El 17 de mayo, las fuerzas del Estado Islámico capturaron la ciudad de Ramadi. Ramadi es el centro de la provincia más grande de Irak, Anbar, y está a menos de dos horas en coche de Bagdad. El Estado Islámico ahora ha capturado Ramadi, un años después de haber tomado Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak.
Por gran parte del año pasado, ISIS (por sus siglas en inglés), el Estado Islámico de Irak y Siria, ha sido blanco de atentados frecuentes por los Estados Unidos y sus aliados. En el ir y venir de los combates, ISIS, de hecho ha sufrido pérdidas, tales como la pérdida de Tikrit. Sin embargo, incluso la evaluación más optimista de los Estados Unidos no puede afirmar que ISIS está siendo derrotado.
El presidente Obama considera que la captura de Ramadi por ISIS es un serio contratiempo, pero otros analistas de la clase dominante y políticos van más allá. “No estamos fracasando, de hecho estamos perdiendo esta guerra”, dice el Gen. Jack Keane, ex vice jefe de estado mayor del Ejército de EEUU. “Y además, puedo decir con certeza que esta estrategia no derrotará a ISIS”.
Keane y otros halcones de la política exterior están pidiendo una nueva estrategia, incluyendo el uso de 15.000 a 20.000 fuerzas estadounidenses en tierra. El senador John McCain está liderando esta demanda al atribuirle las victorias del ISIS a que el presidente Obama había retirado las tropas estadounidenses de Irak demasiado temprano. Al mismo tiempo McCain pide otra oleada militar: “George W. Bush por lo menos tenía las agallas para revertir y responder con un ataque militar. Espero, y oro para que Barack Obama haga lo mismo”.
Es comprensible por qué los sectores de la clase dominante de los Estados Unidos están pidiendo tropas de tierra en Irak una vez más. Es una respuesta a las sombrías perspectivas de la estrategia actual de Estados Unidos, en sus pretensiones de obtener el resultado deseado del establecimiento imperialista. Parte de esa estrategia tiene que incluir la derrota del Estado Islámico, y sólo las tropas en tierra podrían derrotar al ISIS.
Al ejército militar de Irak no le hace falta entrenamiento
El ejército de Irak no está perdiendo batallas. En gran parte se está negando a pelear. En la primavera del 2014, ISIS no capturó Mosul a través de duras batallas. Los oficiales y las tropas iraquíes abandonaron sus bases, equipamiento militar y salieron corriendo.
Del mismo modo, ISIS según los informes, encontró poca resistencia en su reciente captura de Ramadi, mientras que las tropas gubernamentales huían de la escena. Los medios de comunicación a menudo culpan las pérdidas del ejército iraquí a la falta de entrenamiento. Pero el personal del ejército iraquí ha recibido bastante entrenamiento. Aunque hay informes que dicen que los combatientes de ISIS han recibido entrenamiento intenso en varios campamentos en el desierto, es difícil imaginar que un grupo partidista esté siendo mejor entrenado que un ejército entrenado principalmente por el militar de los Estados Unidos.
El por qué el ejército de Irak no da una batalla en serio, va al corazón de lo que la ocupación estadounidense le hizo a ese país. Después de la invasión del 2003, bajo el liderazgo de L. Paul Bremer, los Estados Unidos procedió a desmantelar completamente el gobierno de Irak, ambos su ejército y sus instituciones gubernamentales civiles, en un esfuerzo por hacer desaparecer al dirigente partido Baas de Irak. El objetivo de los Estados Unidos era el de construir un nuevo sistema que careciera de cualquier remanente del Partido Baas, el cual consistía de elementos nacionalistas y progresistas.
En momentos en que a los iraquíes les molestaba bastante la ocupación criminal de su país, y cuando los iraquíes se envolvieron en una lucha armada contra la ocupación, los Estados Unidos procedió a construir un ejército nuevo. No debiera ser ninguna sorpresa que los reclutas de este nuevo ejército, organizado por los invasores, no fueran los elementos más nacionalistas de la población. Desde esos años, el cuerpo de oficiales ha demostrado ser particularmente bueno en enriquecerse a través de la corrupción, pero particularmente inepto en liderar las operaciones militares en una lucha real.
Cuando los EE.UU. y sus socios menores se enfrentaron a una fuerte resistencia a la ocupación, les fue útil promover conflictos étnicos en Irak. Después de ocho años de ocupación, los EE.UU. ha tenido éxito en crear profundas divisiones entre la población iraquí. El nuevo gobierno iraquí, por años bajo el primer ministro Nouri al-Maliki, y ahora bajo el mando de Haideral-Abadi del mismo partido Hezb al-Da’wa, es profundamente sectario, está estrechamente asociado con la secta chiíta del islam. Para los sunitas iraquíes, el gobierno no los representa. El gobierno es ampliamente visto como el gobierno de los chiítas, no como el gobierno de Irak.
