La operación militar rusa en Ucrania pone de manifiesto que el mundo ha llegado a una peligrosa bifurcación. Es de vital importancia que la gente en Estados Unidos, la que obtiene gran parte de la información de los medios de comunicación burgueses que funcionan como una cámara de eco del gobierno, sepa que la crisis actual es el subproducto de un largo esfuerzo del Estado estadounidense para establecer una dominación absoluta en toda Europa. Su política tiene como objetivo socavar la seguridad de Rusia, rodeándola de misiles avanzados que pueden alcanzar objetivos rusos en menos de 10 minutos.
Durante los últimos tres meses, el gobierno ruso ha solicitado que se negocien los problemas de seguridad y, al mismo tiempo, ha desplegado tropas en las fronteras entre Rusia y Ucrania, y entre Ucrania y Bielorrusia. Putin anunció que Rusia intervendría militarmente en Ucrania después de que Estados Unidos y la OTAN rechazaron sus exigencias fundamentales: que Ucrania no se incorporara a la OTAN y que su territorio, que comparte una frontera de 1.200 millas con Rusia, no se utilice como base para misiles avanzados apuntando a Rusia.
En esencia, Putin y Rusia exigían que Ucrania fuera un país neutral, sin nunca ser un miembro de la OTAN. Fue precisamente a través del territorio de Ucrania que Rusia enfrentó la invasión nazi de la Segunda Guerra Mundial y otras anteriores de potencias occidentales. En la Segunda Guerra Mundial, cuando Ucrania y Rusia eran un solo país (la Unión Soviética), más de 27 millones de personas murieron resistiendo la invasión nazi.
En este momento crítico, es imperativo que el gobierno de Estados Unidos cambie su postura imprudente y provocadora de cercar a Rusia y expandir implacablemente la OTAN hacia el oriente. Desde la disolución de la Unión Soviética en 1991, Estados Unidos ha intentado incorporar a casi todos los antiguos aliados europeos soviéticos/rusos a la OTAN, la que es una alianza militar ofensiva.
Tras ver rechazadas todas sus demandas por parte de Estados Unidos y la OTAN, el gobierno ruso decidió invadir Ucrania. A partir de este momento, se están llevando a cabo importantes operaciones militares. El gobierno ruso ha dicho que no ocupará Ucrania, pero que pretende llevar a cabo la “desmilitarización” y “desnazificación” del país. No está claro qué significan realmente estos términos. En algunos segmentos del Estado ucraniano, en particular la policía y el ejército, existe una considerable influencia nazi. En la vida política de Ucrania, el poder de los grupos fascistas ha disminuido considerablemente en los últimos años y no ejercen influencia decisiva dentro de la administración del presidente Zelenskyy.
Estados Unidos y las potencias europeas han prometido imponer un régimen de sanciones totales a Rusia, aislando al país de la economía mundial y apuntando a sus industrias más vitales. Biden ha anunciado hoy una primera tanda de sanciones. Estas sanciones se dirigen a algunos de los mayores bancos y empresas de Rusia y están especialmente dirigidas a limitar su capacidad para acceder a las divisas y a los mercados de alta tecnología. Ya se han impuesto una serie de sanciones desde 2014, con la incorporación de Crimea a Rusia tras el golpe de Estado respaldado por Estados Unidos en Kiev. Es probable que sigan más medidas. En conjunto, los acontecimientos de los dos últimos días constituyen una ruptura profunda e histórica del orden geopolítico existente y tendrán consecuencias en cascada durante los próximos años.
Una tragedia evitable
Los mortíferos combates que se libran actualmente en Ucrania son una tragedia. En cualquier guerra, la clase trabajadora de las naciones implicadas es la que se lleva la peor parte de las dificultades y el sufrimiento. Desde 1922 hasta la disolución de la Unión Soviética, los pueblos de Ucrania y Rusia vivieron en paz. Fueron socios en una economía planificada socialista y juntos derrotaron la invasión fascista nazi de 1941 a costa de 27 millones de vidas soviéticas. La contrarrevolución dirigida por la burguesía que disolvió la Unión Soviética separó a los pueblos y las repúblicas. La animadversión y la hostilidad que siguieron fueron el resultado previsible del fin del socialismo y el comienzo de la competencia capitalista.
Aunque no apoyamos la invasión rusa, reservamos nuestra más fuerte condena al gobierno de Estados Unidos, que rechazó las legítimas preocupaciones de Rusia en materia de seguridad en la región, con una intransigencia total sabiendo que podía provocar esa guerra. Esta es la consecuencia de décadas de intimidación y humillación de Estados Unidos y la OTAN a Rusia. El Partido por el Socialismo y la Liberación exige que el gobierno de Estados Unidos y sus aliados de la alianza militar imperialista de la OTAN cesen inmediatamente su comportamiento provocador destinado a agravar la crisis y ofrezcan garantías de seguridad que puedan ser la base del restablecimiento de la paz, cuya piedra angular debe ser el compromiso de poner fin a la expansión de la OTAN. Esto es lo que puede traer alivio al pueblo de Ucrania.
Una situación altamente explosiva se ha desarrollado en Europa del Este no sólo en las últimas semanas y meses, sino desde hace muchos años. Lo que ocurrió anoche y la terrible violencia que se desató eran evitables, pero las decisiones tomadas por las potencias de la OTAN en cada coyuntura clave desde el final de la Guerra Fría colocaron a la región en un curso de colisión que estaba destinado a llegar a un punto crítico tarde o temprano.
