Enero de 2023 marcó 21 años desde la apertura del centro de detención de la Base Naval de la Bahía de Guantánamo. Un sitio de tortura operado por los Estados Unidos desde el comienzo de la llamada “Guerra contra el Terrorismo”, la historia del centro está plagada de violaciones a los Derechos Humanos (DDHH), encubrimientos, detenciones ilegales y más. Es un proyecto de la era de Bush que ha sido conservado por todos los presidentes posteriores a pesar de la indignación generalizada y las peticiones para su clausura hechas por múltiples organizaciones de DDHH.
El mes pasado, 150 organizaciones de DDHH firmaron una carta organizada por el Centro para las Víctimas de Tortura exigiendo la clausura del centro.
Esta carta, enviada al Presidente Biden, declara: “Entre la amplia gama de violaciones de DDHH perpetradas principalmente contra comunidades musulmanes por las últimas dos décadas, el centro de detención de Guantánamo —construido en la base militar donde los Estados Unidos detuvo inconstitucionalmente a refugiados haitianos y los mantuvieron en condiciones deplorables a principios de los noventa— es un ejemplo icónico del abandono del estado de derecho”. La carta también menciona los costos de operación del campo de tortura: “540 millones de dólares al año, lo que hace al centro de detención de Guantánamo el más caro del mundo”.
Raíces racistas
El centro no es solo una expresión del racismo estadounidense de la era de la “Guerra contra el Terrorismo”, sino que el racismo se expresa en toda su historia, la cual está enraizada en el colonialismo y la indiferencia por la ley internacional.
La bahía de Guantánamo, que se encuentra en territorio cubano, fue originalmente invadida y ocupada por España a finales del siglo XV. Su ocupación sangrienta empezó con la llegada de Cristóbal Colón a Cuba. Cuando se desató la guerra hispano-estadounidense, España fue forzada a cederle el control de sus territorios ocupados a los EE. UU., incluyendo a Cuba.
Desde entonces, el gobierno estadounidense ha ocupado la bahía de Guantánamo ilegalmente. Siguiendo su comportamiento típico, Washington decidió mantener una fuerte presencia militar en Cuba, consolidando la mayoría de sus fuerzas militares en la bahía. Washington argumentó que su razón para mantener una fuerza militar en la isla era para ayudar a defender la independencia de Cuba.
En la práctica, EE. UU. ayudó a apuntalar un régimen títere que le fuera leal a los intereses de Washington. Eso incluyó la instalación y el respaldo político del dictador Fulgencio Batista, quien luego fue derrocado por la Revolución Cubana bajo el liderazgo de Fidel Castro.
Hasta el día de hoy, el gobierno cubano exige que se le devuelva el territorio ocupado de la bahía de Guantánamo. Respecto a esta base militar, Fidel Castro dijo en el 2009: “No respetar la voluntad de Cuba constituye un acto de soberbia y un abuso de su inmenso poder contra un pequeño país”.
El presidente cubano actual, Díaz-Canel, también ha condenado el fracaso de los intentos por cerrar Guantánamo. En el 2022, tuiteó, “ya son 20 años de escandalosos abusos en territorio cubano ilegalmente ocupado en la bahía de #Guantánamo por parte de los mayores violadores de [derechos humanos] en el mundo”.
Abusos de derechos humanos
Los EE. UU. no perdió tiempo en llenar el campo de detención. A solo semanas de la apertura del centro, Washington trasladó decenas de prisioneros de varios países que fueron detenidos ilegalmente. Las edades de los presos iban de los 13 hasta los 75 años. Los prisioneros fueron detenidos injustamente en varios países: Pakistán, Yemen, Kenia, Libia y Palestina, entre otros. Muchos de ellos no tenían cargo alguno en su contra. Hasta el día de hoy, varios permanecen en tal situación y aún siguen detenidos.
