Junto con una variada colección de trapaceros y estafadores adinerados, el 22 de diciembre el presidente Donald Trump indultó a cuatro ex contratistas privados (mercenarios) de Blackwater condenados por la infame masacre de Plaza Nisour del 16 de septiembre de 2007, en Bagdad.
En un ataque no provocado, diecisiete iraquíes murieron y 14 resultaron gravemente heridos a manos de los cuatro mercenarios, que dispararon indiscriminadamente con ametralladoras, francotiradores y granadas propulsadas por cohetes contra una multitud de civiles desarmados. Entre los muertos se encontraban dos niños, de 9 y 11 años, y una mujer quemada viva en su automóvil. Ninguno de los cuatro asesinos sufrió heridas, y sus afirmaciones de que fue un caso de autodefensa legítima fueron rechazadas por las investigaciones iraquíes y estadounidenses. Fue una de las muchas atrocidades cometidas por las fuerzas estadounidenses y aliadas.
Los juicios y re-juicios en Estados Unidos declararon a los cuatro mercenarios culpables, una y otra vez, de crímenes atroces, incluidos asesinato en primer grado y homicidio involuntario.
Pero, ¿por qué nunca fueron juzgados en Irak, el lugar de sus monstruosas acciones? Responder a esa pregunta desenmascara la relación colonial entre Estados Unidos e Irak que comenzó con la invasión “Shock y pavor” de 2003, la táctica de dominio rápido utilizada por los EE.UU. en la invasión de Irak.
Tras el perdón de Trump, los cuatro mercenarios saldrán libres, al igual que los criminales de guerra de mucho más alto rango que planearon y ejecutaron la guerra contra Irak, un país al otro lado del mundo que nunca amenazó ni pudo amenazar a Estados Unidos. Irak sigue diezmado, mientras que George W. Bush, Dick Cheney, Donald Rumsfeld, Condoleezza Rice, y Colin Powell, quienes perpetraron la guerra y la posterior ocupación, nunca tuvieron que enfrentarse a la justicia. Tampoco lo hicieron fervientes defensores de la guerra como Hillary Clinton o Joe Biden.
Reacción en Irak
Los iraquíes reaccionaron a la noticia de los indultos con gran y generalizada indignación, desde los funcionarios del gobierno iraquí hasta la gente en las calles, con nuevas demandas de que Estados Unidos finalmente abandone la ocupación.
Un conocido comentarista iraquí, Muhammad Waeli, tuiteó: “Perdonar a los asesinos de Blackwater es como renovar el crimen cometido contra el pueblo iraquí”.
Fares Saadi, un funcionario que dirigió la investigación iraquí que condujo a las condenas de los contratistas de Blackwater, dijo a la agencia de noticias AFP: “Sabía que nunca obtendríamos justicia”.
“La infame compañía Blackwater mató a ciudadanos iraquíes en la plaza Nisour. Hoy escuchamos que fueron liberados por orden personal del presidente Trump, como si no les importara lo mas mínimo la sangre derramada de los iraquíes”, dijo Saleh Abed, residente de Bagdad entrevistado por Al-Jazeera.
Blackwater fue conocido por su extrema brutalidad racista contra la población iraquí. La compañía fue fundada por Erik Prince, hermano multimillonario de la secretaria de Educación del gabinete de Trump, Betsy DeVos, y visitante frecuente de la Casa Blanca de Trump. Blackwater tenía miles de mercenarios bien pagados que apoyaron a 150.000 soldados estadounidenses en Irak entre 2003 y 2011, que eran odiados y temidos por la población.
“Solíamos estar aterrorizados por ellos, especialmente Blackwater, que eran los más desagradables de todos”, dijo Ribal Mansour, testigo de la masacre.
El Dr. Haidar al-Barzanji, investigador y académico iraquí, dijo a The Guardian: “Trump no tiene derecho a decidir en nombre de las familias de las víctimas el perdón de estos criminales. Está en contra de los derechos humanos y en contra de la ley. Según la ley iraquí, solo pueden ser perdonados si las familias de las víctimas los perdonan”.
Si los asesinos de la plaza Nisour hubieran sido juzgados en un tribunal iraquí, hay pocas dudas de que hoy estarían en prisión. Pero ni ellos ni ningún otro personal de ocupación estaban sujetos a la ley iraquí.
La injusticia colonial protegió a los guardias de Blackwater del juicio en Irak
Después de invadir Irak en abril de 2003, Washington desmanteló el estado y el gobierno iraquíes y estableció una nueva dictadura de estilo colonial que solo podía responder ante el Pentágono. La “Autoridad Provisional de la Coalición” estaba encabezada por un burócrata estadounidense, L. Paul Bremer.
En junio de 2003, Bremer emitió la Orden 17 de la CPA, que decía: “Las fuerzas multinacionales, los consultores internacionales y el personal estadounidense son inmunes al proceso legal iraquí. … Los contratistas de la coalición y sus subcontratistas, así como sus empleados que no residen normalmente en Irak, no estarán sujetos a las leyes iraquíes”.
La Orden 17 permaneció en vigor hasta 2008. Lo que la reemplazó difirió muy poco en sustancia. En el Acuerdo sobre el Estatuto de las Fuerzas de 2008, a Irak se le otorgó jurisdicción sobre las fuerzas militares y civiles de los EE.UU. solopor la comisión de “delitos graves premeditados” y solo cuando el personal está fuera de servicio. El significado de la definición de “delitos graves premeditados” quedó en manos de una Comisión Conjunta iraquí-estadounidense.
En 2011, la administración Obama retiró las tropas estadounidenses de Irak después de un nuevo acuerdo para otorgar a las fuerzas estadounidenses inmunidad extraterritorial continua. Las fuerzas estadounidenses regresaron en 2014 cuando ISIS conquistó gran parte de Irak y Siria.
Si bien decenas de miles de iraquíes fueron arrestados, encarcelados y abusados por las fuerzas de ocupación, la búsqueda de registros del personal estadounidense encerrado en cárceles iraquíes no arrojó nada.
La Orden 17 de la CPA y el SOFA de 2008 encarnaban la vieja política colonial de “extraterritorialidad”, la doctrina racista que sostiene que los colonizadores no pueden ser juzgados por los colonizados. Significa que los ocupantes pueden asesinar, violar y robar con impunidad.
Extraterritorialidad y colonialismo
Cuando China fue dividida en “esferas de influencia” por varias potencias imperialistas a fines del siglo XIX y principios del XX, los actos violentos por parte de soldados y civiles contra ciudadanos chinos, así como el hecho de que los perpetradores eran inmunes al enjuiciamiento en los tribunales chinos, llevaron a muchos actos de resistencia por parte de la población colonizada.
En 1906, Washington estableció un Tribunal estadounidense especial para China con sede en Shanghai, con jurisdicción sobre todos los ciudadanos estadounidenses en su distrito, que era toda China. Solo se disolvió en 1943 en medio de la Segunda Guerra Mundial cuando Estados Unidos y China eran aliados.
Y no fue solo China. Dondequiera que haya existido el colonialismo, también lo han hecho los sistemas paralelos de justicia / injusticia, y siempre utilizando el racismo como justificación.
Lo que significa vivir bajo el dominio colonial lo expresó un compañero de clase de un estudiante de medicina asesinado en la plaza Nisour. Habló de forma anónima con The Guardian, temiendo represalias:
“Los estadounidenses nunca se han dirigido a los iraquíes como iguales. En lo que a ellos respecta, nuestra sangre es más barata que el agua y nuestras demandas de justicia y rendición de cuentas son simplemente una molestia”.
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