AnalysisEspañol

Editorial del PSL – Los Estados Unidos y la OTAN son responsables de un año de guerra innecesaria en Ucrania

Hoy se cumple un año desde que las fuerzas militares rusas intervinieron directamente en Ucrania –un conflicto devastador que ha causado decenas de miles de muertos, desestabilizado el mundo y obligado a millones a huir de sus hogares. A un año después, los medios de comunicación corporativos siguen sistemáticamente presentando a Rusia como el único villano e instigador de la guerra.Sin embargo, una mirada a lo que realmente ha sucedido desde febrero del 2022 revela que el conflicto está siendo prolongado por un segundo año porque así lo quiere Estados Unidos.

La visita personal de Biden al presidente ucraniano Zelensky en vísperas del aniversario de la guerra es una clara señal de que  Estados Unidos tiene la intención de consolidar a Ucrania como parte de una esfera de influencia estadounidense en las fronteras de Rusia. Sin una escalada constante por parte de los EE. UU. y la OTAN, la guerra pudiera haber terminado hace mucho tiempo con negociaciones de paz y un nuevo acuerdo de seguridad que desmilitarice la región, lo que hubiera evitado la guerra en primer lugar.

Después de que los EE. UU. y sus aliados se negaran una y otra vez a negociar sobre temas de seguridad como la expansión de la membresía de la OTAN a países en la frontera con Rusia y el despliegue de sistemas de misiles avanzados en Europa del Este, Rusia lanzó la invasión de Ucrania el 24 de febrero del 2022. Tal vez Rusia esperaba que el gobierno ucraniano colapsara en los primeros días de la guerra y que un nuevo gobierno ucraniano que defendiera la neutralidad tomara su lugar, pero Ucrania permaneció intacta y sus patrocinadores en el Occidente se movieron rápidamente para convertir el conflicto en una guerra por poder. Se le impusieron sanciones extensas a Rusia en un esfuerzo por dejar al país fuera del mercado mundial y provocar un colapso económico.

La lógica fue que mientras más se prolongara la guerra, el costo humano y económico para Rusia sería mayor y, por lo tanto, sería más probable que los EE. UU. lograra su objetivo permanente de derrocar al gobierno ruso (o de al menos disminuir su poder considerablemente). “Queremos ver a Rusia debilitada”, declaró abiertamente el Secretario de Defensa Lloyd Austin en abril después de una visita a Kiev.

Solo dos semanas después de que comenzara la guerra, el Congreso de los EE. UU. aprobó un paquete masivo de ayuda para Ucrania de $13.6 mil millones. Parte de ese dinero fue destinado para financiar las funciones esenciales del gobierno ucraniano y reforzar la economía, y otra parte de casi la misma cantidad consistió en apoyo militar. Pero este primer plazo apenas se compara con el paquete aprobado dos meses después, que ascendió a $40 mil millones y fue dividido nuevamente entre ayuda económica y militar. Junto con compromisos de ayuda militar más pequeños pero aún sustanciales de sus colaboradores imperialistas subalternos en la alianza de la OTAN, esta fue una clara señal de que las principales potencias occidentales estaban preparadas para brindar apoyo prácticamente ilimitado para sostener a Ucrania durante el mayor tiempo posible.

La mayor asignación de ayuda militar fue otorgada en diciembre, cuando se presupuestaron aproximadamente $47 mil millones para continuar la guerra. En total, el gobierno de los EE. UU. ha comprometido más de $100 mil millones para la guerra “proxy” o por poder contra Rusia en un flujo constante de escaladas que han saboteado cualquier esperanza de paz.

Esta enorme suma de dinero termina en las manos de empresas militares privadas con sede en los EE. UU., cuyos ejecutivos impresionantemente ricos se benefician de la muerte y la destrucción. Mientras tanto, los graves problemas sociales en los EE. UU. siguen siendo ignorados.