Dado que el centro existe fuera de los EE. UU., Washington ha sido capaz de llevar a cabo actos criminales de tortura y abusos que violan numerosas leyes internacionales. Por ello, rechazan una y otra vez devolver el territorio ocupado ilegalmente a su dueño legítimo, Cuba. Efectivamente, Washington puede evadir todas las leyes internacionales.
En el 2022, un grupo de expertos independientes en derechos humanos hablaron sobre las condiciones en Guantánamo frente al Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas: “El centro de detención de Guantánamo es un lugar de infamia sin paralelos, definido por el uso sistemático de tortura y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes contra cientos de hombres que han sido detenidos allí y privados de los derechos más fundamentales”.
Las “confesiones” extraídas de los prisioneros que han resultado en cargos en su contra fueron obtenidas bajo coacción extrema, usando la tortura como el principal método de investigación. Al respecto, se ha probado que este método no lleva a confesiones sinceras. En vez de ello, los prisioneros solo dicen lo que creen que los interrogadores quieren escuchar para detener la tortura. Esto permite que los investigadores lleguen a sus propias conclusiones, las que usan para desatar guerras con justificaciones falsas.
De acuerdo al reporte infame sobre los métodos de tortura de la CIA de la Comisión Selecta del Senado sobre Inteligencia: “La misma CIA determinó, a partir de su propia experiencia con interrogatorios coercitivos, que tales técnicas ‘no producen inteligencia’, ‘probablemente resultarán en respuestas falsas’ e históricamente han demostrado ser ineficaces. Sin embargo, estas conclusiones han sido ignoradas”.
Los métodos de tortura eran horrendos. Estos métodos incluían la simulación de asfixia con agua (waterboarding) por parte de interrogadores ocultos, la detención de presos en cajas pequeñas durante horas, palizas que dejaban a los presos gravemente traumatizados y con daño cerebral y la práctica de esposar a los presos en posiciones incómodas por largos periodos de tiempo, entre otras.
Mohamedou Ould Slahi, quien estuvo detenido por 14 años sin cargos en su contra, escribió un libro sobre su experiencia. Él describió cómo los guardias “lo privaban del sueño, le llenaron la ropa de hielo mientras lo transportaban en bote por la noche para convencerlo de que lo llevaban a un lugar aún peor, lo amenazaron de muerte y con violar a su madre”.
Abu Zubaydah, otro detenido, describe cómo las tácticas de privación de sueño duraban días: “Después de estar encadenado en la cama, me sentaban en una silla de plástico completamente desnudo y me encadenaban muy fuerte… A veces me dejaban en la silla durante días. Me privaban del sueño por mucho tiempo. No sé por cuánto tiempo, tal vez dos o tres semanas o más. Se sentía como una eternidad, hasta el punto de que me quedaba dormido a pesar de que el guardia me tiraba agua y me sacudía constantemente para mantenerme despierto. No podía dormir ni por un segundo”.
Los ataques contra los detenidos tuvieron desde el principio un carácter racista. El racismo también se podía ver en la forma de tortura: los guardias de la prisión encontraron formas de humillar a los presos profanando sus copias del Corán, el libro más sagrado para las y los musulmanes. Uno de los casos involucró a un guardia que orinó la copia de un detenido. Otro caso involucró a guardias que escribieron blasfemias en una copia.
El centro de Guantánamo ha recibido más de 780 prisioneros, todos de países de mayoría musulmana. Desde los ataques hasta la tortura, incluyendo los actos de guerra llevados a cabo a partir de las confesiones forzadas, el centro de detención de Guantánamo no solo representa una marca vehemente de vergüenza para el gobierno de los EE. UU., sino que es también un claro recordatorio del racismo deshumanizante que Washington abraza.
