Este artículo es el tercero de una serie de artículos sobre la situación en Cuba escritos recientemente por Manolo De Los Santos y Vijay Prashad. Lea el primero aquí y el segundo aquí. Republicado de People’s Dispatch. Este artículo fue producido por Globetrotter.
El 22 de julio, el presidente estadounidense Joe Biden y su vicepresidenta Kamala Harris publicaron una “hoja informativa” sobre las “medidas” de Estados Unidos contra Cuba. El comunicado de la Casa Blanca decía que Cuba era una “prioridad máxima para la administración Biden-Harris”. El 9 de marzo, la secretaria de prensa de Biden, Jen Psaki, dijo: “Un cambio en la política hacia Cuba no está actualmente entre las principales prioridades del presidente Biden.” El 12 de julio, la reportera de NBC News Kelly O’Donnell preguntó a Psaki si Biden había reevaluado sus prioridades con respecto a Cuba tras las protestas del día anterior en la isla. “En términos de qué lugar ocupa en un orden de prioridades”, respondió Psaki, “no estoy en posición de ofrecer eso, pero puedo decirle que estaremos estrechamente comprometidos”.
No es una prioridad, está estrechamente comprometida, es la máxima prioridad: los asuntos se han movido rápidamente desde el 9 de marzo hasta el 22 de julio. ¿Qué movió a la administración Biden-Harris a centrarse tan rápidamente en Cuba? En la mañana del 11 de julio, algunas personas en Cuba-en particular en la ciudad de San Antonio de los Baños-salieron a las calles para expresar su descontento con los problemas sociales y económicos creados por el bloqueo impuesto por Estados Unidos y por la pandemia mundial. La reacción a estos acontecimientos en La Habana y en Washington, D.C., es instructiva: El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, se enteró de las noticias de las protestas, se subió a un coche y condujo los 65 kilómetros hasta San Antonio de los Baños, donde se reunió con la gente; mientras que en Washington, Biden aprovechó la protesta para pedir el derrocamiento del gobierno cubano. Las organizaciones no gubernamentales financiadas por el gobierno estadounidense y los grupos cubanoamericanos se apresuraron a aprovechar el frenesí, entusiasmados por la posibilidad de un cambio de régimen en Cuba.
En la noche del 11 de julio, decenas de miles de cubanos se concentraron en toda Cuba para defender su proceso revolucionario. Desde ese domingo por la noche, Cuba está en calma.
Presión máxima
Once días después de esos acontecimientos, la administración Biden anunció sus “medidas” para la isla. Hay dos tipos de presiones que el gobierno de Estados Unidos ha diseñado: el endurecimiento del bloqueo y las mentiras.
El gobierno de Biden profundizó el bloqueo estadounidense que está vigente desde 1960. Entre los elementos de esta profundización se incluye la prohibición continua de la libertad de las personas en Estados Unidos para realizar pagos de remesas a familiares y amigos en la isla. En octubre de 2020, Estados Unidos forzó el cierre de 400 oficinas de Western Union en Cuba. Con este acto, Estados Unidos negó a Cuba entre 2.000 y 3.000 millones de dólares en pagos de remesas anuales (Cuba no está entre los 10 países latinoamericanos que más dependen de este tipo de ingresos).
En diciembre de 1950, el gobierno estadounidense creó la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), que gestiona los programas de sanciones. Las sanciones son un elemento clave en la campaña de “máxima presión” del gobierno estadounidense contra sus adversarios. Bancos y empresas cubanas, así como funcionarios del gobierno cubano, pueblan la lista de la OFAC junto a empresas y funcionarios de unos 30 países más. En la “hoja informativa“, el gobierno estadounidense mencionó la adición de “un individuo cubano”, concretamente el ministro de Defensa de Cuba. Se le acusa de “facilitar la represión de protestas pacíficas y pro-democráticas en Cuba”. El término “represión” se utiliza de forma imprecisa. En 2020, los agentes de policía de Estados Unidos mataron a 1.021 personas, casi tres personas por día. No hay violencia estatal a esta escala en ningún lugar del mundo, y mucho menos en Cuba.
¿Quién es Álvaro López Miera?
El ministro de Defensa de Cuba es Álvaro López Miera, que asumió este cargo en abril de 2021. En 1957, con 14 años, López Miera subió a la Sierra Maestra para unirse a los rebeldes contra la dictadura de Fulgencio Batista. Le motivaron sus padres, que habían sido partisanos en la Guerra Civil española, y que huyeron a Santiago de Cuba cuando la República española fue derrotada por los fascistas en 1939. A López Miera se le permitió participar en el Segundo Frente dirigido por Raúl Castro, pero sólo en el departamento de educación. Pasó los dos años siguientes enseñando a leer y escribir a los campesinos de la Sierra.