La escalada de los EE. UU. y la OTAN no ha consistido solamente en las cantidades cada vez mayores de financiamiento, sino que a medida que avanzaba la guerra también ha involucrado armas cada vez más poderosas. Cuando la primera ofensiva rusa se estancó, en lugar de aprovechar la oportunidad para negociar la paz, las autoridades estadounidenses presionaron a Ucrania para que lanzara significativas contraofensivas. Un elemento central de esto fue la entrega de un sistema de misiles avanzado llamado HIMARS (Sistema de Cohetes de Artillería de Alta Movilidad) a principios del verano. A pesar de las advertencias de Rusia de que el envío de misiles a Ucrania capaces de atacar el territorio ruso sería visto como una grave profundización de la crisis, los EE. UU. prosiguió a menos de un mes de cuando anunció el envío de un arma denominada “bomba de pequeño diámetro lanzada desde tierra” (GLSDB por sus siglas en inglés). Los GLSDB duplican el alcance de los misiles ucranianos existentes.

En cuanto a la entrega de tanques, incluso los aliados de Washington en la OTAN se mostraron reacios. A pesar de esto, una intensa campaña de lobby dirigida principalmente al gobierno de Alemania tuvo éxito a fines de enero, en efecto, tanto los tanques de fabricación alemana como los estadounidenses ahora se dirigen al campo de batalla en Ucrania. Inmediatamente después de su éxito con las entregas de los tanques, los de línea más dura en el Occidente comenzaron a presionar para ir aún más lejos y enviar aviones de combate. Este no es el comportamiento de personas que tienen el más mínimo interés en una resolución pacífica.

La guerra parece haberse estancado, al menos por ahora, en un punto muerto en el que ninguna de las partes puede lograr un gran avance. Pero el gobierno de los EE. UU. insiste en continuar con la matanza. Su doctrina estratégica es la “competencia entre grandes potencias”, por tanto, los dos principales obstáculos que se interponen entre los EE. UU. y la dominación mundial son Rusia y China. Si la continuación de la guerra significa que existe la posibilidad de que puedan lograr uno de sus dos objetivos centrales, al debilitar o derrocar al gobierno ruso, entonces la cantidad de vidas perdidas y trastocadas no tiene ninguna importancia para los belicistas del Pentágono.

Rusia afirma haber estado abierta a un acuerdo negociado desde antes de que comenzaran los combates. En un importante discurso nacional el martes, Vladimir Putin declaró: “En diciembre del 2021, presentamos oficialmente proyectos de acuerdos sobre garantías de seguridad a los EE. UU. y la OTAN. En efecto, todos los puntos clave y fundamentales fueron rechazados. Después de eso, finalmente quedó claro que se había dado el visto bueno para la implementación de planes agresivos y que no se iban a detener”.

Los planificadores del Pentágono y del Departamento de Estado ven la guerra en Ucrania como un frente en un esfuerzo mundial para mantener el dominio total del imperio estadounidense. Cada preocupación respecto a seguridad  de sus principales rivales, ya sea la militarización de Ucrania para Rusia o el separatismo en Taiwán o Hong Kong para China, son vistos como un punto de presión para ser exacerbado incesantemente, utilizando todas las herramientas a disposición de los EE. UU. Está claro quién es la principal amenaza para la paz mundial.

La paz vencerá a la escalada solo si el pueblo alza la voz y la exige. El 18 de marzo a la 1:00 pm frente a la Casa Blanca, personas de todo EE. UU. se unirán  para  rechazar categóricamente la política estadounidense en Ucrania y a toda la campaña de guerra global del Pentágono. La guerra ha sido una catástrofe para los ucranianos, los rusos y todas las personas del mundo que temen un enfrentamiento sin cuartel entre los dos países con los mayores arsenales nucleares. Necesitamos detener la maquinaria de guerra de los EE. UU. y la OTAN antes de que sea demasiado tarde.

Related Articles

Back to top button