AnalysisEspañol

Doctora critica la respuesta de EE.UU. ante el virus como una actividad con fines de lucro

El siguiente artículo se basa en una charla dada por Nadia Marsh, MD, en un foro reciente del PSL en la ciudad de Nueva York. La Dra. Marsh trabaja en geriatría y salud familiar. (Traducido por Rin Nells)

Los Estados Unidos son ahora el epicentro de la pandemia del COVID-19, con más casos que cualquier otro país del mundo. Este virus ha revelado que el sistema de atención médica de los EE.UU. es una farsa. Estamos menos preparados que cualquier otra nación industrializada. Nuestro sistema de atención médica con fines de lucro viola los fundamentos de la salud pública, es decir, la equidad, la prevención y la atención médica como un derecho. Tenemos los peores índices de atención médica de cualquier país industrializado. Hay 30 millones de personas sin seguro, no hay atención médica universal, y el sistema es el más costoso e ineficiente del mundo.

En la última década ha habido una serie de pandemias que han afectado a más de mil millones y medio de personas: SARS, Ébola, MERS, H1N1 y otras. En base a esta tendencia, se esperaban más. Trump eliminó la unidad de vigilancia del Consejo de Seguridad Nacional especializada en pandemias en 2018, a pesar de que nuestro gobierno fue advertido de que se avecinaba otra amenaza viral.

Los Estados Unidos tenía dos meses para prepararse, pero no abasteció equipos de prueba ni suministros

En diciembre de 2019, cuando se presentó el COVID-19 en China, se advirtió a los Estados Unidos de que nos veríamos afectados. En lugar de aumentar nuestro arsenal de equipos de prueba, máscaras N95 y otros equipos de protección personal, Trump mintió repetidamente sobre la gravedad de la amenaza para la salud. Ignoraba a los expertos en salud pública e incluso los ridiculizaba.

El gobierno de Trump solo se preocupaba por el mercado de valores y las corporaciones, y que las malas noticias sobre los virus afectaran la confianza de los inversores. Pasaron dos meses sin un plan para fortalecer los suministros médicos o desarrollar una fuerza laboral de salud pública. La administración Trump eligió no actuar, permitiendo que el virus se propagase.

A los pocos días del brote del virus, tanto China como Corea del Sur evaluaron a decenas de miles de personas y pusieron en marcha un rastreo de contactos y cuarentenas bien desarrollados que salvaron millones de vidas. China, con una población de mil quinientos millones de personas, ha logrado detener efectivamente la propagación del virus este mes.

China proporcionó ausencia laboral pagada, entrega de alimentos, y seguridad laboral

China envió a más de 1,000 pequeños equipos de salud pública para entrevistar a los pacientes, así como a las personas que posiblemente estuvieron en contacto con ellos durante su período de contagio. El gobierno chino se aseguró de que las personas que estaban en cuarentena recibieran ausencia laboral pagada, seguridad laboral y alimentos de los restaurantes locales, llevados de manera segura a su puerta. En cada complejo de apartamentos, se tomaba la temperatura de las personas que entraban y salían. El gobierno se aseguró de que el desinfectante de manos fuera disponible para todos. Incluso desarrollaron mecanismos para presionar los botones del elevador sin necesidad de contacto, para disminuir la contaminación. En Wuhan, se construyeron 16 hospitales temporales en dos semanas. Las empresas recibieron estrictas pautas de seguridad que se reforzaron para mantener a los trabajadores seguros.

La mala salud de la población estadounidense es un factor de riesgo

El COVID-19 se transmite por pequeñas gotas respiratorias, generalmente al toser, estornudar o en la saliva. Algunos estudios indican que el virus puede permanecer flotando en el aire en pequeñas partículas en aerosol por hasta tres horas. También puede sobrevivir en superficies duras durante días. El virus es de seis a diez veces más mortal que el virus de la Influenza A. Su mortalidad general es entre 1-3%. Los ancianos tienen el mayor riesgo de morir; los mayores de 80 años tienen una mortalidad del 15-20 por ciento.

Disminuir la cadena de transmisión

Un nuevo informe de los CDC muestra que el 40% de los pacientes hospitalizados por COVID-19 en los EE. UU. tienen entre 20 y 54 años. Esto puede reflejar el hecho de que los estadounidenses en general son menos saludables que muchas personas de otros países desarrollados, y a menudo tienen enfermedades crónicas, como asma, diabetes e hipertensión. Todo esto aumenta la vulnerabilidad ante el COVID-19. Existen pruebas de que la obesidad en sí misma también aumenta el riesgo. Hasta el 70 por ciento de los adultos en este país tienen sobrepeso y el 40 por ciento son obesos mórbidos. La baja inmunidad es común en este país y es un reflejo de la forma en que vivimos en la América capitalista. El COVID-19 se aprovecha de las personas con sistemas inmunes débiles. La pobreza, la falta de acceso a alimentos saludables y los altos niveles de estrés nos ponen en riesgo.

Para disminuir la cadena de transmisión viral, es necesario el distanciamiento social. Eso significa permanecer al menos a 6 pies de distancia de otra persona, evitando lugares públicos o tocando superficies que otros han tocado. En la ciudad de Nueva York, el distanciamiento social se instituyó muy tarde, y debido a la escasez de equipos de prueba, perdimos la oportunidad de identificar casos y rastrear contactos. Los equipos de prueba podrían haber sido suministrados por la Organización Mundial de la Salud. En cambio, Trump quería una prueba hecha en EE.UU. Las compañías no pudieron desarrollar los equipos de prueba lo suficientemente rápido, ni tenían la experiencia. El virus ahora se ha extendido tan completamente en esta ciudad que encerrarse en el hogar es la única opción.

