Las medidas provisionales anunciadas hoy por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en el caso presentado por Sudáfrica contra Israel han reconocido la espantosa violencia y retórica genocida dirigida por el régimen israelí contra los palestinos, ratificando oficialmente la realidad de lo que está ocurriendo en un órgano del derecho internacional. Al mismo tiempo, la Corte no estuvo a la altura de las expectativas de los pueblos del mundo que han estado exigiendo en masa un alto el fuego inmediato.
La CIJ ordenó que “El Estado de Israel… tomará todas las medidas a su alcance para prevenir todos los actos comprendidos en el ámbito del artículo II de esta Convención [sobre la Prevención y Sanción del Delito del Genocidio], en particular: matar a miembros del grupo [palestinos], causar daños físicos o mentales graves a miembros del grupo; infligir deliberadamente al grupo condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física total o parcial; e imponer medidas destinadas a prevenir nacimientos dentro del grupo”.
El Tribunal también ordenó que Israel “prevenga y castigue la incitación directa y pública a cometer genocidio en relación con miembros del grupo palestino en la Franja de Gaza” y “permita la prestación de servicios básicos y asistencia humanitaria urgentemente necesarios para abordar las adversas condiciones de vida que enfrentan los palestinos en la Franja de Gaza”. Las medidas provisorias de la CIJ también incluyeron la prohibición de destruir pruebas de que se ha cometido genocidio y una orden que Israel entregue un informe en un mes a la Corte sobre las medidas que ha adoptado para cumplir con la sentencia.
Tras el anuncio de la CIJ, la Ministra de Relaciones Exteriores de Sudáfrica, Naledi Pandor, señaló que “hubiera querido que la palabra ‘cese’ se incluyera en la sentencia”, pero que está “satisfecha con las directivas que se han dado”. Añadiendo que una lectura detallada de la sentencia da cuenta de que efectivamente es un llamado de facto al cese al fuego, puesto que “en el ejercicio de la orden tendría que haber un cese al fuego”. Esta será, sin duda, la línea de argumentación que Sudáfrica y muchas otras naciones seguirán en las próximas semanas para exigir a Israel tomar responsabilidad ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
Al no ordenar un alto absoluto al ataque de la maquinaria de guerra israelí en Gaza, la CIJ está actuando con un doble estándar. Cuando Ucrania llevó a Rusia ante la Corte por cargos de genocidio, la CIJ emitió medidas preliminares en marzo del 2022 que establecían que Rusia debía “suspender inmediatamente las operaciones militares que inició el 24 de febrero de 2022 en el territorio de Ucrania”. La muerte de ucranianos, abrumadoramente soldados involucrados en combate, no civiles como es el caso en Gaza, fue tratada con mucha más urgencia que la muerte de civiles palestinos. Como institución, las prioridades de la CIJ reflejan los intereses estratégicos de las potencias imperialistas que dominan la política mundial.
Diecisiete jueces de diferentes países presidieron el juicio por genocidio, pero la presidenta de la CIJ, Joan Donoghue, es de Estados Unidos. Antes de unirse a la corte en el 2010, Donoghue era una funcionaria de alto rango del Departamento de Estado. Como jueza titular estuvo en una posición privilegiada para dar forma a las medidas provisionales y evitar la inclusión de un alto al fuego.
Si bien todo será cuestión de la implementación de las medidas, las otras medidas provisionales no contradicen particularmente los intereses del imperialismo estadounidense. La resistencia del pueblo palestino y la fuerza del movimiento de solidaridad global ha dado pie a serias contradicciones entre los gobiernos de Estados Unidos e Israel. El sector más a la derecha de la clase dominante israelí está decidida a continuar con su guerra de aniquilación en Gaza a toda costa y recolonizar el área. Sin embargo, la total brutalidad exhibida está teniendo un efecto profundamente desacreditador y aislador en la posición internacional del imperio estadounidense. A su vez está causando serios problemas políticos internos a la administración de Biden, especialmente a medida que se agudiza la campaña electoral presidencial. Una guerra prolongada y de menor intensidad en la que Israel realice redadas rutinarias e inflija terror a la población palestina sin la espectacular y devastadora campaña de bombardeos que ha horrorizado al mundo puede ser la mejor opción para la administración Biden.
