La guerra en Ucrania está marcando el comienzo de un nuevo período de mayor peligro en la política mundial y la amenaza de un conflicto global que devastaría a la humanidad. Los socialistas y las personas que quieren la paz deben reconocer que toda la política exterior y el establecimiento militar de Estados Unidos, están ahora organizados en torno al “conflicto de grandes potencias” contra Rusia y China como estrategia definitoria para las próximas décadas. Es esencial reconocer que Rusia, China y otros países no están en el punto de mira fundamentalmente por los derechos humanos, o por tal o cual acción militar, sino porque ya no aceptan el orden mundial dominado por Estados Unidos.
Debemos oponernos a este nuevo período de confrontación al estilo de la Guerra Fría. Este conflicto de grandes potencias no beneficia a la gran masa de la población, ni en Estados Unidos ni en el resto del mundo. Su lógica sólo producirá graves dolores económicos, desastres climáticos y, en última instancia, una guerra catastrófica. La clase trabajadora no tiene ningún interés en ser arrastrada a un conflicto de este tipo en nombre de la preservación del dominio de Wall Street y el Pentágono.
En el período previo a la invasión rusa de Ucrania y desde entonces, los medios de comunicación corporativos en los Estados Unidos han estado trabajando horas extras para difundir la desinformación y la confusión. Esperan que al inundar a la gente con contenido antirruso sin parar creará el consentimiento necesario no sólo para una escalada militar a corto plazo en Europa del Este, sino para que la gente se apunte a una nueva Guerra Fría. En contra de esto, el Partido por el Socialismo y la Liberación avanza cinco puntos básicos que pueden servir para unir a quienes se oponen al imperialismo estadounidense y apoyan la paz.
- La OTAN provocó la guerra entre Rusia y Ucrania
El gobierno de Estados Unidos ha estado escalando intencionalmente las tensiones entre Rusia y Ucrania durante años. Desde la continuación de la expansión de la OTAN hacia el este a pesar de las promesas de no hacerlo, hasta el apoyo al golpe de estado pro-occidental en Ucrania en 2014, pasando por armar fuertemente al gobierno ucraniano, las acciones agresivas de la OTAN prepararon el escenario para la guerra. Estados Unidos estaba decidido a llevar a Ucrania a una esfera de influencia occidental, por lo que se negó a reconocer las legítimas preocupaciones de seguridad de Rusia sobre la expansión de la OTAN y la colocación de misiles avanzados en sus fronteras. Las “líneas rojas” de Rusia eran bien conocidas desde hace décadas y la OTAN hizo todo esto sabiendo que podría llevar a una intervención. En algunos aspectos, parece que la OTAN tendió una trampa deliberada en la que cayó Rusia.
- La solución a la crisis es disolver la OTAN
El afán de la OTAN por convertir a Europa en un escenario para sus amenazas militares contra Rusia significa que no sólo Ucrania está militarizada, sino que toda Europa lo está. Actualmente, el principal obstáculo para establecer una Europa pacífica es la polarización del continente en torno a la OTAN como alianza antirrusa de facto. La OTAN es una reliquia de la Guerra Fría y debe ser disuelta; su único propósito es mantener la hegemonía militar de Estados Unidos. La única manera de debatir las numerosas cuestiones que provocan conflictos entre las naciones europeas (fronteras, idiomas, relaciones económicas, etc.) sin plantear la posibilidad de una guerra es mediante la disolución de la OTAN, la desmilitarización de Europa y la retirada de las tropas, los misiles y las armas nucleares de Estados Unidos. Rusia debería seguir el ejemplo con su propia desmilitarización, paso a paso.
