Que ha causado que la popularidad del Presidente George W. Bush se haya desplomado al punto más bajo?
San Francisco, 12 de abril, 2003
Photo: Bill Hackwell
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Ciertamente, sus numerosas políticas anti-trabajadores y generalmente contra el pueblo—como la propuesta privatización del Seguro Social—han generado una creciente oposición popular.
Pero sin lugar a dudas, la causa principal de la profunda sensación de crisis en Washington es la resistencia a la ocupación de Estados Unidos en Irak. En los 27 meses desde la invasión de Irak, el ejército más poderoso del mundo ha fracasado en derrotar la oposición armada a la ocupación. De hecho, las fuerzas de resistencia parecieran ser más numerosas, organizadas y más capaces que nunca.
Mientras que las bajas continúan aumentando, han surgido un número de documentos secretos como el “Memo de la Calle Downing” que prueban que la administración de Bush fabricó las justificaciones del ataque a Irak. El memorando divulgado recientemente contiene los detalles secretos de la reunión de julio del 2003 del gobierno británico. Éste revela que la administración de Bush decidió atacar a Irak por adelantado y que subsecuentemente “la inteligencia y los hechos fueron arreglados alrededor de la política.”
Muchos analistas militares, incluyendo algunos adentro del Pentágono, han expresado el punto de vista de que la resistencia no puede ser derrotada militarmente. Esto no quiere decir que los comandantes estadounidenses hayan revertido su curso. Las tropas de ocupación—los verdaderos “luchadores extranjeros” en Irak—han intensificado fuertemente la violencia represiva y brutal contra Irak en las últimas semanas. La creciente violencia indiscriminada de las operaciones de contrainsurgencia, sin embargo, ha fracasado en poner fin o retrasar el tempo acelerado de los ataques de la resistencia. Los números de bajas sufridas por el ejército estadounidense y el ejército títere iraquí han aumentado drásticamente en los tres meses pasados.
Fisuras en el poder
El fracaso de las fuerzas de ocupación ha generado un descontento masivo contra la guerra, y también ha abierto fisuras adentro de la clase dirigente. Si la ocupación hubiese sido tan fácil como la predijeron los oficiales estadounidenses, no estaríamos ahora escuchando las críticas articuladas por algunos demócratas y unos pocos republicanos en el Congreso.
Esos cambios en el paisaje político de los Estados Unidos presentan una gran oportunidad al movimiento progresista y anti-guerra, pero también presentan una pregunta importante: ¿Debería convertirse el movimiento en la cola del barrilete de la clase política gobernante o debería tratar de desarrollar un movimiento anti-imperialista independiente? Las dos coaliciones anti-guerra más importantes en los Estados Unidos han tomado posiciones drásticamente diferentes en esta cuestión.
El movimiento tiene la oportunidad de llegar a millones de personas que nunca han participado en manifestaciones—o que ni siquiera se imaginaron que iban a protestar—en contra del gobierno. Mientras que el estándar de vida continúa desgastándose y los costos del cuidado de salud súbitamente se elevan, más trabajadores están enojados por los costos humanos y financieros.
La Coalición ANSWER (Actuar Ahora para Parar la Guerra y Terminar con el Racismo), de la cual el Partido Socialismo y Liberación es parte del comité dirigente, quiere desarrollar el poder de este movimiento incipiente como una fuerza política independiente. En contraste, el liderazgo de Unidos por la Paz y la Justicia (UFPJ por sus siglas en inglés) busca subyugarlo a los políticos capitalistas que hablan en contra de la guerra. Esto puede convertir potencialmente al movimiento en inocuo e inefectivo, no importa el tamaño de las manifestaciones contra la guerra.
La trampa de mirar hacia los demócratas
Los iraquíes exigen el fin inmediato de la ocupación estadounidense.
Photo: Omar Ahmed
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Es esencial para el movimiento anti-guerra hacer una evaluación objetiva y cuerda de las diferentes fuerzas en la lucha.
Desde el comienzo de la invasión a Irak, la mayoría de los demócratas y republicanos han apoyado la guerra y la ocupación—y todavía lo hacen. Sólo unas semanas atrás, el Senado votó 99 a 0 a favor de un nuevo proyecto de ley de apropiación “suplementaria” de $82 mil millones de dólares para financiar las guerras en Irak y Afganistán.
En la Cámara de Representantes, la congresista Lynn Woolsey (D-CA) pidió recientemente a Bush entregar un plan dentro de 60 días para el retiro de las tropas estadounidenses en una fecha aun no fijada. El plan de Woolsey también propone que los Estados Unidos transfiera la ocupación a las Naciones Unidas, una organización dominada por el gobierno de Estados Unidos, que administró las sanciones genocidas contra Irak por 13 años.
Otra reciente propuesta demócrata hizo un llamado para el retiro de las tropas estadounidenses comenzando en octubre del 2006. Una resolución presentada por Nancy Pelosi, la líder de la minoría demócrata en la Cámara Baja propuso que Bush simplemente estableciera un “criterio” para el retiro de las tropas. Ambas fueron derrotadas. A pesar de que estas enmiendas fueron derrotadas, UFPJ estaba extática sobre la “oposición” a la guerra dentro del congreso.
