Estados Unidos y Rusia están enfrascados en tensas negociaciones sobre el futuro de un tratado que pone un límite al número de ojivas nucleares que cada país puede desplegar en cualquier momento. El Nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (o New START por sus siglas en inglés) actualmente caducará a principios del próximo año, pero una cláusula en el tratado permite una extensión de hasta cinco años. Los representantes rusos y estadounidenses están en conversaciones intensivas sobre si y bajo qué circunstancias se debe implementar una extensión. Si el tratado caduca, el mundo será testigo del colapso de una pieza fundamental del andamio que gobierna el control de armas posterior a la Guerra Fría.
El tratado fue ratificado en 2010 bajo la administración de Obama como una continuación del tratado START 1 firmado en 1991 en los últimos meses de la existencia de la Unión Soviética. Los detalles del tratado actual incluyen limitar los misiles y bombarderos desplegados a 700, las ojivas a 1,500 y los lanzadores de misiles a 800, además del lenguaje sobre monitoreo y verificación. El tratado limita el número total de ojivas, pero no prohíbe la creación de nuevas ojivas siempre que las viejas se desmantelen al mismo ritmo.
La administración Trump ha reaccionado con mano dura en las conversaciones, insistiendo en que Rusia haga importantes concesiones a cambio de una extensión del tratado. El enviado de Estados Unidos, Marshall Billingslea, a principios de este mes exigió que se congelara la cantidad de ojivas nucleares que Rusia tiene almacenadas y la expansión del marco de negociación para incluir todas las armas nucleares (no solo las “estratégicas”).
Estados Unidos también ha adoptado la posición de que China debe participar en un futuro tratado para reemplazar al Nuevo START, algo muy poco realista y fuera del control de Rusia. La decisión de la administración Trump el año pasado de retirarse del histórico Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio se sumó a la atmósfera de desconfianza.
Rusia rechazó las demandas de Billingslea, pero en un intento por ganar más tiempo para el proceso de negociación propuso una contraoferta de una extensión de un año sin condiciones previas. Más tarde modificó su posición, aceptando una congelación de su reserva de ojivas nucleares si Estados Unidos aceptaba el mismo requisito en su propio arsenal.
Las cuestiones restantes que deben decidirse antes de que se puedan completar las negociaciones incluyen las definiciones de una ojiva y cómo cada parte verificaría el cumplimiento de la congelación de la ojiva. Estados Unidos está pidiendo un sistema de inspección más completo y riguroso que el que se estableció originalmente bajo la administración Obama.
Ahora existe una renovada esperanza de que finalmente se llegue a un acuerdo sobre una prórroga. El autor y periodista Daniel Lazare dijo a Liberation News que incluso un acuerdo para seguir negociando es una señal positiva para la paz mundial, argumentando que “cuanto más luchen las partes con [estos] problemas, más intentarán encontrar una base para ampliación de conversaciones. Y cuanto más hacen eso, menos posibilidades hay de que ocurra algo realmente adverso, ya sea una renovada carrera armamentista o un intercambio militar real”.
Hay mucho en juego para las conversaciones. El tiempo dirá si se profundizará una nueva carrera de armamentos nucleares en la tradición de la Guerra Fría.