Para millones de personas, el final del ciclo electoral es en sí un suspiro de alivio. Por fin se acabó, después de dos años de constante bombardeo mediático con comerciales y cobertura de las campañas. Ahora la cobertura en los medios se va a enfocar en la llamada sesión “lame duck”, el periodo entre la elección y la inauguración de los políticos nuevamante elegidos. La prensa y políticos explicarán que pocas políticas significativas serán promulgadas durante los próximos meses.
De hecho, la historia nos ha demostrado que el periodo postelectoral en los Estados Unidos es uno extraordinariamente peligroso para los pueblos del mundo. El movimiento anti-guerra y todas las personas de conciencia deben mantenerse en estado de alerta ante la posibilidad de una intervención más agresiva en Siria.
La temporada de elecciones y la política exterior
Durante los meses antes de las elecciones, el gobierno de Obama no ejecutó ningún tipo de acción agresiva con respecto a la política exterior.
Su campaña de “cambio de gobierno” en Irán se ha basado en agudizar las sanciones económicas que privan al país de su habilidad de ejercer relaciones comerciales internacionales y de vender su petróleo. El gobierno de Obama ha resistido las presiones para bombardear a Irán o permitirle a Israel hacerlo, a la vez que cita la “eficacia” de estas sanciones que han causado mucha adversidad e inflación en contra de la población.
El gobierno de Obama también se ha rehusado a intervenir militarmente en Siria, que es otro gobierno que el imperialismo estadounidense desea remplazar con uno títere.
Esas tácticas no son inusuales. Entre los objetivos y las estrategias de la política extranjera estadounidense, los presidentes por lo general se inclinan hacia ciertas tácticas, tomando en cuenta las circunstancias electorales. El presidente, el administrador ejecutivo de la clase capitalista, lleva a cabo un análisis para determinar los riesgos y los beneficios de cada intervención; comparando las posibles ventajas a los riesgos. En general, aunque no siempre es así, alguien que funge como presidente, es menos inclinado a ejecutar acciones arriesgadas durante esa temporada.
Irán y Siria
En el caso de ambos, Irán y Siria, las realidades imponen graves límites y riesgos para los intereses estadounidenses si optan por una intervención más directa. En ningún caso existe un consenso claro en la clase dominante para tomar el siguiente paso. Pero ahora que Obama ha sido reelecto, él podrá reexaminar algunas de sus políticas que ha mantenido en suspenso.
El número de votos que reeligió a Obama difícilmente le otorga un apoyo abrumador. Particularmente durante periodos de este tipo de incertidumbres políticas, los politiqueros Demócratas adoptan una política exterior más agresiva para reiterar su fidelidad al militarismo y a los intereses de la clase dominante.
Sin duda el gobierno de Obama está reevaluando si va o no reemplazar las sanciones económicas — un tipo de guerra — con un componente militar, por ejemplo, bombardear las instalaciones nucleares iraníes.
Los Estados Unidos ha sido privado de un “modelo libio” para remplazar al gobierno de Siria. China y Rusia han impedido consecuentemente las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que desean imponer una zona de “prohibición de vuelos”, un eufemismo para la destrucción de un país por medio de bombardeos aéreos.
No obstante, durante el último debate presidencial, Obama le anunció al mundo con toda confianza que, “Estamos jugando un papel en liderato” en Siria. Estados Unidos apoya el financiamiento y suministro de armamento al “Ejercito Libre Sirio” (FSA) a través de los gobiernos títeres en Arabia Saudita y Qatar. Para apoyar a la oposición siria, Hilary Clinton anunció que el Departamento de Estado ha “recomendado nombres y organizaciones” que “deben ser incluidos en cualquier estructura de liderazgo” y que ella ha “anunciado claramente” cuáles grupos deben ser descartados. El gobierno estadounidense también ha suministrado asistencia a Turquía para crear regiones fronterizas con Siria con el fin de que sirvan como bases para los mercenarios del FSA. El incremento de las escaramuzas en las regiones fronterizas entre Siria y Turquía podría convertirse en una justificación para una invasión militar directa disfrazada como la defensa de Turquía, un miembro de la OTAN.
Los peligros de una intervención más directa son elevados, pero las posibles recompensas son igualmente elevadas. Una agresión militar, junto al fervor patriótica tienden a producir la unidad dentro de la clase dominante, por lo menos a corto plazo. Además, si el gobierno estadounidense logra derrocar a los gobiernos de Sira e/o Irán, significaría un grave golpe a los movimientos de resistencia en Palestina y otros movimientos en la región. Si esto sucediera, el gobierno de Obama recibiría felicitaciones de toda la clase dominante.
¿Qué tan importante son las elecciones?
Las elecciones no determinan completamente todos los objetivos y estrategias de la política extranjera estadounidense. Pero sí determinan las tácticas específicas que el gobierno estadounidense implementa para lograr sus objetivos completos.
Por décadas, los presidentes estadounidenses han tenido como objetivo que las materias primas del mundo sean baratas y fáciles de obtener para las compañías petroleras y otras corporaciones. A la vez, han trabajado arduamente para abrir y expandir los mercados mundiales a la penetración del capital estadounidense. La búsqueda de estas metas ha hecho que un requisito estratégico para el estado imperialista sea el derrocamiento de los estados socialistas — que desafían la propia existencia del capital — y también la derrota de los estados dirigidas por una burguesía nacional independiente — que imponen limitaciones a la penetración del capital imperialista.
Debido a que estos objetivos emanan de la propia naturaleza del imperialismo, dichos objectivos no están sujetos a cambio cuando los Republicanos o los Demócratas se convierten en administradores de la gestión capitalista. Por esta razón, a pesar de su retórica anti-guerra, el Partido Demócrata es fundamentalmente un partido de guerra.
El gobierno de Clinton—1993 a 2000—fomentó y defendió las sanciones genocidas en contra de Irak, las cuales cobraron las vidas de medio millón de niños. El gobierno de Clinton utilizó la inspección del armamento iraquí y las campañas de bombardeo, pretendiendo generar un conflicto militar más amplio. Clinton también suministró un valioso servicio a los imperialistas con su despiadado bombardeo de Yugoslavia, el cual llevó al antiguo estado socialista a ser parte del capital estadounidense y europeo.
Después de años de ocupación en Afganistán e Irak, Barack Obama se aprovechó del sentimiento anti-guerra para ser elegido en 2008. Pero una vez elegido, Obama prácticamente implementó el plan de Bush-Petraeus en Irak y multiplicó tres veces el número de tropas en Afganistán—cuya ocupación él denomina como la “buena guerra”. Para obtener otro mercado y fuente de petróleo, Obama se unió con sus aliados imperialistas europeos para derrocar al gobierno libio por medio de los crueles bombardeos llevados a cabo por la OTAN. Esa intervención le permitió a Estados Unidos reafirmar su poder por medio de la fuerza en la región, durante la denominada “Primavera Árabe”.
El panorama político pos-electoral no creará un cambio fundamental en la política extranjera estadounidense, que está basada en los intereses de la clase capitalista de este país. Al contrario, podría desembocar en tácticas más agresivas, y los Estados Unidos podría estar más dispuesto a tomar más formas de intervención asesina y aventurada. Los progresistas y el movimiento anti-guerra deben de mantenerse en alerta, listos a reactivar al movimiento anti-guerra ante las posibles intervenciones estadounidenses en el Medio Oriente y otras regiones.