La preparación para emergencias fue considerada no rentable

La ciudad de Nueva York es ahora el epicentro del COVID-19 en este país, con el 40 por ciento de todos los casos. Las camas de la UCI se están llenando rápidamente, y se espera que los hospitales se queden sin equipo de protección personal esta semana, incluidas las máscaras N95 y las batas. Estos equipos no se encuentran disponibles porque el mantenimiento de la preparación para emergencias no es rentable. Faltan las reservas de equipos de emergencia necesarios para una pandemia, incluidos los 15,000 ventiladores que la ciudad de Nueva York necesita con urgencia para mantener vivas a las personas. Los hospitales aquí no tienen la capacidad de abastecerse de ventiladores que cuestan $50,000 cada uno porque serán inútiles después de la epidemia. Este equipo pierde su valor en una sociedad capitalista, ya que los ventiladores no generan dinero si se encuentran almacenados e inactivos.

Un sistema de salud pública socialista tendría un liderazgo centralizado para la planificación de desastres, y garantizaría que el personal sanitario tenga a su disposición el equipo necesario para atender a los pacientes de forma segura. Los trabajadores en materia de salud estamos todos en riesgo, reutilizando máscaras N95, o aún peor, no teniendo acceso a máscaras u otro equipo de protección.

Mis colegas trabajadores en la oficina principal, asistentes médicos, enfermeros y paramédicos son los más afectados. Muchos trabajan sin máscaras ni equipo de protección. Se dice que estas cosas están reservadas para “situaciones especiales.” Los trabajadores de la salud están contrayendo el virus a un ritmo elevado.

El sistema de atención médica ya era inestable incluso antes de esta pandemia. La escasez de enfermeras, el alto reemplazo debido al agotamiento y el enfoque hacia la “productividad” en lugar de la atención al paciente han destruido nuestra capacidad de prepararnos eficazmente para esta crisis.

El gobierno de repente está hablando el lenguaje de la salud pública – distanciamiento social y lavado de manos – todo lo cual es vital, pero esto es extraordinariamente hipócrita. Este mensaje de salud pública comenzó dos meses después de cuando debería haber sido.

La crueldad del capitalismo nos rodea. La falta de apoyo para las miles de personas que ahora no tienen trabajo exacerbará aún más esta pandemia. Decenas de miles, posiblemente cientos de miles de neoyorquinos están siendo despedidos sin garantías de atención médica, vivienda, alimentos o ingresos. El distanciamiento social es más que un desafío si las personas no satisfacen sus necesidades básicas.

¿Cómo puede aplicar una persona sin hogar o encarcelada el distanciamiento social? ¿O alguien que proporciona servicios, o en la cola de un comedor comunitario? En mi barrio, los repartidores hacen filas a centímetros uno del otro para recoger la comida para llevar que nos traerán a casa. Los trabajadores de Amazon cargan cientos de cajas sin equipo de protección, y los trabajadores de Whole Foods interaccionan con multitudes de personas sin protección o descansos adecuados. La mayoría no tienen seguro médico ni subsidio por enfermedad.

Al mismo tiempo, las compañías farmacéuticas ganarán una fortuna mientras la gente muere. Están compitiendo por la patente de la vacuna para el COVID-19, el premio final de esta pandemia, mientras que la investigación científica fundamental en que se basará la vacuna fue financiada con nuestros impuestos.

Ejemplo cubano de medicina de salud pública, preparación para emergencias

Miro a Cuba como un ejemplo de lo que es posible en salud pública y medicina. Después de la revolución cubana, se desarrolló un nuevo tipo de atención médica basada en el modelo de clínicas de barrio y medicina familiar que garantiza la atención médica a todos los ciudadanos. En cada barrio vive un equipo de atención medica; conocen bien a los pacientes y a sus familias, lo cual significa que pueden desarrollar relaciones reales y duraderas que se centran en la prevención y el bienestar. Pueden detectar problemas rápidamente en sus comunidades y están listos para responder cuando hay una emergencia.

Cuba está preparada para emergencias. Puede evacuar ciudades enteras durante un huracán. En 2016, el huracán Matthew mató a docenas de estadounidenses y cientos de haitianos. Ni un solo cubano murió. Combatieron el Ébola de manera efectiva en África Occidental en 2014.

Desde la revolución socialista cubana, 100.000 médicos cubanos han trabajado internacionalmente en cientos de países para abordar epidemias y desastres naturales. De hecho, en este momento, 52 profesionales de la salud cubanos, algunos con experiencia en la lucha contra el Ébola en África, están llegando a Lombardi, Italia, para ayudar a combatir el COVID-19.

Ahora nos enfrentamos a dos opciones: una es continuar con un sistema de atención médica basado en el mercado privado, donde la salud es un lujo, los ventiladores cuestan $50,000 cada uno, y ni siquiera están disponibles en un momento de alta necesidad. O podemos tomar otro camino, un camino socialista, donde la atención médica es gratuita, y está disponible para todas las personas.

Como dijo el Che Guevara, “Vale, pero millones de veces más la vida de un solo ser humano, que todas las propiedades del hombre más rico de la tierra.”

Related Articles

Back to top button