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La avaricia capitalista sabotea la respuesta de Filadelfia ante el COVID-19

Los funcionarios de la ciudad de Filadelfia han estado considerando reabrir el hospital Hahnemann, una instalación con ubicación central que cerró el pasado julio, con el propósito de alojar a pacientes con casos graves de COVID-19. Pero Joel Freedman, el oportunista de bienes raíces dueño del edificio en donde se encontraba el hospital Hahnemann, ha participado en lo que solo se puede caracterizar como una campaña de extorsión con intento de extraer superganancias de la ciudad en medio de la necesidad urgente de expandir la capacidad del sistema de salud de Filadelfia.

A medida que el coronavirus se propaga rápidamente por los Estados Unidos y mientras se espera que el número de casos aumente en las próximas semanas, la gente se enfrenta con una situación en la que la capacidad del sistema de salud alcanzará su límite y será incapaz de atender adecuadamente a todos los pacientes y contener el virus.

El capitalista exige 5.4 millones de dólares de rescate

Después de días de negociaciones con el dueño de Hahnemann, la ciudad ha renunciado a la posibilidad de adquirir el hospital. Hasta ahora, el gobierno de la ciudad y el estado se ha negado a hacer uso de sus poderes de dominio eminente y autoridad bajo la declaración de estado de emergencia en este caso, y el gobierno federal también se ha negado a usar el poder que le otorga la Ley de Producción de Defensa. Una vez más, ha quedado claro que los intereses de la propiedad privada son irreconciliables con las necesidades de salud pública.

Freedman le había propuesto a la ciudad un contrato de arrendamiento de 6 meses por 5.4 millones de dólares, a 900 mil dólares cada mes para el hospital de 496 camas, a pesar de que Hahnemann actualmente está vacío. Aunque el edificio ha estado inactivo y no ha generado ganancias desde hace nueve meses, Freedman intentó aprovecharse de su control de la propiedad y utilizar este momento de extrema necesidad pública como una oportunidad para extraer enormes ganancias del contrato de alquiler.

Al final, esta jugada constituye un intento de explotar la situación de la gente de Filadelfia, quienes sufrirán considerablemente por la propagación del virus y requerirá instalaciones de tratamiento accesibles y expandidas, las cuales les serán negadas debido a la falta de voluntad de Freedman de renunciar sus ganancias masivas.

Esto ha preparado las condiciones para que una realidad verdaderamente absurda cobre forma en Filadelfia. A medida que la pandemia viral más significativa en la historia reciente arrasa con la región y el sistema de salud de la ciudad alcanza y excede de su capacidad para atender a nuevos pacientes, un hospital masivo y céntrico permanecerá vacío.

Por absurdo que sea, esta situación refleja una característica fundamental del sistema capitalista: el lucro corporativo es más importante que la vida de las personas. Los políticos de clase dominante, quienes funcionando dentro de un marco legal diseñado para proteger los intereses corporativos, se niegan a tomar acción hasta en tiempos de una emergencia de salud pública. Solo la gente, unida y organizada, puede obligarlos a hacer lo que se necesita.

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