Desde el último levantamiento de la inmigración en 2006, la administración de Obama, los Demócratas y los Republicanos han hecho todo cuanto estaba en su poder para ignorar las voces de los inmigrantes indocumentados, suavizar la “DREAM Act”, incrementar las fuerzas represivas en la frontera, deportar a más de un millón de inmigrantes y separar a las familias. Ahora, después de que las elecciones del 2012 mostraron el enorme poder del voto latino, los poderes políticos han cambiado de estrategia y han prometido una reforma migratoria, aunque adaptada a los intereses de los capitalistas.
Es común escuchar cómo los inmigrantes simplemente están “buscando una vida mejor para sus niños” y tratan de vivir el “sueño americano”, pero nunca se plantea por qué en el mundo hay personas que no pueden mantener a sus familias en sus países de origen y se ven forzados a emigrar a los Estados Unidos.
Mucha de la retórica alrededor de esta reforma—por parte de los dos partes que debaten en el Congreso— acepta la versión de que los inmigrantes indocumentados son criminales. Ningún lado cuestiona la culpabilidad de las políticas militares y económicas de los EEUU que conducen a la migración global.
El principal símbolo utilizado por el movimiento pro derechos del inmigrante es de la mariposa monarca. Simboliza la tendencia natural de migrar en ciertos organismos que viajan largas distancias para poder adaptarse a ambientes cambiantes. Sin embargo, a diferencia de los patrones naturales de migración desarrollados a lo largo de miles de años, la inmigración moderna en plena época del capitalismo avanzado (imperialismo) se relaciona más con la migración forzada.
La migración es tan vieja como la humanidad misma, con migraciones a gran escala habitualmente producidas por desastres naturales o la imposibilidad de sostener físicamente a la comunidad existente. Hoy en día, la migración está menos relacionada con insuficiencias naturales y más con la integración de países a la economía global, organizada en torno al afán de lucro y al deliberado subdesarrollo de ciertos países para el beneficio de otros.
Con respecto a los latinos en los Estados Unidos, sus violentos desplazamientos son solo un pálido reflejo de las violentas intervenciones políticas y económicas, impuestas a sus países de origen.
América Central: Dictaduras y Guerra Civil
Aunque la era de la Guerra Fría y de las feroces intervenciones en América Latina por parte de Reagan son presentadas como un recuerdo distante en la narrativa de la política extranjera de los EEUU, sus efectos todavía se pueden sentir.
En 2011, casi 3,1 millones de inmigrantes centroamericanos vivían en los Estados Unidos, representando casi el 8% de todo los inmigrantes. Este desplazamiento se debe casi exclusivamente a las guerras civiles en El Salvador y Nicaragua en los años 80 y sus efectos. Se estima que más del 25% de su población emigró o huyó del país durante la guerra civil que comenzó en 1979 y terminó en 1992.
Durante los primeros años de la década de los 70, se produjo un levantamiento de fuerzas revolucionarias en El Salvador y Nicaragua, que combatieron contra gobiernos y dictaduras apoyadas por los Estados Unidos. En 1979, el Frente Sandinista para la Liberación Nacional derrocó al régimen de Somoza y renovó las esperanzas de revolución en la región. Inspirado por esta victoria, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional unió a varias tendencias políticas de la izquierda y buscó luchar por el mismo cambio en El Salvador.
Con la elección de Reagan, cuya determinación anticomunista, su expansionismo agresivo y fundamentalismo del “libre mercado” dieron nuevas energías a la clase dominante estadounidense, América Central se convirtió en el frente de batalla contra la ola revolucionaria. Reagan comenzó a financiar al partido derechista ARENA (Alianza Republicana Nacionalista), lo que supuso un desembolso de un millón de dólares al día, por un periodo que se prolongó hasta casi 10 años, y en un país del tamaño de Massachusetts. En paralelo a esta financiación, EEUU entrenó a “escuadrones de la muerte” que sembraron el terror en ambos países. Además de los asesinatos en masa de su pueblo, Nicaragua sufrió un brutal bloqueo económico con el propósito de ahogar al nuevo gobierno sandinista. La guerra civil y la forzada pobreza empujaron a a miles a abandonar su patria.
En otras palabras, la emigración masiva desde Centro América no se produjo debido a un desarrollo económico inevitable. La causa fue la derrota del socialismo como un camino alternativo de desarrollo para superar los legados del colonialismo y latifundismo y para reclamar las grandes riquezas naturales del país. Ese es el sueño de la liberación nacional que inspiró y canalizó la energía de millones, pero cuando este sueño colectivo fue derrotado por la CIA, el pueblo fue forzado a encontrar soluciones individuales y familiares en la migración.
