El 13 de marzo, el Senado del estado de Nuevo México, controlado por los demócratas, donde una considerable mayoría demócrata ejerce el poder, votó para defender la prohibición penal del aborto, de 50 años, del estado, desafiando un poderoso movimiento de base.
El Senado del estado, que tiene una mayoría demócrata de 26 a 16, rechazó el HB 51, un proyecto de ley que habría derogado la Ley de Aborto Penal de 1969 del estado que hace que el aborto sea un delito grave. Mientras la Ley de Aborto Penal no se ha aplicado desde 1973, cuando Roe v. Wade legalizó el aborto en todo el país, tampoco fue derogada.
La Corte Suprema, ahora en manos de una mayoría en contra del aborto, seguramente intentará derrocar a Roe, un escenario alarmante que ha enviado a activistas de base a casi la mitad del país luchando para eliminar tardíamente las prohibiciones a nivel estatal de la ley.
Un importante esfuerzo de base, en el que el Partido por el Socialismo y la Liberación desempeñó un papel importante, trató de derogar la prohibición del aborto anterior a Roe en Nuevo México durante la Sesión Legislativa de 2019.
Los resultados de las elecciones de mitad de 2018 consolidaron el control del Partido Demócrata sobre todos los cargos electos en todo el estado en Nuevo México. El mantra desde dentro del establecimiento liberal era que si todas las palancas del poder político del estado fueran entregadas a los demócratas, podrían impulsar una agenda progresiva, una agenda que uno asumiría incluye los derechos de las mujeres.
La eliminación de la ley estatal que prohíbe el aborto y anticipar un vuelco de Roe por parte del Tribunal Supremo parece ser una alta prioridad para un partido que reclama el manto de defensor de los derechos de las mujeres. La llamada “ola azul” le otorgó al Partido Demócrata el cargo de gobernador y grandes mayorías en ambas cámaras de la legislatura estatal. Ningún partido podría pedir un arreglo de poder político más favorable para hacer literalmente lo que quiera.
Sin embargo, un tercio de los senadores estatales del Partido Demócrata en Nuevo México votaron en contra de la HB 51, manteniendo la prohibición del aborto firmemente en su lugar. Poco se puede decir de los demócratas que lograron emitir un voto para derogar la prohibición, la mayoría de los cuales guardaron un silencio notable cuando más importaba, no querían gastar ni un centavo de capital político durante los meses polémicos de organización de base en todo el estado que precedieron a esta derrota legislativa.
El hecho de no derogar la prohibición del aborto en Nuevo México cuando tenían todo el poder para hacerlo dice mucho sobre la sustancia política de la “ola azul” y una vez más expone el compromiso irresoluto del Partido Demócrata con los derechos de las mujeres y su inclinación habitual a vender esos derechos a cambio de ganancias políticas a corto plazo, en este caso, los votos de los electores en contra del aborto en un pequeño número de distritos electorales en disputa.
El oportunismo del Partido Demócrata en Nuevo México no solo pone en peligro a millones de mujeres en el sudoeste, sino que también perjudica el impulso en otros estados donde las comunidades luchan por revocar prohibiciones similares. ¡La necesidad de construir un movimiento feminista independiente y militante vinculado a las calles en lugar del establecimiento “liberal” es más evidente que nunca!