Estados Unidos aislado – el mundo apoya a Palestina
A pesar de la ausencia de lenguaje referido a un alto al fuego, el hecho de que la corte considere que la situación en Gaza es lo suficientemente grave como para emitir medidas provisionales de emergencia de cualquier tipo en un caso de genocidio contra Israel es tremendamente vergonzante para el imperio estadounidense. El gobierno de Estados Unidos es el principal patrocinador y protector de Israel. Israel se percibe en todo el mundo, y con justa razón, como una extensión del poder imperial estadounidense, y cualquier fallo que implique que Israel cometió crímenes de lesa humanidad también involucra a Estados Unidos.
Cuando es funcional a sus intereses, el gobierno de EE. UU. le encanta dar lecciones al mundo sobre derecho internacional. Por ejemplo, durante la controversia del año pasado cuando un supuesto “globo espía” chino sobrevoló Estados Unidos, el Secretario de Estado Blinken le dijo a su homólogo Wang Yi que se trataba de “una clara violación del derecho internacional”. Si un simple globo es suficiente para hacer sonar las alarmas en Washington sobre una violación del derecho internacional, ¿qué pasa con el asesinato de 12,000 niños y niñas? La hipocresía es indescriptible.
La opinión pública internacional respalda firmemente la lucha por la libertad del pueblo palestino. Esto es así principalmente en el Sur Global, pero también dentro de Estados Unidos y otros países que históricamente han sido patrocinadores de Israel. Los gobiernos de todo el mundo, incluidos los que suelen estar en el mismo lado que el imperialismo estadounidense, se sienten obligados a pronunciarse sobre las atrocidades estadounidenses e israelíes en Gaza. La admirable decisión de Sudáfrica de llevar a Israel ante los tribunales internacionales por genocidio de las y los gazatíes refleja la opinión de la inmensa mayoría de la humanidad.
El sistema de derecho internacional vigente refleja un orden mundial dominado por las grandes potencias imperialistas. Por tanto, no existe un claro mecanismo de aplicación de la ley cuando se trata de enfrentar las violaciones cometidas por esas potencias imperiales o sus aliados. Cuando el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución en 2011 contra el entonces gobierno de Libia liderado por Muammar Gaddafi, la OTAN la hizo cumplir bombardeando el país hasta dejar solo escombros. Pero cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas votó abrumadoramente el mes pasado a favor de una resolución que apoyaba un alto al fuego, como era de esperar, no hubo una alianza militar imperialista que se pusiera en acción para forzar su implementación.
El fallo inicial de la CIJ es un acontecimiento político importante. Pero depende del movimiento popular mundial poner fin de una vez por todas al genocidio en Gaza. La firmeza del pueblo palestino combinada con la solidaridad internacional es la receta clave para la victoria.
Biden también es culpable de genocidio
Joe Biden también merece ser juzgado. A medida que avanza el genocidio, todos los días continúa la transferencia masiva de armas y municiones a la maquinaria de guerra israelí. Las bombas y misiles que llueven sobre hospitales, escuelas y vecindarios residenciales palestinos se fabrican en EE. UU. y son entregados por aviones de combate estadounidenses.
Junto con el poderío militar de Estados Unidos, el régimen israelí también depende del apoyo diplomático estadounidense para llevar a cabo sus crímenes. Dos veces ya Estados Unidos ha abusado de su poder de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para bloquear resoluciones vinculantes a favor de un alto al fuego, primero el 8 de diciembre, y luego nuevamente el 22 de diciembre. En todos los foros internacionales, Israel puede confiar en que Estados Unidos excuse sus crímenes de guerra como actos de legítima defensa.
Biden es un participante en este genocidio. Si bien puede tener diferencias tácticas con Netanyahu, sigue siendo cómplice y, de facto, artífice de uno de los crímenes más graves del siglo XXI. Aquí en Estados Unidos y en todo el mundo, la lucha del pueblo continuará hasta que termine el genocidio en Gaza, hasta que Palestina sea libre y los criminales de guerra sean llevados ante la justicia.