Con la destrucción de la identidad nacional cohesiva, la cual existía fuertemente antes de la invasión a Irak, no es de extrañarse que el ejército ha demostrado ser una fuerza de combate muy poco fiable. No es el entrenamiento lo que le falta al ejército iraquí — sino una identidad nacional. La gente que ha peleado más en Irak contra el ISIS han sido los kurdos peshmerga y la milicia chiíta apoyados y parcialmente organizados por Irán.
Los EE.UU. tiene opciones limitadas
La administración de Obama no quiere armar y entrenar a las milicias chiítas, lo que fortalecería la mano de Irán y además su ya fuerte influencia en Irak. Los peshmerga, luchan principalmente ISIS cuando áreas predominantemente kurdas están desafiadas, no en las zonas predominantemente árabes como lo es la provincia de Anbar. Las únicas opciones que quedan son que la política exterior de los Estado Unidos reconozca los límites de su poder y acepte que actualmente no puede llevar a Irak a circunstancias que le sirvan sus intereses, la otra es enfrentarse a ISIS militarmente por tierra.
La administración de Obama actualmente ha tomado la primera opción. Los senadores McCain, Lindsay Graham y otros están optando por la última, abogando por otra ocupación estadounidense, un camino que sin duda se expandirá a más allá de 20.000 tropas.
¿Qué logró la oleada militar?
A mediados de los años de la década 2000, la oleada política, liderada por el ahora deshonorado general David Petraeus, tuvo éxito en la prevención de una catastrófica derrota de los Estados Unidos. Pero el factor determinante en el éxito relativo (por intereses imperialistas) de la oleada militar no fue el aumento de las tropas. Fue el hecho de que Petraeus reconoció que la victoria total — el convertir a Irak en un estado cliente fiable — ya no era una posibilidad. En abandonar la esperanza de acabar con la resistencia, la oleada política organizó muchas de las fuerzas de resistencia, los más fuertes siendo entre la comunidad sunita en el centro de Irak y los puso en la nómina de pago de los Estados Unidos.
Dadas las escalas amplias de campañas de la sangrienta limpieza étnica por los chiítas en contra de la comunidad sunita — una continuación de tales campañas por ambos lados — se formaron los consejos despertadores (“Awakening Councils” en inglés). Contrario a las afirmaciones hechas por McCain y otros, la oleada militar fue sólo un éxito en la medida en que se encontró una solución política para evitar un desastre para los invasores de Irak, EE.UU. La oleada en sí fue el reconocimiento de los limites de poder de los Estados Unidos y una disminución significativa de los objetivos perseguidos por las fuerzas de ocupación, de abandonar la búsqueda de la victoria total, a sólo evitar la derrota absoluta.
Las ocupaciones de los EE.UU son desastrosas para el pueblo
Independientemente del resultado de la invasión del 2003 por los intereses de la política exterior de los Estados Unidos, la invasión y posterior ocupación de ocho años ha sido un desastre absoluto para el pueblo de Irak, así como para otras personas de la región. Sin esa ocupación y desmantelamiento del estado iraquí, ISIS no existiría hoy. Sin esa ocupación y la promoción de los conflictos internos, los chiítas y los sunitas iraquíes no estarían involucrados en conflictos sangrientos hoy. Y sin esa ocupación, no habría un gobierno central tan carente de una identidad nacional que para muchos dentro de la población sunita, una alianza con ISIS parecería preferible a vivir bajo un gobierno sectario de Bagdad.
Como se observa la posibilidad de otra invasión terrestre en Irak (y posiblemente en Siria) convirtiéndose en una “opción” tirada al aire por los políticos de la clase dominante de los Estados Unidos y los analistas, para comenzar, es importante mantener en perspectiva cómo Irak llegó a su actual estado de miseria. Las pesadillas que el pueblo de Irak y Siria están viviendo ahora, son el resultado directo de la invasión genocida y la ocupación de Irak. Más intervención estadounidense en Irak, en la forma de otra invasión terrestre además de los constantes bombardeos aéreos, tendrá más consecuencias catastróficas para los pueblos de la región. El movimiento anti-guerra de los Estados Unidos debe estar alerta para movilizarse en contra de tal posibilidad.
Translado por Brenda Solkez.