La frontera de México y la historia racista de la política de inmigración

Los politiqueros capitalistas, las organizaciones de extrema derecha y sus voceros en la prensa basan sus argumentos antiinmigrantes en la afirmación de que los trabajadores indocumentados—a quienes ellos denominan “ilegales”—han quebrantado la ley. Ellos no dicen que la ley ha cambiado, algunas veces de manera radical, para satisfacer la necesidades del sistema capitalista y en respuesta a la lucha política.

La ley de inmigración y naturalización no es una estipulación fija. Siempre ha funcionado como un producto y un productor del racismo institucionalizado. Es una manera de estigmatizar a una parte específica de la población.

La ciudadanía y el racismo

La ciudadanía estadounidense fue establecida como legislación por primera vez en 1790 con la Ley de la Nacionalidad. Dicha legislación les concedía ciudadanía a “personas libres de raza blanca” que habían residido en el país durante dos años continuos. Debido a que los esclavos y descendientes europeos sin propiedad no eran considerados seres “libres”, el derecho a ser ciudadano era concedido de manera muy limitada—inclusive para la gente de raza blanca. El derecho al sufragio universal para los hombres de raza blanca solamente fue obtenido de estado en estado principios del siglo 19. Las mujeres de raza blanca no lograron su derecho al sufragio hasta 1920.

Cuando se fundó los Estados Unidos, los afrodescendientes permanecieron brutalmente esclavizados por más de un siglo. Sin importar su condición, emancipado o esclavizado, no poseían ningún tipo de garantías.

Esta política fue ratificada en 1857 por el fallo de la Corte Suprema en la Causa de Dred Scott, la cual dictaminó que todas las personas de origen africano, liberados o esclavizados, eran “seres de orden inferior” y se les prohibía permanentemente naturalizarse como ciudadanos.

La Decimocuarta Enmienda de la Constitución, aprobada después de la Guerra Civil, expandió formalmente el derecho a la ciudadanía a los esclavos emancipados y a todos los que nacieran en suelo estadounidense. La Ley de la Nacionalidad fue reformada en 1870 para incluir a “personas de origen africano por nacimiento u origen”.

Aun así, los afroamericanos realmente no obtuvieron los derechos proclamados en la Decimocuarta Enmienda de la Constitución hasta en los anos 50 y 60, durante el Movimiento por los Derechos Civiles.

Mientras tanto, durante los siglos 18 y 19, los nativos del continente norteamericano libraron una determinada lucha por su soberanía y para sobrevivir ante las guerras expansionistas y de exterminio impuestas por Estados Unidos. El derecho a la ciudadanía garantizado por la Decimocuarta Enmienda no incluía a los nativo americanos nacidos en sus tierras ancestrales.

El otro sector significativo de la población era el pueblo mexicano, quien fue absorbido a la fuerza durante la guerra estadounidense de agresión y en la cual se apoderó de manera ilícita de la mitad de México. En la guerra de México y Estados Unidos de 1846 a 1848, las tropas estadounidenses se apoderaron de una vasta extensión de territorio mexicano, incluyendo a lo que ahora se conoce como Colorado, Arizona, Nuevo México, Wyoming, California, Nevada y Utah.

El Tratado de Guadalupe Hidalgo, el cual concluyó formalmente la guerra, establecía que los mexicanos que permanecieran en esas zonas por el siguiente año automáticamente se convertirían en ciudadanos estadounidenses. Sin embargo, el gobierno estadounidense sistemáticamente vulneró este derecho.

La inmigración de mexicanos a comienzos del siglo 20

De 1900 a 1909, la inmigración de personas de nacionalidad mexicana era numéricamente insignificante, representaba solamente el 0,6 por ciento del total de inmigrantes que entraban a Estados Unidos. Esa cifra creció a un 3,8 por ciento del número total de inmigrantes durante la siguiente década.

Los braceros de origen mexicano se incorporaron en la agroindustria en la región del suroeste. A pesar del sentimiento antiinmigrante, los agro empresarios y los industrialistas declararon ante el Congreso el valor que representaban los trabajadores mexicanos, exitosamente dilatando restrictas disposiciones.

Debido en parte a la intervención de los capitalistas, la Ley de Inmigración de 1924 no fijó límites para los inmigrantes del Hemisferio Occidental. Sin embargo, el retorno de las tropas estadounidenses al final de 1era Guerra Mundial, había eliminado la escasés de mano de obra. En 1921 la recesión agravó la competencia entre trabajadores blancos y de color.

En ese momento, la prensa y los politiqueros comenzaron a generar sentimiento público en contra de la comunidad mexicana. Cada año, desde 1926 a 1930, los congresistas hicieron propuestas de ley incrementando los límites en la cifras de inmigrantes del Hemisferio Occidental, claramente pensando en México.

Ambos, los antiinmigrantes y los capitalistas a favor de la inmigración emplearon estereotipos racistas similares para justificar sus argumentos.

El ala antiinmigrante argumentaba que supuestas características biológicas inhabilitaban a los mexicanos para convertirse en ciudadanos estadounidenses. Los sectores racistas dentro del movimiento sindical afirmaron que estos rastros eran “perjudiciales” para las normas laborales de Estados Unidos. El ala a favor de la inmigración argumentó que estas propias características convertían a los inmigrantes mexicanos en “inofensivos” para la sociedad estadounidense.

