El 31 de mayo, casi mil trabajadores de Amazon se fueron en huelga en Seattle para reunirse en la sede de la compañía y hablar en contra de una variedad de políticas de la compañía. Fueron acompañados por cientos de trabajadores más de Amazon en todo el mundo. La acción demuestra el descontento y la frustración generalizados entre los empleados.
La huelga fue organizada conjuntamente por la organización Amazon Employees for Climate Justice (AECJ) y los líderes de Remote Advocacy, una comunidad de empleados de Amazon formada en respuesta a la política obligatoria de regreso a la oficina de la compañía. Una de las demandas de los trabajadores es que Amazon haga más para reducir sus emisiones de carbono. Amazon recientemente abandonó su política de “Shipment Zero”, su compromiso de hacer que el 50% de sus envíos sean neutros en carbono para 2030. Discretamente eliminó el anuncio de esta promesa de su sitio web. Shipment Zero fue una parte clave de la Promesa Climática más amplia que hizo la compañía.
AECJ lideró previamente una huelga en el 2019 con la demanda de que Amazon alcanzara cero emisiones de carbono para el 2030. Meses después, dos líderes de la AECJ fueron despedidos después de solicitar a la empresa mejores medidas de seguridad COVID-19 en sus almacenes. La Junta Nacional de Relaciones Laborales determinó que los despidos constituían represalias ilegales, y Amazon se vio obligada a reinstalar a los empleados con pagos atrasados.
Los trabajadores también están pidiendo que Amazon revierta su mandato de regreso a la oficina, que requiere que los trabajadores trabajen desde la oficina tres días a la semana. El mandato es un reverso directo de la política de la empresa en cuanto al trabajo remoto en los últimos años. Anteriormente, la compañía dejaba los arreglos de trabajo a discreción de los gerentes de equipo. Amazon anunció su política de regreso a la oficina en febrero, pero ofreció pocos detalles específicos hasta semanas antes de que entrara en vigencia.
La ira que muchos sienten por la política se profundizó por su implementación apresurada y enérgica. Muchos edificios de oficinas no estaban preparados adecuadamente, y los empleados que fueron contratados durante la pandemia a menudo se encontraron sin escritorios para trabajar. Los empleados que habían sido contratados para hacer trabajo remoto encontraron sus acuerdos rescindidos. A algunos se les asignaron oficinas en ciudades en las que no vivían. Rara vez se han aprobado exenciones por motivos de discapacidad, salud y familia.
Los manifestantes también señalaron las emisiones de carbono causadas por su viaje diario como un punto de superposición entre las demandas climáticas y el regreso a la oficina. Pero más allá de las causas inmediatas de la huelga, hay un patrón de larga data de la alta gerencia de no respetar a los trabajadores ni tomar en serio sus preocupaciones. Por ejemplo, en el 2022, los empleados de Amazon lideraron una campaña para que Amazon eliminara los libros y otros medios anti-LGBTQ, racistas y sexistas de su mercado. A pesar de que el discurso de odio está prohibido por las propias pautas de contenido de la compañía, la alta gerencia desestimó la petición.
Un trabajador de Amazon, que pidió permanecer en el anonimato, dijo que esto es parte de un momento más amplio en el movimiento laboral: “Está el RTO [regreso a la oficina], pero también ha habido oleadas de despidos durante los últimos seis meses. Así que las compañías tecnológicas realmente están tratando de reducir costos y la forma más fácil de hacerlo es disciplinar a los trabajadores”.
Pero acciones como esta no son suficientes, nos dijo: “Creo que es genial que los empleados estén haciendo activismo en el trabajo, pero una cosa que deben tener en cuenta es el resurgimiento del movimiento sindical en los Estados Unidos. Estas son grandes demandas, pero la única forma en que vamos a cumplirlas es sindicalizándonos”.