En el Día de la Tierra 2019, activistas contra la guerra en Albuquerque, Nuevo México se unieron para protestar contra el más grande de todos los contaminadores, el mayor delincuente y vándalo del medio ambiente en el mundo: el ejército de los Estados Unidos. Con 800 bases en más de 70 países, no hay mayor contaminante del aire, el agua y la tierra que el ejército.
Decenas de activistas y miembros de la comunidad se manifestaron en la puerta de la Base de la Fuerza Aérea de Kirtland, un bastión militar en expansión de 200,000 hectáreas en el sur de Albuquerque, irónicamente situado cerca de la “zona de guerra,” uno de los barrios más desfavorecidos económicamente de la ciudad.
El Pentágono y las industrias relacionadas con la guerra son responsables de destruir el entorno en donde se extienden sus tentáculos: mediante la guerra, ejercicios militares, pruebas de armas, contaminación injustificada y desperdicios. Albuquerque no es la excepción.
No muy por debajo del sitio de la manifestación del Día de la Tierra en Albuquerque, se encuentra la mayor contaminación de acuíferos en la historia de los EE. UU., causada por la Base Aérea de Kirtland (AFB por sus siglas en inglés), la cual nunca se ha limpiado. Una columna de combustible para aviones—mayor que el derrame de petróleo de Exxon Valdez—causada por una fuga continua de 45 años que comenzó en 1953 a la fecha sigue emitiendo tóxicos cancerígenos. Kirtland AFB sigue intentando minimizar los efectos de este derrame y se niega a asumir la responsabilidad por su abuso de la confianza pública. Este es solo un ejemplo de lo que sucede en todo el mundo cuando la máquina de guerra estadounidense lleva a cabo sus negocios sucios.
La activista y presentadora Karina Rodgers relató su experiencia en un “evento de divulgación pública” organizado por la Base Aérea de Kirtland y el Departamento de Medio Ambiente de Nuevo México. Cuando preguntó: “¿Por qué le tomó tanto tiempo al NMED y al KAFB comenzar a tratar el agua?,” Un portavoz de la Fuerza Aérea respondió de manera condescendiente: “La ciencia es complicada.”
La verdadera razón por la cual el combustible para aviones sigue contaminando a los residentes de Albuquerque no tiene nada que ver con ninguna “ciencia complicada,” sino con el hecho de que los ricos y poderosos del sistema económico capitalista de los Estados Unidos no operan sobre la base de la buena voluntad, y nunca pondrán las necesidades del planeta y de las personas por encima de las ganancias.
No hay mejor prueba de ello que los billones de dólares que gasta la clase dominante en el Pentágono, mientras que a su vez la cantidad destinada para el medio ambiente constituye una pequeña fracción de esta gigantesca suma.
Durante la protesta, un gran número de automovilistas expresaron su apoyo y entusiasta aprobación. Algunos se detuvieron y se unieron a la manifestación. Activistas del capítulo de Veteranos por la Paz en Albuquerque se amontonaron y se mantuvieron firmes contra una tormenta de lluvia que se aproximaba.
No fue solo el derrame de combustible de avión lo que llevó a los activistas del Día de la Tierra de Albuquerque a la Base Aérea de Kirtland. Los activistas también destacaron la necesidad de resistir los planes de la industria nuclear de convertir el sur de Nuevo México en una zona de sacrificio de desechos tóxicos al reubicar cada gota de desechos nucleares de alto nivel en el país, actuales y venideros, a este estado empobrecido.
El plan, propuesto por Holtec International y actualmente en proceso de revisión por parte de la Comisión Reguladora Nuclear, incentivaría la expansión de la energía nuclear como la alternativa libre de carbono de los combustibles fósiles, a costa de la energía solar y eólica, sobre la base de que las poblaciones podrían ser receptores de los beneficios de la energía nuclear sin tener que lidiar con los riesgos relacionados con el almacenamiento de residuos letales, !los cuáles serían procesados en el lejano Nuevo México! Algunos productos de desechos radiactivos de alto nivel no dejarán de ser peligrosos hasta después de cientos de miles o millones de años. Ningún sistema de tratamiento y gestión de residuos radiactivos actual es lo suficientemente sofisticado como para mantenerse en funcionamiento durante un millón de años. Entonces, cuando ocurran fugas, la industria nuclear quiere que sean las vidas de las comunidades pobres y en su mayoría indígenas y mexicoamericanos de Nuevo México con las que estarían jugando.
¡El racismo ambiental no podría ser más aparente!
Es el Pentágono y las industrias de guerra que merodean en todo el mundo defendiendo el “derecho” de las grandes corporaciones depredadoras y los bancos más grandes de sumir a la humanidad en una crisis ecológica en nombre de las ganancias a corto plazo. Es fundamental en esta fase de la historia mundial que el movimiento para salvar la Tierra desafíe deliberadamente el militarismo de las corporaciones, los bancos y los políticos capitalistas. Medio Ambiente, Militarismo, Nuevo México.