Foto: Kevin McCarthy habla en un evento del Partido Republicano en 2020. Crédito: Matt Johnson
Hoy, a medida que se acerca la fecha límite del “techo de la deuda”, Joe Biden organizó reuniones con el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, junto con el principal demócrata de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, y sus homólogos en el Senado. Es absurdo que esta reunión haya tenido lugar, y es absurdo que Biden esté usando este drama político para presentarse falsamente como el defensor de los trabajadores.
El techo de la deuda, el límite máximo legal de deuda que el Congreso le permite tener al gobierno de los Estados Unidos, ha estado vigente desde 1917, y durante décadas ha sido elevado de manera rutinaria sin incidentes . Pero a partir de la administración de Obama, los republicanos han amenazado periódicamente con negarse a aumentar el límite de endeudamiento a menos que se realicen recortes de austeridad severos.
Claramente, no existe un mandato democrático para este curso de acción que es profundamente impopular. La mayoría de los gobiernos del mundo no tienen un mecanismo como el techo de la deuda de los EE. UU.; como cualquier otra institución grande, simplemente toman prestado dinero para pagar sus deudas a medida que éstas vencen. Sin embargo, debido a que los republicanos pudieron ganar una estrecha mayoría en la Cámara de Representantes durante las últimas elecciones, están en condiciones de bloquear cualquier legislación sobre el tema hasta que se cumplan sus exigencias.
Si bien Biden se está posicionando en oposición a esta política particular, es importante tener en cuenta que en otras áreas, participa con entusiasmo en los esfuerzos por destruir lo poco que queda de la existente red de seguridad social. Bajo la administración de Biden, la moratoria nacional de desalojos, el acceso ampliado a los cupones de alimentos y al programa de Medicaid (Seguro de salud para personas de bajos recursos), entre otras políticas que fueron implementadas cuando estalló la pandemia han sido canceladas sin compasión.
Negociaciones entre los partidos gemelos de multimillonarios
Al aceptar las negociaciones, Biden está abriendo la puerta a severos recortes en los programas sociales y legitimando la práctica de la derecha de utilizar la amenaza de un incumplimiento del gobierno como palanca para obtener concesiones. Los funcionarios de la administración de Biden insisten en que se apegan a su promesa de no negociar el techo de la deuda. La administración argumenta que las conversaciones de hoy fueron sobre negociaciones para el presupuesto federal de este año, no sobre el techo de la deuda. No obstante, a raíz de que las concesiones que los republicanos están tratando de extraer en torno al techo de la deuda son reducciones a los presupuestos para programas públicos, la distinción entre los dos temas en estas circunstancias es puramente semántica.
Los profundos recortes que ahora están sobre la mesa de negociación son bastante preocupantes para la clase trabajadora. Al imponer un montón de nuevos y onerosos trámites que se venden al público como “requisitos de trabajo”, se le negaría el acceso a los cupones de alimentos y TANF (Asistencia Temporal para Familias Necesitadas) a un gran número de personas. Los republicanos también exigen la cancelación de la iniciativa de condonación parcial de préstamos estudiantiles que la administración lanzó el año pasado.
El resto de los recortes, según la propuesta republicana, provendrían de topes de gastos generales. El monto asignado a elementos “discrecionales” en el presupuesto, esencialmente todos los programas que no sean el Seguro Social, Medicaid y Medicare, se congelarían durante 10 años, de modo que el valor se erosionaría con el tiempo debido a la inflación y, en última instancia, sería equivalente a un recorte del 18%. Sin embargo, políticos republicanos clave también han sugerido que no restringirían las asignaciones para la guerra y la represión antiinmigrante, evitando que los Departamentos de Defensa, Asuntos de Veteranos y Seguridad Nacional tengan límites de gastos. Debido al enorme tamaño de los presupuestos de estos departamentos, todo lo demás que hace el gobierno tendría que reducirse en un 51%.
Biden —durante su presidencia y toda su carrera política— ha demostrado en múltiples ocasiones una tendencia a ceder y capitular frente a las presiones de la derecha, si es que, para empezar, no esté ya de su lado. Por ejemplo, Biden permitió que su programa de reforma “Build Back Better” fuera reducido y finalmente destrozado por el senador Joe Manchin, y Biden no tomó medidas ejecutivas significativas cuando la Corte Suprema ultraderechista destruyó el derecho al aborto.
Lo que suceda a medida que nos acerquemos a un incumplimiento de pago de la deuda será un asunto muy complejo sujeto a presiones de muchas direcciones. Lejos de ser un defensor de los intereses de los trabajadores, a medida que se desarrolla este proceso, Biden podría, de hecho, ser cómplice en la implementación de un programa cruel contra los trabajadores.