Foto: Marco Verch
Al centro del orden internacional económico que permite que los capitalistas estadounidenses dominen a todo el mundo y acumulen enormes riquezas se encuentra su propia moneda. Cuando un gobierno o una empresa en algún país compra mercancías esenciales como petróleo, trigo, o microchips que vienen de otro país es probable que estén realizando el pago en dólares. En las cuentas de bancos centrales alrededor del mundo, los gobiernos mantienen la mayoría de sus valiosas reservas monetarias en dólares.
La “desdolarización” es un gran tema de debate a medida que más y más países buscan una alternativa a este sistema monetario mundial sumamente desigual. Mucho de esto se ha centrado alrededor de propuestas para que el bloque de BRICS, Brasil, Rusia, India y Sudáfrica presenten su una nueva moneda para el comercio mundial que pueda competir con el dólar. Pero por ahora, esto sigue siendo una posibilidad, no una realidad.
El hecho de que el dólar domine como la “reserva monetaria mundial” es un gran logro de Washington y Wall Street. ¿Cómo lo hicieron?
Caos en el comercio mundial capitalista
Hoy en día, las principales instituciones internacionales,como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI), y las monedas con “libre flotación” que tienen valores determinados por el mercado existen para estabilizar el capitalismo mundial en pos de los grandes bancos cuando el sistema es víctima de su propio ciclo de auge y caída. Pero no existían antes del fin de la segunda guerra mundial.
Antes del ascenso del dólar, la libra esterlina fue la moneda elegida para las transacciones internacionales. Sin embargo, con el inicio de la Gran Depresión los poderes capitalistas empezaron a competir el uno con el otro, cada quien esperando maquinar la recuperación de su propia economía en detrimento de las demás.
En efecto, intencionalmente llevaron a cabo políticas que redujeron el valor de su propia moneda para impulsar las exportaciones y estimular la actividad económica. Las empresas en países con monedas más valiosas tienen un incentivo para comprar mercancías producidas en países que tienen monedas menos valiosas ya que es más barato. Pero esto solamente contribuyó a crear un ciclo donde cada país intentó subcontratar a los otros efectuando pérdidas de valor de su moneda más y más grandes. Gran Bretaña hasta dejó de relacionar el valor de su moneda al valor del oro, el “patrón oro”en 1931. Esto empeoró la inflación e intensificó la Depresión.
Los acuerdos de Bretton Woods
El inicio de la segunda guerra mundial fragmentó aún más a la economía mundial. A medida que la guerra se acercaba a su fin, las potencias ganadoras comenzaron una serie de debates y cumbres para decidir la configuración del mundo en la posguerra.
Los Estados Unidos estaban en una posición única para dominar este proceso porque fueron la única potencia capitalista que no fue destruida por la guerra. Mientras que ciudades alrededor de Europa y de Asia quedaron en ruinas, los EE.UU. estaban aislados de la devastación gracias a los océanos Atlántico y Pacífico, y su capacidad de producción industrial fue incomparable. Dado a su estatus relativamente seguro, durante la guerra un porcentaje más y más grande de las reservas mundiales de oro fueron transferidas a los EE.UU. llegando eventualmente al 75 por ciento del total mundial.
En lugar de imponer una política punitiva en contra de los imperios rivales que derrotó, el gobierno estadounidense buscó revivir a todas las potencias imperialistas del mundo y unirlas bajo el liderazgo de Washington. De esta manera, los principales países capitalistas podrían colaborar para detener a las revoluciones socialistas, en vez irse a guerra para tomar las colonias de los otros, lo cual aumentó la probabilidad de revoluciones socialistas. En cuanto al frente diplomático y militar, esto se logró gracias a instituciones como las Naciones Unidas y la OTAN. Económicamente, esta estrategia se llevó a cabo con el Banco Mundial, el FMI y el nuevo estatus del dólar como la reserva monetaria mundial.
Lo anterior fue decidido en un hotel de lujo en New Hampshire. En la localidad de Bretton Woods, delegados de más de 40 países se reunieron en julio de 1944 para una cumbre. Mientras que si asistieron negociadores de algunos países de África, Asia y Latinoamérica, los EE.UU y Gran Bretaña se hicieron cargo. Una de las comisiones de la cumbre presentó como se configuraría el FMI y fue dirigida por el principal negociador estadounidense Henry Dexter White. Otra comisión que creó el Banco Mundial fue dirigida por el economista britanico John Maynard Keynes. Cuando las instituciones finalmente fueron creadas, un acuerdo informal entre los imperialistas preservó este arreglo antidemocrático, pero al revés: El Banco Mundial siempre sería dirigido por un estadounidense, y el FMI siempre sería dirigido por un europeo.
