Traducido por Keiti Rubio
“Mi hijo Djastan López no merecía morir. Tenía veinticinco años y dos niños hermosos, Jailo y Quiana. Era jugador de baloncesto y artesano. Cuando la policía lo emboscó justo allá junto a los rieles, ya tenía las manos arriba. Se rindió, pero la policía lo cacheteó antes de impregnar su cuerpo de balas. Mientras todavía respiraba, le dispararon el tiro de gracia. Estos callejones en donde vivimos en Tondo son las zonas de impacto de la guerra contra nosotros los filipinos pobres. La policía emboscó a mi hijo con la intención de matarlo. Éramos víctimas, pero hoy, gracias a Rise Up (“Levántese”), somos defensores de la vida y organizadores contra los asesinatos extrajudiciales (AEJs) de Duterte.”
-Normita, miembro fundador de Rise Up
“Levántese por Vida y los Derechos” es una coalición de familias cuyos hijos o seres queridos han sido emboscados y asesinados por la policía de Rodrigo Duterte al haber sido sospechados de traficantes de droga callejeros o de adictos. Normita es una madre que surgió como líder de Rise Up en Tondo, el barrio de chabolas más grande de Manila, con una población de más de 700,000 personas, después de la ejecución de su hijo por la policía. Explicó el principio rector de la coalición formada poco después de la victoria electoral de Duterte en 2016:
“No nos quedaremos de brazos cruzados mientras nuestros hijos son cazados por la policía. Éramos víctimas, pero hoy somos defensores. Somos organizadores para prevenir la carnicería de nuestras comunidades.”
Mientras que las declaraciones cada vez más atrevidas de Duterte sobre el exterminar a los pobres salen en las noticias a nivel mundial y que un promedio de diez cadáveres aparecen cada noche en Manila con etiquetas de cartón alegando que eran “delincuentes,” también hay otra historia menos conocida, la historia de Rise Up, la resistencia comunitaria floreciente que lucha contra los escuadrones de muerte de Duterte y su violencia vigilante.
Ascensión de Duterte al poder nacional
Rodrigo Duterte emergió como un personaje nacional prominente en la política filipina después de servir 22 años como alcalde de la Ciudad Davao en la isla sureña de Mindinao. Al igual que el antiguo alcalde neoyorquino Rudolph Giuliani y un montón de políticos conservadores en todo el espectro de la política a nivel mundial, Duterte armó su reputación como un político “de mano dura contra el crimen.” Durante su encargo de siete términos como alcalde, Duterte supervisó una campaña de erradicar a elementos criminales sospechados de las calles de la Ciudad Davao. Durante su reinado, las organizaciones de derechos humanos documentaron más de 1,400 AEJs de supuestos adictos, traficantes y niños callejeros, muchos de ellos cometidos por la infame unidad policial paramilitar conocida como el Escuadrón de la Muerte de Davao. El mismísimo Duterte presume de haber asesinado personalmente a tres sospechosos de secuestro en un puesto de control policial. Muy a menudo, estos “sospechosos” eran simples trabajadores en áreas de “alta violencia,” que se encontraron en el lugar equivocado en el momento equivocado.
Para quienes han vivido en el Este de Nueva York, el Bronx, el Oeste de Oakland o cualquiera de las comunidades oprimidas en los EE. UU., la semejanza a este terror policial es escalofriante.
Algunos sectores poderosos de la clase dirigente filipina, incluyendo las fuerzas armadas, utilizaron la reputación de “Duterte Harry” para ganar la elección presidencial del 2016. El 9 de mayo, 2016 Duterte ganó 39.01 por ciento de los votos, venciendo a los candidatos de la antigua clase dirigente EDSA: Mav Roxas del Partido Liberal (23.4 por ciento) y Grace Poe, senadora de la Coalición Popular Nacionalista (21.6 por ciento).
Operación Tokhang
Al tomar el poder, Duterte implementó la Operación Tokhang, el título oficial de la campaña de ejecución estatal persecutora de los marginados.