México: el Neoliberalismo y sus efectos secundarios
Literalmente ubicado en el patio trasero del poder económico y militar más poderoso del mundo, la experiencia de México con el imperialismo de los EEUU incluye la invasión militar directa y el robo de la mitad de su territorio nacional a mediados del siglo XIX. También incluye el Tratado de Libre Comercio (el TLC por su siglas en inglés), que permitió a la burguesía mexicana superar su propio estancamiento ofreciendo su mercado nacional la fuerza laboral barata a las corporaciones multinacionales de los EEUU.
El TLC produjo un enorme desplazamiento de la clase obrera, del campesinado y los oprimidos de México. El acuerdo económico se implementó en enero de 1994 haciendo ilegal la preferencia del consumo del producto nacional mexicano en lugar del estadounidense, y permitió que los EEUU demandasen al gobierno local por prácticas comerciales “injustas”. Forzó a los pequeños agricultores mexicanos a competir con las corporaciones agrícolas de los EEUU y arrasó con el pequeño comercio.
La pobreza que el TLC impuso sobre México propició un éxodo masivo de trabajadores mexicanos hacia los Estados Unidos.
Antes de 1994, se estimaba que alrededor de 2 millones de inmigrantes mexicanos habían cruzado ilegalmente a los EEUU. Casi 20 años después, ese número se estima entre 10-12 millones.
El veredicto sobre el TLC es obvio, aunque las clases dominantes de ambos países lo continúen celebrando. En 2009 México se convirtió en el país latinoamericano con el crecimiento más rápido de la pobreza e inequidad en la distribución de la riqueza.
Un extenso informe desarrollado por la CONEVAL (Consejo Nacional de la Evaluación de la Política y el Desarrollo Social) mostró que entre 2006 y 2008 la pobreza extrema, identificada por la falta de acceso a una nutrición básica, se incrementó de 14,4 millones a 19,5 millones de personas. En 2008, el 44,2% de la población mexicana vivía en la pobreza. Esto equivale a más de 47,2 millones de personas que no tuvieron acceso a bienes nutricionales y no-nutricionales que se consideran básicos. Otro 33% de la población cumplió el requisito mínimo para un nivel de vida básico pero se consideraba que estaba en riesgo de pobreza por falta de su acceso a cuidados médicos, educación, vivienda, y/o servicios sociales.
Las condiciones creadas por el TLC, combinadas con la turbulencia política dentro de la burguesía mexicana, han espoleado a la violencia generada por el narcotráfico, que vemos constántemente en los medios. Esta industria, que suministra al enorme mercado al norte de la frontera, ha desplazado a otros tantos millones de personas.
En un alarmante nuevo informe, un consultor de la Asociación de Autoridades Locales de México AC (Aalmac) anunció que se pueden atribuir 150.000 muertes a los siete años de la llamada “guerra contra las drogas”. Adicionalmente a esta espantosa estadística, Juárez Franco apuntó que hay 27.523 personas desaparecidas y 800.000 mujeres o niñas que han sido víctimas de la explotación sexual, 50.000 niños huérfanos y 4,5 millones madres solteras.
Como colofón, los fabricantes y distribuidores de armas de los EEUU han amasado fortunas en la guerra contra las drogas al otro lado de la frontera, de la misma forma que los grandes bancos estadounidenses lavan miles de millones de dólares de dinero narco para los carteles.
Productos de un proceso criminal
Mientras que el debate sobre qué camino tomar con la inmigración se lleva a cabo en las altas esferas, el papel de los revolucionarios es el de exponer las verdaderas causas de la inmigración y quiénes son los auténticos criminales.
Los inmigrantes son el producto de un sistema económico, el capitalismo global, que ha reducido drásticamente las oportunidades en sus países de origen, mientras que al mismo tiempo se abren caminos a la emigración hacia los países occidentales propiciadas por las penetraciones militares, económicas y culturales dentro de cada uno de esos países. Mientras que la mayor parte de este proceso se celebra como la globalización (el libre flujo de capital y bienes entre fronteras) los seres humanos que reaccionan contra estas tendencias se consideran criminales.
El PSL lucha por un movimiento a través del cual las víctimas actuales del imperialismo se vean capacitadas para luchar, y por un mundo en el que todo trabajador pueda cruzar las fronteras libremente, pero donde nadie lo deba hacer solo por asegurarse la supervivencia. Esto significaría el socialismo, que en los Estados Unidos implicaría un gran esfuerzo para reparar y compensar a las naciones oprimidas por el imperialismo, y liberaría la riqueza social atesorada para proporcionar una vida digna garantizada a todos.