Foto: El presidente de Argentina, Javier Milei. Crédito: Mídia NINJA (CC BY 4.0 Deed)
El 24 de enero, 1.5 millones de argentinos salieron a las calles en una huelga general organizada por la Confederación General del Trabajo, las dos Centrales Obreras Argentinas (CTA de los Trabajadores y CTA Autónoma), organizaciones populares, organizaciones de derechos humanos, partidos políticos y trabajadores y trabajadoras de casi todas las industrias. Las movilizaciones fueron una respuesta a dos leyes presentadas por la administración del presidente Javier Milei el diciembre pasado: el Decreto de Necesidad y Urgencia y la Ley Ómnibus. De ser implementadas, ambas leyes no solo serían desastrosas para la clase trabajadora argentina, sino que podrían abrir la puerta a que otros gobiernos de ultraderecha de la región repliquen tales medidas e impongan su propia terapia de shock hiperneoliberal.
Milei: La nueva cara del populismo de ultraderecha en América Latina
Como todos los populistas ultraderechistas, Milei —un libertario autodefinido, admirador de Milton Friedman y economista— llegó al poder con una plataforma de retórica descarada e incendiaria, narrativas de la guerra cultural y vagas políticas antigubernamentales. Su teatralidad durante la campaña incluyó blandir una motosierra en apariciones públicas para mostrar su compromiso de “talar” la casta política del país (la motosierra también es un símbolo apto para un candidato que ha declarado el ambientalismo como parte de una agenda “posmarxista”) e incluso llamó la atención del Partido Republicano de Estados Unidos. Más allá de la retórica, desde que asumió el cargo el 10 de diciembre del 2023, Milei ha seguido el manual neoliberal de ultraderecha al pie de la letra.
En cuanto a relaciones exteriores, Milei se ha aliado con las potencias imperiales, ha aislado a Argentina de todos los gobiernos progresistas y ha cortejado el favor del sector financiero internacional. Durante lo que lleva en el cargo, Milei ha roto relaciones diplomáticas con Venezuela y Cuba, reanudado conversaciones con el Fondo Monetario Internacional, se negó a unirse a los BRICS y ha atacado públicamente a China. Más recientemente, Milei visitó Israel durante el genocidio en curso del pueblo palestino por parte del estado del apartheid y anunció planes para trasladar la embajada de Argentina a Jerusalén. En casa, Milei prácticamente le ha declarado la guerra a la clase trabajadora, con una legislación radical que no solo busca debilitar el poder del legislativo, sino que también desmantela los derechos de los trabajadores, desregula casi todas las industrias, impone medidas de austeridad y abre el país al saqueo por intereses privados.
Guerra de clases codificada en ley
Las dos leyes que sacaron a millones de argentinos a las calles son el Decreto de Necesidad y Urgencia y la Ley Ómnibus (con el nombre ridículo de “Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”). Juntas, estas dos leyes son un ensueño de política neoliberal y son excelentes ejemplos del lawfare o la guerra legal que utiliza la clase dominante.
Anunciado apenas 10 días después de que Milei asumiera el cargo, el DNU es una medida legislativa que el ejecutivo puede usar para eludir al Congreso y aprobar legislación rápidamente y sin supervisión. Los casi 400 artículos incluidos en el decreto revocarían o modificarían docenas de leyes, con el objetivo de desregular los principales sectores de la economía, desde la energía y las finanzas hasta la atención médica y las comunicaciones.
La DNU también promueve la privatización de empresas estatales, incluido el banco nacional, y facilita la “inversión extranjera”, en otras palabras, el saqueo extranjero en el país. En particular, también ataca los derechos básicos del pueblo trabajador, como el derecho a la huelga. En definitiva, la Ley Ómnibus amplía el alcance de las políticas desreguladoras de Milei para incluir todo, desde cambios en el código penal y los planes de pensiones hasta políticas educativas y de género. Algunos de los cambios de política propuestos incluyen: sentencias más severas para manifestantes, privatización de la compañía nacional de energía, recortes importantes tanto en el sector cultural como en el educativo, reversión de varias leyes de protección ambiental y reformas radicales al sistema electoral.
Pero la gravedad de estos ataques solo ha sido igualada por la amplia resistencia del pueblo argentino y su firme compromiso de conservar sus derechos.
Una victoria para el pueblo
Tras la huelga general y jornadas de movilizaciones masivas, la semana pasada los tribunales argentinos votaron a favor de suspender la ley Ómnibus de Milei. En una gran derrota que se produjo mientras el presidente estaba en Israel mostrando su apoyo a un régimen genocida, el pueblo demostró su poder presionando a su gobierno para que rechazara el impopular proyecto de ley. Es una gran victoria no solo para la clase trabajadora argentina sino para todas y todos los trabajadores del mundo.
Aunque el proyecto de ley solo está “suspendido” y, por lo tanto, puede apelarse para su posterior aprobación, el hecho de que los tribunales fallen a favor de los trabajadores es un testimonio del poder popular y de lo que una clase trabajadora bien organizada puede lograr cuando se moviliza contra la agresión de la clase dominante.