Tokhang es una palabra compuesta de dos palabras de Cebuano, la lengua materna de Duterte. Tuktok es una onomatopeya del tocar una puerta y hangyo significa solicitud, en referencia a las redadas policiales agresivas de los hogares de los pobres. Distritos de policía locales, en coordinación con las fuerzas armadas, recopilan listas de sospechosos en los baranguays (barrios). A menudo hacen uso de la extorsión, el soborno de la policía y soplones para crear “listas negras.” Luego la policía hace redadas en el hogar de los sospechosos, siguiendo una política de disparar primero y de casi no hacer preguntas.
Así fue como Princess, miembro de Rise Up, perdió a su padre, Pablo.
“La policía asesinó a mi padre, Pablo Cabangon. Tenía 46 años. Lo ejecutaron justo donde estoy sentada con tres balas a la cabeza. Mi madre murió dando la luz hace diez años. Mi padre nunca se recuperó de eso. Melancólico y deprimido, recurrió a un escape común, shabu (cristal). Esa fue su pena de muerte. La policía hizo la redada a la medianoche y lo ejecutó. Este retrato que ves en mi mano, mi padre, esta es “la guerra contra las drogas” de Duterte.”
Como el alcohol, shabu es una droga que circula en las comunidades marginadas que los trabajadores utilizan como energizante o para superar tiempos difíciles. Es extremadamente adictiva y ha sido llamada “la cocaína de los pobres filipinos.” Rise Up le pone una cara humana a las víctimas y a los adictos denigrados por los medios convencionales. Rise Up ve la adicción como una enfermedad directamente relacionada con la pobreza, el desempleo y la incapacidad del capitalismo de resolver los problemas de la gran mayoría de la humanidad. El PBI per cápita en las Filipinas es un escaso $3,500 y casi un cuarto de familias sobrevive con menos de $5 al día. Estas familias son los blancos de los AEJs de Duterte.
El Taxista King dijo que el shabu le ayuda a trabajar los dobles turnos para poner comida en la mesa para su familia. Como adicto en proceso de recuperación, le agradeció a Rise Up por los programas de rehabilitación que le salvaron la vida. Como los Black Panthers (Panteras Negras) y Young Lords (Señores Jóvenes) de dos generaciones atrás, los miembros de Rise Up consideran que la organización comunitaria es una parte clave de la rehabilitación individual y la recuperación comunitaria.
16,000 asesinatos, suma y sigue
Disfrutando del apoyo de sectores poderosos de las élites de la clase dirigente y halagado por las galanterías de Trump durante su visita en noviembre, Duterte se burla del numero oficial de 16,000 AEJs a la fecha y se jacta de que esto es solo el comienzo. Se le ha citado diciendo que 100,000 más cadáveres serán arrojados a la Bahía de Manila y que si Hitler puede matar a millones de judíos, el puede matar a millones de “delincuentes” en las Filipinas.
Como Trump, Duterte abusa de los sectores mas vulnerables de la sociedad. Buscando impresionar a sus votantes y a sus poderosos patrocinadores, culpa, aterroriza y mata a aquellos que él percibe ser “víctimas perfectas,” porque no cree que los más vulnerables puedan defenderse.
Sin embargo, como el movimiento por los derechos de inmigrantes y las organizaciones de musulmanes y mujeres en los EE. UU., Rise Up demuestra que una resistencia unida es capaz de enfrentar y derrotar intentos de división y conquista aprobados por el estado y al terrorismo estatal.
La “guerra contra las drogas” fuertemente promocionada del estado filipino no es más que una guerra contra los pobres. Es muy parecida a la “guerra contra las drogas” que ha oprimido a los afroamericanos y a las comunidades pobres en los EE. UU. Isabelita, miembro de Rise Up, describe la estrategia dual de la policía:
“Si el sospechoso es rico, se le deja ir. Si es pobre, termina tumbado en la calle.”