Además de la creación del FMI y el Banco Mundial, los acuerdos de Bretton Woods decidieron calcular el valor de todas las demás monedas frente al dólar. En vez de acumular oro que se pudiese intercambiar por su propia moneda nacional, ahora los países acumularían reservas de dólares estadounidenses. El dólar, a su vez, tendría el valor de 1/35 de una onza de oro. Solo los EE.UU. con sus grandes reservas de oro podían garantizar que cualquiera que quisiera intercambiar billetes por este mineral precioso lo podría hacer.
A pesar de que una serie de problemas económicos y el costo financiero de la Guerra de Vietnam forzó al gobierno estadounidense a abandonar el patrón oro en 1971, el dominio de su moneda persistió. Ya se había establecido una orden comercial y financiero basado en el estatus de reserva mundial del dólar.
La dictadura del dólar
Hoy en día, el poder del imperio estadounidense es lo único que le da su valor al dólar, en vez de su convertibilidad al oro. Y lo opuesto también es cierto: La autoridad del gobierno estadounidense sobre el resto del planeta se ejerce en gran parte con el poder del dólar.
La Reserva Federal es la única entidad en el mundo que puede imprimir dólares,que puede declarar la moneda más valiosa del mundo. Si los demás países imprimen enormes cantidades de sus propias monedas nacionales, bajará su valor frente al dólar. Pero como cada país necesita dólares estadounidenses, la demanda del dólar se mantiene relativamente alta en casi cualquier situación, lo que ayuda a compensar cualquier disminución en su valor que se pudieron causar a raíz de gastos masivos. Este poder de gastar mucho más allá de los ingresos reales del gobierno se usa para financiar el enorme presupuesto de guerra del Pentágono y para proveer rescates periódicos de proporciones épicas a los grandes bancos y otros gigantes empresariales durante periodos de crisis.
El tipo de interés que tiene que pagar el gobierno de los EE.UU. sobre su endeudamiento se mantiene gracias al estatus de reserva mundial del dólar. El gobierno toma prestado el dinero con el uso de bonos del Departamento del Tesoro. Las entidades que compran bonos del Tesoro pagan una cantidad de dinero por adelantado, y luego se les paga esa cantidad junto con intereses durante un tiempo determinado. Una de las entidades que compran estos bonos son los gobiernos de otros países, los que mantienen una gran parte de sus reservas en bonos del Tesoro. Estos países necesitan dólares para poder participar en el mercado mundial, y el Departamento del Tesoro lo sabe. Entonces el gobierno estadounidense puede ofrecerles tipos de interés relativamente bajos, y los otros países los comprarán igual.
Finalmente, las sanciones han surgido como un arma fundamental del imperio estadounidense, y su eficacia se basa en el sistema financiero mundial dominado por el dólar. La mayoría de las transacciones financieras entre dos países pasan por bancos intermediarios que tienen cuentas con la Reserva Federal estadounidense y que gracias a eso tienen acceso a dólares. Si el gobierno estadounidense le impone sanciones a un país o a una institución, entonces los bancos intermediarios no pueden obtener dólares para facilitar transacciones que involucran a las entidades sancionadas. Casi cualquier tipo de pago internacional debe pasar por la Reserva Federal o Wall Street de alguna manera, y el gobierno estadounidense puede expulsar a cualquier país que desafíe su poder sobre el mundo.
Considerando todas estas injustas ventajas aseguradas por la clase capitalista estadounidense mediante su moneda dominante, no es de extrañar que cada vez son más numerosas las peticiones alrededor del mundo para que se lleve a cabo la desdolarización. Pero este descontento se puede arraigar en diferentes lugares. Para las otras clases capitalistas alrededor del mundo, su oposición al dólar estadounidense está arraigada en su deseo de que sus propios bancos centrales y empresas compitan en condiciones de igualdad. Destronar el dólar sería un golpe para el estatus mundial del imperio estadounidense, y consecuentemente mejoraría la situación de la gente pobre y oprimida del mundo, incluyendo aquellos que viven dentro de los EE.UU. Pero la moneda no ha de confundirse con el sistema de producción capitalista en sí. Para la clase obrera internacional, el objetivo no solamente es deshacernos de la dictadura del dólar, sino de las relaciones de explotación que el dólar representa.