Nuevas revelaciones y la búsqueda de justicia
Veintiún años después, Guantánamo aún sigue operando a pesar de las múltiples organizaciones, países y funcionarios públicos que han pedido su cierre. En el 2008, el presidente Obama anunció que cerraría el centro de detención al principio de su primer gobierno en el 2009. Obama firmó una orden ejecutiva, pero nunca se cerró el centro, ni en su segundo gobierno.
El entonces presidente de Cuba, Raúl Castro, dijo que cerrar el campo de tortura no era suficiente. La tierra debía devolvérsele a Cuba y el bloqueo ilegal que ha sido impuesto injustamente al país caribeño desde la revolución debía ser levantado: “Retomar las relaciones diplomáticas es el inicio de un proceso hacia la normalización de las relaciones bilaterales, pero esto no será posible mientras exista el bloqueo [y] no nos devuelvan el territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval de Guantánamo”.
Esto ocurrió en un momento en el que la administración de Obama levantaba restricciones severas contra Cuba, incluyendo las restricciones para viajar. Luego, durante su gobierno, Trump revirtió la orden ejecutiva y volvió al estatus quo. Incluso, añadió a Cuba a la lista de estados que apoyan el terrorismo sin evidencia alguna. El Presidente Biden, quien fue el vicepresidente bajo Obama, aún no ha tomado ninguna medida para cerrar el centro de detención de Guantánamo o para revertir las leyes anticubanas de la era Trump.
Aún hay muchas cosas que no sabemos del centro de detención . Aún hay documentos clasificados sobre los métodos de tortura. Y lo que es más aterrador, ninguno de los que ha participado en las numerosas violaciones de derechos humanos en el campo de tortura ha enfrentado la justicia.
Se ha revelado que el gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien está considerando lanzarse como candidato a la presidencia en el 2024, dirigió programas de tortura en contra de detenidos durante su tiempo como oficial de la Abogacía General de la Marina de los Estados Unidos. Mansoor Adayfi, un exprisionero, recuerda su encuentro con DeSantis: “Ron DeSantis estaba ahí observándonos. Nosotros llorábamos, gritábamos. Estábamos amarrados a la silla de alimentación. Y el tipo miraba todo eso. Se reía”. Adayfi continuó, “Cuando yo gritaba, lo miraba y él se sonreía como si lo disfrutara”.
A pesar de esta inquietante revelación, Ron DeSantis aún no ha enfrentado repercusión legal alguna. El Partido Republicano no ha hecho comentarios al respecto. Solo el tiempo dirá qué otros oficiales del gobierno han tenido una participación directa en la tortura ilegal de detenidos.
Actualmente, no hay planes de cerrar el centro de detención de Guantánamo. La administración de Biden ha liberado algunos detenidos, pero en gran parte han mantenido el silencio en cuanto al futuro del centro. Sin plan alguno, Washington puede continuar arrestando personas que considera amenazas de seguridad, sometiéndolas a la tortura, la humillación y a trauma psicológico que les perseguirá por el resto de sus vidas, incluso después de ser liberados.
No hay duda de que el centro debería ser cerrado, y que los que han cometido actos de tortura deberían ser juzgados y condenados. Pero tampoco es suficiente cerrar el centro de detención. Todo ese territorio debería ser devuelto a Cuba, dado que los EE.UU. lo ha ocupado ilegalmente por más de un siglo. Irónicamente, los EE. UU. ha acusado constantemente a Cuba de violaciones de derechos humanos mientras dirigen un campo de tortura que lleva a cabo atrocidades diarias en un territorio ocupado. Verdaderamente el centro de detención de la Bahía de Guantánamo representa múltiples niveles de criminalidad.
¡Todas y todos los que defienden la justicia y los derechos humanos deben unirse bajo la exigencia: cierren el centro de detención de Guantánamo y devuélvanle la tierra a Cuba!
Foto principal: Detenidos llegando al Campamento X-Ray, bahía de Guantánamo, enero del 2002. Crédito: Shane T. McCoy, Marina de Guerra de los EE. UU. Imagen de dominio público.