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Declaración del PSL — Elecciones legislativas: El pueblo rechaza el programa de la derecha

Las esperanzas de la derecha de una marea roja que les entregase la mayoría en el Congreso y control de mayores escaños gubernamentales no se materializó. Los votos en algunas partes del país aún están siendo contados, y resultados continúan siendo reportados, sin embargo, hasta el momento una cosa queda en claro: hay un gran sector de la sociedad estadounidense que está decidido a oponerse a la extrema derecha. 

En Pensilvania, el candidato a la gobernación de extrema derecha Doug Mastriano fue derrotado por su oponente demócrata con 56 a 42, un estado que Biden ganó el 2020 por solo un punto porcentual. En Georgia, un estado tradicionalmente republicano, el senador Raphael Warnock tiene la ventaja entrando a la segunda vuelta contra el candidato Herschel Walker, quien cuenta con el respaldo de Trump. Los resultados de Walker están ocho puntos por debajo de lo que obtuvo el candidato republicano Brian Kemp – sin duda un candidato de derecha, pero uno que públicamente se posiciona como oponente a Trump y a la extrema derecha. Una tendencia similar puede observarse en Ohio, donde J. D. Vance, otro candidato de extrema derecha respaldado por Trump, está en la delantera solo con un margen de seis puntos –mucho menor a la victoria del gobernador republicano Mike DeWine quien arrasó  con 26 puntos de diferencia. En New Hampshire, el General de extrema derecha Don Bolduc fue derrotado por la demócrata Maggie Hassan con 54 a 45 . 

Los republicanos están rumbo hacia una mayoría muy estrecha, incluso de hasta menos de diez representantes, en la Cámara baja. Esta no es la “mayoría en el gobierno” esperada por los líderes del partido republicano, a pesar de la ventaja que recibieron de los distritos manipulados por gerrymandering o manipulación de las circunscripciones electorales de un territorio, que hicieron algunas de sus victorias ineludibles.

Asimismo, las campañas racistas sobre el “crimen” diseñadas para sembrar el miedo no tuvieron los resultados esperados. 

No obstante, el signo más claro de que millones de personas a lo largo del país están decididas a oponerse a la extrema derecha se puede visualizar en los cinco referéndums sobre el aborto que se llevaron a cabo en estas elecciones. En Kentucky y Montana, los votantes rechazaron las iniciativas derechistas antiaborto, a pesar de que son clasificados por expertos de la clase dominante como “estados rojos” y que ineludiblemente están controlados por reaccionarios. Además, tres estados aprobaron decisivamente enmiendas constitucionales para garantizar el derecho al aborto: Michigan con un margen de 14 puntos, California con 30 puntos pocentuales y Vermont con 54. 

Es preciso señalar que otras medidas que se votaron también constituyen una esperanza.  En Illinois, alrededor de 59 por ciento de los votantes apoyaron un referéndum para enmendar la constitución del estado para prohibir leyes antisindicales conocidas como “right to work laws” o “derecho a trabajar”. En Massachusetts, los votantes aprobaron una medida para imponer un nuevo impuesto a los millonarios, y en Dakota del Sur un voto para expandir el acceso a Asistencia Médica Pública ganó con 56 por ciento del voto.   

Estas victorias fueron posibles no solo gracias a las decenas de millones de personas que votaron el día de las elecciones, sino también gracias al gran número de personas que se organizaron y trabajaron como voluntarios en campañas que lograron derrotar las fuerzas opulentamente financiadas de la derecha. Son un ejemplo del tipo de lucha de base incesante que se necesita  a nivel nacional. 

Por otro lado, los resultados de las elecciones representan un golpe significativo al poder político de Donald Trump, quien usó las elecciones para llamar la atención a sí mismo y vengarse de sus oponentes dentro del Partido Republicano. En un artículo titulado “Trump es el más grande perdedor del Partido Republicano”, la junta editorial del Wall Street Journal – vocero de la clase dominante de derecha– argumentó que “El señor Trump estropeó las elecciones del 2022, y esto podría darles el Senado al los demócratas por otros dos años. El señor Trump tuvo victorias legislativas como presidente, incluyendo recortes tributarios y medidas desreguladoras, pero ha llevado a los republicanos de un fiasco político a otro”. Cabe destacar que, Ron DeSantis está emergiendo como una figura alternativa posible a la extrema derecha y al Partido Republicano en general. 

 A pesar de que los republicanos se quedaron decepcionados y los demócratas pueden respirar tranquilos, es notable que el Partido Demócrata no tuvo un desempeño mejor considerando lo poco populares que son las políticas de la derecha. A la merced de Wall Street y los intereses de los grandes empresarios, los demócratas no estuvieron dispuestos a articular una agenda propia en cuanto a la economía, cediendo este terreno a los republicanos en vez de proponer un plan en pos de las y los trabajadores para enfrentar la inflación y exponer que ha sido la codicia de las empresas y no los programas sociales para ayudar a la clase trabajadora, la que ha llevado a que los precios se disparen. Los demócratas no hicieron casi mención respecto a la economía, y no mostraron ninguna voluntad de luchar por las reformas progresistas de su propio programa, como el Plan para las Familias Americanas. Si el Partido Demócrata hubiera empujado la expansión del programa social Build Back Better en lugar de ceder a las presiones  de quienes se inclinan más a la derecha de su partido, hubieran mejorado significativamente su popularidad. A pesar de que aseguraron victorias a corto plazo con la promoción de varios candidatos de extrema derecha considerados “más derrotables”, esta estrategia le dio visibilidad a esos candidatos, una plataforma pública masiva durante la campaña, y por ende, una oportunidad para afectar la conciencia pública.  

Que los republicanos hayan fracasado frente a un oponente tan patético deja en evidencia lo repugnante que es su política para un gran sector de la sociedad estadounidense.

Por otra parte, es necesario tomar en consideración la naturaleza compleja y variable del sistema electoral estadounidense. En efecto, los resultados podrían entenderse como que la población estadounidense es menos progresista de lo que realmente es. El mismo Senado es un ejemplo de esto. El martes, las personas en California e Idaho fueron a las urnas para votar por sus senadores. Idaho tiene una población de 1.9 millones de personas y California de 39.2 millones, sin embargo, ambos estados están igualmente representados con dos escaños. En la Cámara de Representantes, los distritos congresionales están delimitados con tanta manipulación que los resultados en la gran mayoría de ellos nunca están en duda y la derecha tiene una ventaja importante.

La manipulación de los mapas de distritos congresionales tiene un carácter profundamente racista. Las comunidades oprimidas incluyendo la negra y la latina están concentradas en algunos de estos y diluidas en otros para minimizar su representación. Además, a esto se le agrega la supresión electoral racista, ambas constituyen antiguas medidas implementadas como parte de la ola de legislaciones aprobadas en años recientes por gobiernos estatales dominados por la derecha. 

La gran cantidad de personas que rechazan la agenda de la extrema derecha pueden ser movilizadas para luchar y terminar con este sistema opresivo, irracional y antidemocrático. Las elecciones constituirán indicadores en esta batalla, pero la lucha solo se ganará con los millones de personas luchando en las calles que estén dispuestas a defender los derechos democráticos y construir una sociedad completamente nueva.

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