Posteriormente, López Miera trabajó en el ejército cubano, ofreciéndose como voluntario para formar parte de la Operación Carlota anticolonial en Angola en 1975 (donde regresó en 1987) y para formar parte de la defensa de Etiopía contra Somalia en la Guerra de Ogaden en 1977-78. Ahora está sancionado por el gobierno de Estados Unidos.
La diplomacia de la mentira
La “hoja informativa” repite casualmente varias acusaciones contra Cuba que simplemente no son ciertas. Por un lado, el gobierno de EE.UU. acusa a Cuba de “bloquear intencionalmente el acceso a Internet”. Innumerables informes hacen esta acusación, pero sus pruebas son escasas (por ejemplo, el Open Observatory of Network Interference encontró que hasta el 23 de julio, el gobierno cubano había bloqueado 86 sitios web, muchos de ellos financiados por el gobierno de EE.UU. para el cambio de régimen, mientras que Estados Unidos había bloqueado 2.661 sitios); de hecho, muchas corporaciones de Internet de EE.UU. -como Zoom– impiden a los cubanos utilizar su tecnología. En segundo lugar, la administración de Biden repite la fantasía de un “ataque sónico” en 2017 contra los funcionarios diplomáticos estadounidenses en La Habana.
Tras los sucesos del 11 de julio, el gobierno de Estados Unidos hizo circular una “Declaración Conjunta sobre Cuba” de una página entre los miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) para que condenaran a Cuba. El 21 de julio, el ministro de Asuntos Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, que hizo público el borrador filtrado en Twitter, criticó duramente las “maniobras intervencionistas” de Estados Unidos “para intensificar el bloqueo” contra Cuba.
El 24 de julio, después de que la “hoja informativa” y la “declaración conjunta” de Biden se hicieran públicas, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dijo que la OEA, dominada por Washington, debía ser sustituida por una organización que no fuera “lacaya de nadie”. Estos comentarios se hicieron en el cumpleaños de Simón Bolívar, conocido en América Latina como el Libertador. Del puerto de Veracruz, México, partieron dos barcos -el Libertador y el Papaloapan- cargados de alimentos, medicinas y otros bienes para Cuba. Rusia envió 88 toneladas métricas de suministros en dos aviones.
Dejen vivir a Cuba
El 23 de julio, apareció una declaración a toda página en la página 5 del New York Times bajo el título “Dejen vivir a Cuba“. El anuncio, pagado por el Foro de los Pueblos, estaba firmado por más de 400 personas destacadas, entre ellas Susan Sarandon, Emma Thompson, Noam Chomsky, Mark Ruffalo, Jane Fonda y Danny Glover. Era una carta abierta a Biden pidiéndole que pusiera fin a las “medidas coercitivas” de Trump y “comenzara el proceso de acabar con el embargo.”
La mayoría de los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas hicieron declaraciones públicas para defender a Cuba de la campaña de “máxima presión”. En una declaración, los 120 miembros del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL) “condenaron enérgicamente la campaña internacional organizada… con el propósito de desestabilizar a la República de Cuba”. El MNOAL pidió el fin del bloqueo estadounidense.
La Casa Blanca no ha respondido hasta ahora ni a la carta abierta ni a la declaración del MNOAL.
Manolo De Los Santos es investigador y activista político. Durante 10 años, trabajó en la organización de programas de solidaridad y educación para desafiar el régimen de sanciones y bloqueos ilegales de Estados Unidos. Con base en Cuba durante muchos años, Manolo ha trabajado para construir redes internacionales de movimientos y organizaciones populares. En 2018, se convirtió en el director fundador del People’s Forum en la ciudad de Nueva York, una incubadora de movimientos para que las comunidades de la clase trabajadora construyan la unidad a través de las líneas históricas de división en el país y en el extranjero. También colabora como investigador con Tricontinental: Institute for Social Research y es becario de Globetrotter/Peoples Dispatch.
Vijay Prashad es un historiador, editor y periodista indio. Es miembro de la redacción y corresponsal jefe de Trotamundos. Es editor jefe de LeftWord Books y director de Tricontinental: Institute for Social Research. Es miembro no residente del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin de China. Ha escrito más de 20 libros, entre ellos The Darker Nations y The Poorer Nations. Su último libro es Washington Bullets, con una introducción de Evo Morales Ayma.
Este artículo fue producido por Globetrotters.