Ninguna de estas propuestas establecieron una fecha para el retiro inmediato. Esta no es una coincidencia.
En realidad, los demócratas no tienen más intenciones de retirarse de Irak que los republicanos. Hay una unanimidad casi total dentro de la clase dominante estadounidense—por lo tanto dentro de los representantes políticos—sobre la importancia de retener control sobre Irak y el Medio Oriente. Dicha dominación sólo se puede lograr por medios militares.
Pero incluso si un número sustancial de tropas estadounidenses se retira, los Estados Unidos pretende establecer 14 bases militares en Irak.
El Pentágono desea construir un poder con las fuerzas militares iraquíes para reemplazar las tropas estadounidenses, y de esa forma reducir el costo político incurrido por continuas bajas estadounidenses. Ellos desean que los iraquíes se matan entre ellos y de esa forma ocultar el carácter anti-ocupación de la resistencia.
En la guerra de Vietnam, el gobierno estadounidense empleó tácticas similares de “Vietnamización” que tenían como objetivo construir un ejército títere en Vietnam del sur para acelerar el proceso del retiro de las fuerzas estadounidenses. Las tácticas fracasaron en Vietnam y no han tenido éxito en Irak. Ningún oficial militar ha expresado gran confianza en el ejército y la policía de Irak creados por Estados Unidos, los cuales han sido repetidos blancos de la resistencia además de ser infiltrados e interrumpidos.
Acuerdo bipartito sobre la dominación global
Con un pequeño puñado de disidentes—ninguno de los cuales está en la dirección de los dos partidos—demócratas y republicanos en Washington han alcanzado un consenso. Ambos partidos están comprometidos a continuar la ocupación en Irak, así como lo están para continuar la ocupación en Palestina, y el control de la región entera. Ambos apoyan la política hostil de la administración de Bush hacia Siria e Irán y la ocupación de Afganistán.
Su consenso bipartidista no está sólo limitado al Medio Oriente. Ya sea Haití, Colombia, Venezuela y Cuba en América Latina, Corea del norte y las Filipinas en Asia, o Sudán y Zimbabwe en África, los demócratas y los republicanos están unidos, comprometidos a continuar la agresión y la intervención con el fin de lograr una hegemonía global. Ellos están en desacuerdo sólo en las tácticas—en como mejor lograr los objetivos compartidos.
Este entendimiento es un elemento esencial del punto de vista anti-imperialista de la Coalición ANSWER. ANSWER cree que es imprescindible que el movimiento anti-guerra—particularmente adentro de Estados Unidos—se levante conscientemente contra el imperialismo y en solidaridad con aquellos que están resistiendo la dominación estadounidense. Sin este entendimiento, el movimiento estará constantemente subyugado a la manipulación de las facciones liberales y conservadoras de la clase dominante.
El impulso hacia la guerra y la dominación es parte inherente del sistema capitalista. No es una mera opción elegida por algunos presidentes y legisladores y rechazada por otros. Además, todos los líderes estadounidenses asumen que EEUU tiene el derecho natural de ser el poder dominante del mundo. Todos ellos, independientemente de su afiliación partidaria, votan anualmente por un presupuesto del Pentágono, el cual es más grande que el total de los presupuestos militares de los demás países del planeta.
El ya monstruoso complejo militar-industrial-petrolero-banquero crece independientemente de si los demócratas o los republicanos tienen la mayoría en el Congreso, o controlan la Casa Blanca. La maquinaria de guerra requiere mercados más grandes para el capital y los bienes y ocupa un creciente papel central en la economía estadounidense. Sin el sector masivo de guerra, la economía capitalista de EEUU estaría en una crisis aun más grande de la que se encuentra hoy día.
Del mismo modo, independientemente de cual partido capitalista está ejerciendo influencia, el impulso de maximizar las ganancias continúa su marcha—cortando salarios obreros, beneficios y programas sociales, rompiendo sindicatos, degradando el medio ambiente, y disminuyendo los derechos y las libertades civiles.
El poner el liderazgo del movimiento popular en las manos de los demócratas sólo puede llevar a la desmoralización y la desorientación. A pesar de que los republicanos son comúnmente asociados con políticas de explotación descaradas, el Partido Demócrata ha jugado un papel especial en preservar el mismo sistema económico y político de explotación.
Los republicanos representan abiertamente el partido del gran capital y los negocios. Ese partido cuenta con una base de votantes de los elementos más reaccionarios, racistas, sexistas, anti-obreros, homofóbicos y chauvinistas en la sociedad.
Similares intereses financieros y corporativos controlan a los demócratas, sin embargo se muestran como el “partido de la gente común.” Los demócratas cumplen una función clave en el sistema político del país—atrayendo a millones de activistas de los movimientos radicales y progresistas. Históricamente, han vaciado los recursos y los activistas del movimiento militante, convirtiéndolos en relativamente inocuos al sistema.
