero incluso en esos casos, sólo hay unas pocas concesiones negociadas, aparte de la desinversión, que tendrían algún valor político real para la siguiente etapa de la lucha y de las que la administración no puede escapar. Cualquier cosa que encamine esta lucha, mientras se encuentra en una etapa de movilización popular, hacia procesos burocratizados, acuerdos no vinculantes y comités asesores interminables, le hace el juego a la administración. Debido a que las dotaciones están integradas en carteras de inversión altamente complejas, administradas por terceros, esto da a las universidades oportunidades adicionales para alargar las cosas con tecnicismos legales. En los casos en que un final negociado sea inevitable, lo importante es no llamar victoria a un revés, como algunos) erróneamente han hecho. Es más fuerte salir con la integridad y los principios del movimiento estudiantil intactos; esto crea una base más sólida para la próxima ola de lucha militante a la vez que expone a la administración, al Estado y a la clase dominante. Este es el modelo establecido por Columbia y varias otras escuelas. Por supuesto, incluso cuando se cometen errores o la gente sucumbe innecesariamente a la presión de la administración, este no es el final de la lucha; incluso los procesos burocratizados pueden utilizarse como objetivos y cronogramas para la siguiente etapa de movilización estudiantil, un medio para exponer las promesas incumplidas de la administración y, con suerte, reconstruir un movimiento aún más fuerte.

Conclusión: Palestina ha ganado la guerra narrativa, su victoria es inevitable

Dos citas de lados opuestos de las barricadas confirman el impacto monumental del movimiento de masas en solidaridad con Palestina y el movimiento estudiantil en particular.

“Saludamos a los y las estudiantes estadounidenses libres y les aseguramos que la victoria en el frente de la concientización es más importante que la victoria en el frente militar porque es la única manera de evitar la guerra”. — Mohammed Al-Bukhaiti, Buró Político de Ansar Allah

“Algunas personas piensan que estas cosas que suceden en los campus universitarios son un espectáculo secundario; no, ese es el espectáculo. Si perdemos la batalla intelectual, nunca podremos desplegar ningún ejército en Occidente”. —Alex Karp, director ejecutivo de Palantir

Los estrategas tanto del campo imperialista como del antiimperialista reconocen el movimiento en los Estados Unidos como parte de una guerra narrativa más amplia, que establece el entorno político general en el que operan los y las combatientes y, por tanto, la trayectoria a largo plazo de la lucha.

Lo que Bukhaiti llama el “frente de la concientización”, Karp lo llama la “batalla intelectual”. Fidel Castro la llamó la “batalla de ideas”. El general David Petraeus, que ideó la contrainsurgencia estadounidense para la ocupación de Irak, reconoció que el dominio del Pentágono en los cinco frentes de la guerra  —el frente terrestre, marítimo, aéreo, cibernético y espacial era inútil si no podía ganar el “frente humano”. Si la ocupación no  se ganaba los corazones y las mentes del pueblo iraquí, a largo plazo los Estados Unidos no podría ganar.

Todos estos términos describen lo mismo y, en el caso de la lucha por la liberación de Palestina, la guerra narrativa ya ha cruzado su punto de inflexión. Israel y el imperio estadounidense han perdido. Todas las herramientas del imperialismo –desde el ejército hasta los medios de comunicación y la cultura– no pueden superar esta derrota política y psicológica, y tampoco pueden revertirla mediante una sangrienta invasión de Rafah. Después de siete meses de genocidio transmitido en vivo, protestas y movilizaciones incesantes, disturbios contra los políticos en cualquier lugar al que van, y ahora dramáticos campamentos estudiantiles, en la conciencia de los pueblos del mundo, y entre la juventud de Estados Unidos en particular, no hay vuelta atrás. Y cada día que continúa la guerra contra el pueblo palestino, el imperialismo pierde su capacidad de proyectar poder no sólo en Medio Oriente sino, como dijo Karp, también perderá para siempre su capacidad de “desplegar cualquier ejército”.

Independientemente de si reprimen los campamentos o frenan la desinversión, la trayectoria de la historia a largo plazo es evidente. Israel y sus partidarios quedarán aislados de ahora en adelante. Ya sea que la batalla sea corta o larga, la victoria de Palestina es inevitable.

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