El “Eje del Mal” colonial se alista para invadir a Libia

El escenario
ya está preparado para la invasión imperialista a Libia.

Las antigüas
potencias colonizadoras y esclavizadoras de África—Inglaterra, Francia y los
Estados Unidos—se han comprometido al derrocamiento del gobierno libio.

Frustrados
porque los bombardeos de la OTAN no han logrado conseguir una victoria para los
rebeldes libios, las principales potencias de la OTAN están preparando una
dramática intensificación de la guerra. Esperan que la amenaza de una escalada
convenza a Gaddafi y sus allegados a que abandonen el poder, en la misma manera
en que una invasión terrestre en junio de 1999 obligó al gobierno de Milosevic
a capitular y permitió a las fuerzas de la OTAN ocupar Kosovo.  La otra alternativa sería lanzar una invasión
militar contra Libia.

 “…Es imposible imaginarse un futuro para Libia
con Gaddafi en el poder”, escribieron Barack Obama, Nicolas Sarkozy y David
Cameron  en un artículo conjunto
publicado simultaneamente en el New York Times y en varios periódicos europeos
el 15 de abril.

El pretexto
que utilizaron de “proteger a civiles” en la guerra civil de Libia (Resolución
1973 aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU el 17 de marzo con el apoyo
de Rusia, China, Alemania, Brazil y la abstención de India) ha sido reemplazado
por la proclama abierta que revela sus intenciones de reemplazar al gobierno
libio con un régimen títere en un país que posee las reservas de petroleo más
grandes del continente africano.

 “Ningun acuerdo político en el cual el
dictador se mantenga en el poder va a funcionar. Occidente y sus aliados deben
estar listos para mantener la presión política, económica y militar hasta que
se vaya”, leía el editorial del New York Times de la edición del 15 de abril.

No hay que dejarse confundir por la
retórica anti-dictador del New York Times. Cuando la CIA y la inteligencia
británica derrocaron al gobierno iraní del Doctor Mohammad Mossadegh, que había
sido elegido democráticamente, y lo reemplazaron con la dictadura del Shah, el
editorial del New York Times leía:
“Los países subdesarrollados que
son ricos en recursos naturales ahora tienen un escarmiento del alto costo que
tendrán que pagar si a alguno de ellos se le ocurre adoptar un fanatismo nacionalista”.

A Mossadegh lo
tildaron de “fanático” porque se atrevió a nacionalizar la Anglo-Iranian Oil
Company (también conocida como British Petroleum) y utilizar las ganancias del
petróleo iraní para sacar al país de la inmensa pobreza.

Antes de invadir
un país, los imperialistas vilifican completamente a los que quieren
reemplazar. Desde Irán en 1953, Guatemala en 1954, el Congo en 1961, Grenada en
1983, Panamá en 1989, Yugoslavia en 1999, Afganistán en 2001, hasta Irak en
2003, el proceso de selectivamente satanizar a cualquier líder es el comienzo
de una agresión. Los motivos de los invasores parecen ser nobles y puros. Las
bombas que dejan caer son inteligentes. Los únicos que mueren son los enemigos
de la libertad.

Durante estos
instantes, los politiqueros corruptos y sedientos de dinero en ambos partidos
de Washington, D.C.—desde los Republicanos del Tea Party hasta la mayoría de
politiqueros del Partido Demócrata—generalmente dejan sus diferencias a un lado
y se unen al coro santo que condena a los “villanos” que quieren derrocar,
mientras preparan sus tropas invasoras y su bombarderos opacan los cielos y
lanzan sus misiles que impactan sus blancos en el suelo. Esos politiqueros son
patriotas del imperio y saben que sus empleos y puestos cómodos como “representantes
de pueblo” se les pueden acabar si se oponen a los guerreristas y su maquinaria
de propaganda mediática. A ellos también se les puede vilificar si salen del
programa. El pueblo estadounidense se opone a esta guerra. Este pueblo quiere
que las guerras en Afganistan e Irak—dos guerras imperialistas—se acaben ahora.
Este pueblo conoce las mentiras del gobierno que dice que no hay dinero y que
miles de maestros, enfermeras y otros empleados públicos deben ser despedidos.
Pero el mismo gobierno que persigue una política extranjera imperialista que
beneficia a la grandes empresas financieras y 
petroleras, tiene fondos ilimitados para invadir y ocupar las tierras de
otros pueblos.

El Partido por el Socialismo y la Liberación es miembro de la Coalición A.N.S.W.E.R.

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