La campana de Duterte se desarrolla en un momento en que su hijo, Paulo, fue recién conectado con el envío de P$6.4 billones de pesos (EE. UU.$128 millones) de shabu que fue contrabandeado al país desde China. El hecho de que nunca hubo ninguna investigación de su implicación en el trafico de drogas demuestra la hipocresía de “la guerra contra las drogas.” En lugar de seguir cualquier pista de Paulo Duterte, los fiscales estatales persiguieron a dos senadores que actuaron como soplones, acusándolos del “fraude fiscal.”
Irma, cuyo hijo Bong Bong fue ejecutado por la policía hace un año, enfatizó la naturaleza hipócrita de la “guerra” del gobierno.
“Somos de Bagong Silangan en la Ciudad Quezon. Nuestra comunidad es el epicentro de la guerra de Duterte. Apenas en nuestro barrio, hemos perdido a 45 de nuestros hijos a esta guerra. La policía realizó una redada en un velatorio justo al otro lado de este callejón y le disparó a mi hijo en un caso de identificación equivocada. Esto nunca sucedería en Forbes Park o Dasmariñas [los barrios ricos de Manila].”
“Lamentar los muertos, luchar ferozmente por los vivos”
El espíritu de Rise Up está capturado en la cita de organizadora sindicalista socialista, Mother Jones. Las familias más afectadas se han unido, no solo para llorar sino para luchar. Eso es lo que exige la realidad.
Los esfuerzos de Rise Up son parecidos a los de Vigilias del Pueblo, los cuales aspiran unir a las familias sobre la base de una comprensión mas profunda de la “epidemia de opiáceos” masiva que afecta a familias trabajadoras en los EE. UU. Las 66,000 muertes por sobredosis del ano pasado en los EE.UU. y los 16,000 AEJs bajo el reinado de Duterte tienen una fuente común: un sistema de clase depredador y desigual. De ahora en adelante, hay mucho que las organizaciones pueden aprender las unas de las otras y en lo que colaborar.
Rise Up pertenece al movimiento Nacional Democrático, lo cual aspira unir a los diferentes sectores oprimidos de filipinos en una lucha por una sociedad justa y equitativa.
El Sindicato Nacional de Abogados del Pueblo (NUPL) es el frente legal del movimiento que busca procesar a la policía y a los vigilantes pagados que disparan las balas mortíferas. La fiscal Kathy Kathy Panguban es una de las abogada de NUPL que ha iniciado procesos judiciales en nombre de las familias afligidas para darle un fin a la impunidad estatal. Panguban documentó una larga historia de terrorismo patrocinado por el estado en donde las cortes siempre terminan juzgando a favor de los ejecutores.
Las iglesias progresistas están al centro de los esfuerzos de la organización comunitaria. El Consejo Nacional de Iglesias de Filipinas (NCCP), siguiendo una tradición de Teología de Liberación Filipina, ha jugado un papel fundamental en la provisión de apoyo psico-social, logístico y legal para las familias de Rise Up. Citando a la Biblia, Norma Dollaga, una representante de NCPP, articuló lo que la motivo a ella como cristiana a comprometerse a la lucha:
“Aprended a hacer el bien, buscad la justicia, reprended al opresor, defended al huérfano, abogad por la viuda” (Isaías 1:17)
Rise Up, NUPL y NCCP son tres miembros de la alianza BAYAN (que significa Bagong Alyansang Makabayan o la Nueva Alianza Patriótica), la cual a grupos de obreros, mujeres, migrantes, organizaciones de baranguay (barrio) y campesinos para luchar contra el saqueo imperialista de las Filipinas. A BAYAN y Rise Up les queda claro que la adicción, la exhortación y los AEJs solo son tres manifestaciones trágicas del capitalismo, un sistema diametralmente opuesto a los intereses de la gran mayoría de este país de más 100 millones de personas con gran riqueza de recursos. La alianza BAYAN está segura de que a través de unidad y la lucha el pueblo filipino puede vencer al imperialismo y a sus lacayos locales para construir una nueva sociedad basada no en los lucros y el robo sino en las necesidades diversas de la población.