Desde la desintegración de la Unión Soviética y el campo socialista de Europa del Este, la alianza militar imperialista de la OTAN se ha expandido constantemente hacia el este, absorbiendo 14 estados anteriormente socialistas entre 1999 y 2020. Tres de estos países: Letonia, Lituania y Estonia, eran antiguas repúblicas de la propia Unión Soviética. En 2008, estalló una guerra entre Rusia y Georgia, aliada de Occidente, después de que las fuerzas georgianas atacaran la región separatista prorrusa de Osetia del Sur.
En 2014, se produjo en Ucrania un golpe de Estado apoyado por Occidente que sustituyó al gobierno neutral de Víktor Yanukóvich por un gobierno decididamente antirruso. Este golpe creó las condiciones previas esenciales para la crisis y la guerra actuales. No fue algo que surgió de la nada en los últimos meses. Bajo la administración Trump, Estados Unidos se retiró del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio y del Tratado de Cielos Abiertos, que eran piedras angulares de la arquitectura de control de armas de Europa.
Las acciones en otras partes del mundo agravaron las tensiones. En 2011, la OTAN llevó a cabo la destrucción de Libia basándose en la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU, que Rusia permitió que se aprobara basándose en las falsas garantías de Occidente de que no se utilizaría para justificar una operación de cambio de régimen. Por la misma época, estalló una guerra civil en Siria, un estrecho aliado de Rusia. Rusia intervino militarmente en Siria para impedir que las fuerzas fundamentalistas reaccionarias respaldadas por Estados Unidos se hicieran con el control del país.
Un punto de inflexión en la política mundial
El discurso pronunciado anoche por Vladimir Putin para anunciar la invasión dejó claro que estaba preparado para una confrontación intensa y a largo plazo con Occidente. Empezando por el bombardeo de Yugoslavia por parte de la OTAN en 1999, Putin enumeró una letanía de acciones agresivas por parte de Occidente e hizo un llamamiento a todos los segmentos de la sociedad rusa, militares y no militares, para que pongan de su parte en la próxima movilización, que sin duda implicará una profunda agitación económica dentro de Rusia. La intención de Putin parece ser la de cambiar el equilibrio de fuerzas en Europa y cambiar el rumbo geopolítico con una gran intervención militar.
La difícil situación de los rusos étnicos, especialmente los de la región de Donbás, en el este de Ucrania, fue un factor importante en el discurso pronunciado por Putin, que estaba dirigido al público ruso. En los últimos días, Putin ha manifestado su oposición a la política soviética sobre las nacionalidades y considera que la creación de la Ucrania moderna fue un grave error de Vladimir Lenin. Como señaló el PSL en su declaración del 22 de febrero:
“La política promovida por Lenin fue la piedra angular que mantuvo relaciones pacíficas y unidad entre los pueblos de la Unión Soviética desde la Revolución Rusa hasta el comienzo del colapso de la URSS. Al organizar el nuevo Estado socialista según las líneas del derecho de autodeterminación, Lenin estaba asestando un golpe a lo que se denominó el ‘chovinismo de la Gran Rusia’: la dominación del Estado ruso y de la nacionalidad rusa en el territorio del imperio recién derrocado. Junto con la transferencia administrativa de territorios, la política leninista era una forma de garantizar que los pueblos del recién formado Estado socialista pudieran convivir en paz e igualdad, sustituyendo la brutal dominación característica del régimen del Zar. El principio de autodeterminación sentó las bases de la unidad multinacional, constituyendo los fundamentos de los grandes éxitos de la Unión Soviética; por ejemplo, los 4,5 millones de ucranianos lucharon junto a los rusos para derrotar al fascismo en la Segunda Guerra Mundial”.
No hay ninguna garantía de que el esfuerzo de Rusia por invertir la situación geopolítica a su favor tenga éxito. Hasta ahora, los acontecimientos de los últimos días han permitido al imperialismo estadounidense asegurarse objetivos clave. El crítico gasoducto NordStream 2, que habría llevado cantidades masivas de gas ruso al mercado europeo, ya no sigue adelante. Las tropas de la OTAN han inundado y seguirán inundando los miembros de la alianza de Europa del Este, incluyendo a los países bálticos que comparten frontera con Rusia. Hoy mismo, el Pentágono ha anunciado el envío de 7.000 soldados adicionales a Europa. Aunque Rusia tiene el claro objetivo de instalar un gobierno amigo en Kiev, el apoyo público dentro de Ucrania a la pertenencia del país a la OTAN, que nunca ha sido una posición completamente dominante, aumentará sin duda tras la invasión.
El conflicto que está estallando actualmente en Ucrania y que se extiende por toda la región y el mundo entero es enormemente peligroso. Las acciones imprudentes y provocadoras del gobierno de Estados Unidos y sus aliados deben cesar inmediatamente. La guerra económica que se está desatando contra Rusia, que afectará sobre todo a la clase trabajadora del país, no hará más que agravar la crisis, al igual que el despliegue de tropas en cualquier lugar de Europa.
Reconocer que Rusia tiene preocupaciones legítimas en materia de seguridad no requiere aprobar todas sus acciones militares, ni la sugerencia de Putin de que Ucrania no tiene base para existir como país independiente, ni sus estrategias geopolíticas más amplias. El papel del movimiento antibélico estadounidense no es seguir la línea de los países en conflicto con el imperialismo estadounidense, sino presentar un programa independiente de paz y solidaridad y antiimperialismo.
La amenaza de la guerra sólo puede ser derrotada mediante la solidaridad internacional entre los pueblos del mundo y una lucha decidida contra el imperialismo estadounidense.