- Defender la soberanía de las naciones tal y como se expresa en la Carta de las Naciones Unidas
La Carta de la ONU de 1945 se redactó, y se acordó, para protegerse de un orden mundial de “la fuerza hace el derecho” en el que los países más fuertes y poderosos pueden hacer lo que quieran mientras que las naciones más pequeñas y menos poderosas no tienen derechos garantizados. Este sistema internacional basado en la soberanía nunca se ha llevado a cabo del todo, y en muchos aspectos ha enmascarado la realidad imperialista y los profundos desequilibrios de poder del orden mundial. El Consejo de Seguridad de la ONU, el único órgano facultado para autorizar sanciones y acciones militares contra otro país, funciona de forma totalmente antidemocrática al concentrar el poder en manos de sólo cinco miembros permanentes que pueden vetar cualquier resolución. El Consejo de Seguridad debería ser abolido. Sin embargo, lo que hay que defender es que la Carta de la ONU crea una base legal y política para contrarrestar los abusos de poder perpetrados por las naciones más poderosas contra las potencias menores, e insiste en la soberanía e independencia de las naciones anteriormente colonizadas en particular.
Aunque el mundo entero pide a gritos que se ponga fin al orden mundial unipolar dominado por Estados Unidos, la “multipolaridad” no sería progresista si significa convertirse simplemente en una competencia de iniciativas “unilaterales”. Muchos gobiernos de izquierda y antiimperialistas creen que la adhesión a la Carta de la ONU es un instrumento para defender lo positivo de la “multipolaridad”: el espacio para que crezcan los proyectos contrahegemónicos.
Aunque a Rusia le preocupa legítimamente la seguridad de la expansión de la OTAN, no apoyamos la decisión de invadir Ucrania y violar su soberanía, lo que trágicamente convierte a los pueblos de las antiguas repúblicas hermanas en enemigos de guerra, cataliza a las fuerzas de extrema derecha en toda Europa bajo la bandera del “patriotismo” y refuerza la proyección del poder de la OTAN en Europa. También socava la antigua defensa de Rusia de los países independientes frente a las medidas unilaterales de Estados Unidos.
- Combatir el anticomunismo, combatir el fascismo
Durante décadas, los políticos y los medios de comunicación corporativos, tanto liberales como conservadores, han impulsado una falsa equivalencia entre fascistas y comunistas. Al final, esta calumnia anticomunista es también un juego de manos que permite a los fascistas entrar por la puerta trasera. En Ucrania, donde el Partido Comunista está prohibido, se ha producido una rápida y peligrosa normalización de la Alemania nazi y sus colaboradores. Ucrania ha integrado a nazis declarados y a fuerzas afines al nazismo en los servicios armados y la policía. Ahora los medios de comunicación estadounidenses, que hace unos años señalaban la presencia neonazi en Ucrania, colaboran en su rebautización como “patriotas”.
La equiparación de los comunistas con los fascistas también está muy extendida en Estados Unidos. Esta idea debe ser confrontada de frente y combatida enérgicamente. La humanidad reclama una alternativa al capitalismo y no podemos permitir que la idea del socialismo, del poder de la clase trabajadora y de la unidad internacional, se retire de la mesa. Hacerlo sólo refuerza el atractivo de las “alternativas” de extrema derecha de nacionalismo extremo, chovinismo, racismo y sexismo.
Putin también ha difamado al socialismo como la causa de los actuales antagonismos entre Ucrania y Rusia, una posición conocida de la derecha en Rusia. Defendemos el legado de la Unión Soviética, con todas sus imperfecciones y problemas, como un intento heroico de construir un sistema centrado en las personas y no en las ganancias, con un intenso enfoque en la unidad multinacional.
El socialismo es la última y única respuesta
La causa subyacente de este conflicto, más allá de la OTAN, es que seguimos viviendo en un mundo dividido en estados dirigidos por élites capitalistas que priorizan su propia riqueza y poder por encima de todo. La única manera de construir un mundo que permita la cooperación global y la paz entre todos los pueblos, la eliminación de la pobreza, la abolición de las armas nucleares y la implantación de una democracia real que ponga el poder en manos del pueblo, es a través del socialismo.