Más de 70 millones de personas votaron para sacar a Donald Trump en las elecciones del 3 de noviembre. Este no fue un voto para Joe Biden, un candidato poco inspirador que solamente logró ser el nominado cuando la clase dominante del Partido Demócrata se coordinó para detener a Bernie Sanders y no permitir que fuera el candidato a principios de marzo. La histórica participación electoral para Biden no significa el apoyo a Wall Street, o su postura pro guerras, ni a su rol como arquitecto del sistema actual de vigilancia policial y encarcelación en masa.
En los últimos minutos, los principales medios de comunicación controlados por las empresas, anunciaron que Biden tenía los suficientes votos electorales para ser el próximo presidente de los Estados Unidos. Es importante destacar que Fox News, el medio que ha sido vociferante en su apoyo a Donald Trump cambió su postura en la cobertura de las elecciones, y entregó apoyo a Biden y la campaña que lideró.
Donald Trump insiste que su lucha continuará. Ha argumentado que él es el verdadero ganador de las elecciones y que la única razón por la que no podrá ser el presidente es a raíz de un fraude electoral generalizado. Esto está lejos de ser verdad, ya que a medida que más y más votos se han recibido por correo en Pensilvania, Georgia, y otros estados, es claro que Trump ha perdido el voto electoral en una competencia estrecha, similar a los resultados del 2016, salvo que esta vez los márgenes se han revertido.
Cuando denunció al sistema electoral como un fraude, Trump rompió con una regla fundamental de la política burguesa en Estados Unidos. Mantener una imagen de traspaso de poder pacífico entre los dos partidos de la clase dominante por más de una década ha sido considerado como el elemento central de la gobernabilidad capitalista de Estados Unidos. El traspaso pacífico del poder otorga legitimidad al sistema. Cada sistema requiere de una violencia desmedida que se infringe a las clases oprimidas, o bien, depende de la legitimidad de un sector de la población, que es complementado por supuesto con la amenaza de violencia y coerción estatal. “Democracia” es el término preferido de la clase que domina, puesto que alcanzar la legitimidad con un sector significativo de la clase trabajadora y los estratos intermedios facilita la reproducción del sistema. Esto evita la tensión y el conflicto, lo que haría el dominio de la clase dominante más complicado e inestable.
La motivación de Trump es bastante limitada y personal. Si pierde las elecciones, él y su familia serán sujetos a múltiples persecuciones criminales y cargos judiciales en varios estados por evasión de impuestos, fraudes financieros, así como otros crímenes de esta índole. Si Trump deja la presidencia, pierde su inmunidad en las persecuciones que los estados pueden hacer respecto a crímenes financieros. Este será el futuro de Trump y él lo sabe. La clase dominante no va a sacrificar la legitimidad de su sistema político por proteger a Donald Trump en su vida de civil pos presidencia.
Trump ha pasado los últimos días intentando usar a la ultraderecha, y movilizaciones fascistas para detener el conteo de votos. Sin embargo, se ha aislado cada vez más. Sus bases de apoyo dentro de la clase política capitalista se están debilitando y continuarán decayendo. El que Fox News y el consejo editorial de Wall Street se hayan vuelto en su contra en su afán por condenar el proceso electoral es una clara indicación que su destino ya está sentenciado.
Las elecciones presidenciales del 2020 fueron un referéndum para Trump. A los demócratas les fue bastante mal en el resto de las elecciones. Perdieron puestos a los Republicanos en la cámara de representantes y no lograron ganar en el Senado. El que haya sido una elección disputada a nivel presidencial en un contexto en que estamos viviendo la catástrofe de salud más grande de nuestros tiempos y con altos niveles de desempleo, demuestra que el Partido Demócrata no tiene mucho que ofrecer al pueblo. El Partido Demócrata de la clase dominante adoptó una posición centro derecha y se rehusó a aceptar demandas de salud gratuita para todos y todas, la cancelación de los pagos de hipotecas y renta durante la pandemia, cancelar la deuda estudiantil o realizar reformas policiales que tengan un impacto sustantivo Irónicamente, el mismo Partido Demócrata del establishment ahora culpa a la izquierda por los fracasos electorales no presidenciales.
Desde el 2016, el Partido por el Socialismo y Liberación ha argumentado que Donald Trump es meramente síntoma de una enfermedad más grande. La etapa avanzada del capitalismo está destruyendo no solo la clase trabajadora y los pobres, sino que también grandes sectores de las clases medias. Mientras los billonarios se enriquecen y se vuelven más poderosos, el nivel de sufrimiento humano en el “país más rico del mundo” incrementa rápidamente. Esta enfermedad es el capitalismo, y la cura es reemplazar este sistema que fomenta la pobreza en medio de tanta riqueza y destruye a las y los trabajadores mientras que un pequeño grupo de la clase élite concentra la riqueza y el poder. La solución no está con el Partido Demócrata sino con reemplazar al capitalismo por un sistema social humano, racional, y sustentable: socialismo.
La tarea que está por delante es construir un movimiento social que demande al gobierno de Biden tomar medidas de emergencia inmediatas para erradicar el desempleo generalizado, garantizar un ingreso sustentable para todas aquellas personas que han perdido su empleo, cancelar la renta, los desalojos, la deuda estudiantil y adoptar un sistema de salud gratuito. Al mismo tiempo, tenemos que resistir y oponernos al militarismo de Estados Unidos, y a la guerra, lo que no cambiará en nada bajo un gobierno de Joe Biden.