1968: “Límpiate para Gene”
El año 1968 provee un ejemplo dramático de este fenómeno. El movimiento anti-guerra estaba experimentando un crecimiento cualitativo en 1967, con enormes manifestaciones en la primavera y el otoño. A fines de enero del 1968, llegó la dramática Ofensiva Tet, un punto decisivo en la guerra. En esos momentos existían las condiciones para el crecimiento amplio del movimiento.
En aquel entonces, Eugene McCarthy, senador demócrata de Minnesota, postulándose bajo un programa anti-guerra que proponía las “negociaciones” en lugar del retiro de tropas, lanzó su campaña primaria contra el actual presidente demócrata Lyndon Johnson.
Miles de jóvenes recién iniciados en el activismo respondieron al llamado “Límpiate para Gene.” Ponerse “limpio” no se refería sólo a un hábito de higiene, se trataba de la moderación del radicalismo para ser más atrayente para los llamados “votantes en medio del camino.”
Los resultados fuertes de McCarthy en 1968 en las primarias de New Hampshire y la decisión de Johnson de retirarse de la carrera presidencial, probó que la oposición a la guerra de Vietnam estaba en crecimiento y podría haber incentivado la efusión más popular del movimiento aún no alcanzada.
Pero por el contrario, docenas de miles de activistas fueron atraídos a la campaña de McCarthy, y aun en números más grandes a la candidatura presidencial de Robert F. Kennedy. La posición de Kennedy a la guerra era similar a la de McCarthy. Ambas campañas duraron poco.
El 5 de junio de 1968, Kennedy fue asesinado después de ganar las primarias en California. La campaña de McCarthy había perdido su momento y el nominado candidato demócrata terminó siendo un candidato pro-guerra, Hubert Humphrey, quien perdió en las elecciones generales a Nixon.
Debido a las campañas electorales debilmente anti-guerra de los demócratas, no se planearon manifestaciones masivas contra la guerra en 1968, a diferencia del 1967 y 1969. Hubo muchas acciones independientes, locales y radicales contra la guerra en 1968, pero la coalición anti-guerra más importante no inició ninguna acción nacional.
La protesta más numerosa en contra de la guerra en 1968 tuvo lugar en julio, afuera de la Convención Nacional Demócrata en Chicago. Por orden del alcalde Demócrata de Chicago, Richard J. Daley, los policías de Chicago viciosamente atacaron, golpearon y encarcelaron a los que protestaban. Muchos de los jóvenes que un año antes habían marchado en las calles junto a los que ahora estaban siendo golpeados, contemplaban, desde adentro del centro de convenciones, lo que estaba sucediendo afuera.
Una vez que las elecciones terminaron, el movimiento anti-guerra pudo ganar momento nuevamente. En los años siguientes, enormes protestas tomaron lugar. Pero 1972 fue en cierta forma una repetición de 1968, cuando un gran número de activistas progresistas y anti-guerra entraron a la campaña presidencial de McGovern. Mientras que hubo muchas protestas militantes en 1972, no hubo marchas masivas contra la guerra, como las hubo en ambos años, 1971 y 1973.
El 24 de septiembre y el movimiento anti-guerra
El primer aniversario de la invasión de Irak. San Francisco, 20 de marzo 2004.
Photo: Bill Hackwell
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A comienzos de mayo del 2005, era aparente que el nivel creciente de resistencia en Irak y la creciente oposición popular a la guerra y la política de la administración de Bush crearon nuevamente un potencial para grandes protestas.
El 12 de mayo, la Coalición ANSWER hizo un llamado de protestas masivas unificadas contra la guerra en Washington DC para el 24 de septiembre. El llamado de ANSWER es claramente antiimperialista, con una consigna central de “Alto a la guerra en Irak—Fin a la ocupación colonial desde Irak a Palestina a Haití.” También levanta demandas relacionadas a la intervención estadounidense y a las amenazas contra un número de países que han sido blanco de Washington, y conecta las luchas internacionales con la lucha contra la ofensiva racista, anti-inmigrante, anti-obrera y los ataques en contra de los derechos del pueblo estadounidense.
Once días después del llamado, los líderes de UFPJ hicieron su propio llamado para una manifestación en Washington, el mismo día, enfocándose casi exclusivamente en la guerra en Irak y su impacto doméstico. En su primera declaración con respecto al 24 de septiembre, UFPJ anunció que bajo ninguna circunstancia acordaría organizar manifestaciones unidas con ANSWER.
Desde entonces, se ha hecho aparente que el liderazgo de UFPJ se está moviendo hacia la derecha. En la página web de UFPJ, se puede ver ilustraciones con la bandera americana, la Estatua de la Libertad y el Capitolio, mezclado con alabanzas a miembros del congreso.
Los líderes de UFPJ están preparando a su coalición y a todos los que puedan atraer, a las elecciones del 2006, cuando su lema será “Recuperemos el Congreso,” es decir, ganar la mayoría demócrata en el Congreso y el Senado. Esta orientación es tan fatal para el movimiento progresista ahora como lo fue en 1968.
La única forma de terminar con la ocupación y cambiar radicalmente el clima político adentro de los Estados Unidos es construir un movimiento de masa unido, independiente de los partidos políticos burgueses y sus políticas en contra de la clase obrera.