El hecho de que los inmigrantes mexicanos obtuvieran su naturalización bajo el Tratado de Guadalupe-Hidalgo, era un obstáculo para desarrollar su política de ciudanía para blancos solamente.

Por un lado, los mexicanos fueron asociados con la inferioridad biológica. Por otro lado, las cantidades masivas de personas que se naturalizaron a causa de la conquista de la población mexicana hizo imposible evitar que los mexicanos se hicieran ciudadanos basándose en el argumento legal de ilegibilidad racial.

Ante estas contradicciones en su propio sistema, la clase capitalista estadounidense encontró afinidad con los promotores antiinmigrantes y racistas. La inmigración mexicana pasó a la clandestinidad pero en la práctica era tolerada.

La Patrulla Fronteriza y la inmigración ‘ilegal’

A finales del siglo 19 hasta las primeras dos décadas del siglo 20, las autoridades de inmigración ignoraban el tránsito de inmigrantes mexicanos que entraban y salían de la región suroeste de Estados Unidos.

Durante la Primera Guerra Mundial—nuevamente bajo condiciones de escasés de mano de obra—el Departamento del Trabajo estadounidense excluye a los mexicanos de los impuestos obligatorios y el examen de educación básica. Esta exclusión terminó después de la guerra en 1919.

Al finalizar la Ira Guerra Mundial, dentro de Estados Unidos en los años 20s las leyes de inmigración cambiaron dramáticamente. A pesar de declarar ahora a inmigrantes “ilegales” con la Ley de Exclusión China de 1882 y la imposición de deportaciones en 1891, pocas personas resultaron deportadas hasta en 1917.

Horrorizados con la Revolución Rusa de 1917, la clase capitalista de Estados Unidos instigó la imagen de un revolucionario, agitador extranjero con mirada salvaje que invadía las fronteras estadounidenses para desestabilizar a la nación desde adentro. Nuevas restricciones fueron impuestas primero y más importante, a los comunistas y anarquistas nacidos en el extranjero. Durante la atmósfera anticomunista de 1919, el gobierno estadounidense arrestó decenas de miles de radicales. Hasta 500 personas fueron deportadas en esa casería de brujas.

Esta campaña anticomunista fue fortalecida por los límites de 1921 a 1924. Por primera vez, los límites indicaban que la inmigración “ilegal” era un peligro para la seguridad nacional. La ley de prescripción para el ingreso no autorizado fue inhabilitada completamente.

Las autoridades de inmigración comenzaron activamente a deportar inmigrantes indocumentados en 1925. El uso de la palabra “ilegal” fue amplia y retroactivamente aplicado a todos los inmigrantes que habían ingresado sin documentos—aunque hubieran ingresado antes de que fuera ilegal ingresar sin documentos.

La informal, nutrida inmigración que caracterizó el comienzo del período, fue reemplazado por una en el cual los mexicanos no solamente tomaron exámenes de educación básica y a pagar un impuesto por cabeza. También fueron sujeto a los humillantes exámenes médicos. Esas técnicas no eran aplicadas con los inmigrantes europeos.

La inmigración mexicana legal declinó de casi 60.000 en 1925 a un poco más de 3.000 en 1931. Ya comenzando en 1929, el gobierno estadounidense deportaba 15.000 mexicanos por año. La Patrulla Fronteriza, compuesta de miembros del Ku Klux Klan y rancheros matones quienes gustaban asemejarse a los Texas Rangers, institucionalizaron la amenaza de violencia en contra de la inmigración.

Pero esto solamente es la mitad de la historia.

Las deportaciones como táctica

Los agricultores todavía confiaban en los braceros mexicanos que ingresaban al país con visas temporales de empleo. Los trabajadores de nacionalidad mexicana ingresaron a la fuerza laboral, pero no se les concedió la naturalización. Esta política abre la puerta para que toda la comunidad fuera tildada de –aunque sea “legal” o no—“inmigrante ilegal”, creando una estigma racista.

Considerando que anteriormente, entrar y salir de la frontera era una rutina, en ese momento si un trabajador mexicano se quedaba más tiempo de lo permitido por su visa de empleo de seis meses, eso lo convertía en un delincuente. Este sentimiento antimexicano culminó en deportaciones masivas a mediados de los años 30. En medio del masivo desempleo causado por la Gran Depresión, el gobierno estadounidense deportó a más de 400.000 mexicanos y mexicano americanos. Más de la mitad del total de los deportados eran ciudadanos estadounidenses.

En 1954, en medio de de un auge económico y del programa Bracero—por el cual ingresaron al país millones de mexicanos como “trabajadores huéspedes” entre 1942 y 1964—el gobierno estadounidense orquestó la racista “Operación Mojado”, una campaña masiva de deportaciones que deportó a más de 1 millón de inmigrantes.

A partir de los años 20, los politiqueros capitalistas han intentado manipular la cantidad de visas que conceden, en específico a las personas de origen mexicano. La deportación es utilizada como táctica para deportar, aterrorizar y privar a la comunidad mexicana de sus derechos civiles y laborales.

El masivo movimiento por los derechos del inmigrarte que surgió en 2006 fue un acontecimiento extraordinario en esta lucha por los derechos laborales. Viviendo un siglo bajo una política migratoria discriminatoria y racista, millones de inmigrantes—la comunidad mexicana en particular—han tomado las calles para exigir derechos plenos a los cuales se les ha negado desde hace mucho tiempo.

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